Resumen del texto: Left antisemitism: definition and political functions.
https://www.academia.edu/120507294/Left_antisemitism_definition_and_political_functions
El antisemitismo de izquierda no es un mito, sino una realidad histórica y política con raíces profundas. Su forma moderna a menudo se esconde detrás de una fachada de antiracismo y anticolonialismo, lo que lo hace más insidioso y difícil de combatir. El anarquismo debe enfrentar este problema dentro de sus propias filas, cuestionar sus tradiciones teóricas y reconocer las funciones políticas que cumple el antisemitismo, si quiere ser coherente en su lucha contra toda forma de opresión.
Existe una percepción generalizada dentro de la izquierda y el anarquismo de que el antisemitismo es un problema del pasado. Sin embargo, lejos de desaparecer, ha evolucionado hacia un "antisemitismo de izquierdas", un fenómeno que no solo se da en sus filas, sino que emana de su propio seno, con una historia de casi dos siglos. Este antisemitismo moderno se ha globalizado, encontrando un caldo de cultivo en el ciberespacio y fusionando viejos odios religiosos (cristianos y musulmanes) con nuevas formas raciales, sociales y "antiimperialistas".
La negación es absoluta. Para la mayoría de los militantes anarquistas, trotskistas, autónomos o "antifa", el antisemitismo de izquierdas es un mito inventado por los "sionistas" para silenciar las críticas a Israel. Esta ceguera impide comprender la verdadera dimensión política de crímenes antisemitas como los asesinatos de Ilan Halimi, Sarah Halimi o los ataques yihadistas de 2012 y 2015, que a menudo son minimizados o atribuidos a la "islamofobia".
¿Dónde Termina el Antisionismo y Comienza el Antisemitismo?
El antisemitismo se define como una hostilidad hacia los judíos por motivos religiosos, raciales, nacionales o económicos. Se manifiesta a través de mitos persistentes: que los judíos son un pueblo aparte, deicidas, errantes, usureros, parásitos, conspiradores mundialistas o racialmente superiores.
El llamado "antisionismo", entendido como un
rechazo radical a la existencia misma de Israel, puede convertirse en un
vehículo para este odio cuando:
- Se acusa a los judíos de explotar el Holocausto para
obtener beneficios.
- Se les niega el derecho a la autodeterminación, un
derecho que sin embargo la izquierda concede a todos los demás pueblos.
- Se utilizan estereotipos clásicos (como el del
"judío avaro") para describir a Israel o a los israelíes.
- Se equipara sistemáticamente a Israel con la Alemania
nazi.
- Se retrata a los judíos como una "quinta columna" leal solo a Israel, un "lobby" de cosmopolitas desleales.
No todo antisionista es automáticamente antisemita, pero
la frontera es delgada y se cruza cuando la crítica política se impregna de
estos mitos ancestrales.
Las Raíces Incómodas: Los Padres Fundadores de la Izquierda.
Una mirada a los textos fundacionales del pensamiento revolucionario revela un antisemitismo sorprendente y virulento:
- Proudhon abogaba en sus diarios por la expulsión o el
exterminio de los judíos, a los que describía como "enemigos del género
humano" y una raza de intermediarios fraudulentos y parásitos.
- Marx, en su obra "Sobre la Cuestión Judía",
identificaba la esencia del judío con el dinero y el comercio, argumentando que
la emancipación humana requería superar esta naturaleza judía.
- Bakunin veía a los judíos como una "nación de parásitos" unidos en una vasta asociación para explotar a las naciones que los acogían.
Sus seguidores modernos suelen justificar estos
"deslices" argumentando que eran producto de su tiempo, que tenían
amigos judíos o que sus contribuciones teóricas general los redimen. Estas
excusas, sin embargo, perpetúan una peligrosa predisposición a utilizar a los
judíos como chivos expiatorios de las frustraciones políticas y sociales.
Las Funciones Ocultas del Antisemitismo de Izquierdas.
¿Por qué persiste este fenómeno? Cumple varias funciones clave dentro de los movimientos de izquierda:
1. Compensa debilidades teóricas: La izquierda a menudo personaliza el enemigo, atacando obsesivamente a capitalistas o intelectuales judíos (como los Rothschild o Bernard-Henri Lévy), lo que alimenta inconscientemente el estereotipo del "judío poderoso". Su crítica al capitalismo se centra a menudo en la "finanza parasitaria" versus la industria "productiva", una dicotomía que resuena con el viejo mito del judío usurero. Además, existe una profunda ignorancia sobre la historia y la diversidad social judía, negando la existencia de un pueblo judío con una cuestión nacional.
2. Se alía con la política identitaria: La izquierda contemporánea, influenciada por el poscolonialismo y la teoría decolonial, divide el mundo entre "blancos" opresores y "no blancos" oprimidos. Al clasificar a los judíos como "blancos", cualquier antisemitismo del que sean víctimas se ignora o se justifica como una reacción legítima de los oprimidos. Esto crea una alianza paradójica entre la izquierda multiculturalista, la extrema derecha occidental y los fundamentalistas islámicos para atacar a quienes no se alinean con su narrativa.
3. Proporciona "placer" y recompensas emocionales: El antisemitismo no es solo racional; ofrece gratificaciones emocionales. El odio canaliza frustraciones y crea lazos de camaradería. La lealtad a la tradición permite defender dogmáticamente a los "clásicos" marxistas o anarquistas. Y el deseo de pureza política permite a los militantes sentirse del lado de los "buenos" (los palestinos como víctimas emblemáticas) y, si son criticados, sentirse también ellos mismos como víctimas, reforzando su autoimagen moral.
4. Refuerza
identidades: Para algunos miembros de las clases populares, el antisemitismo
ofrece una explicación sencilla a su fracaso social (culpando a una "élite
judía"), fortalece una conciencia de clase reaccionaria (el trabajador
contra el capitalista judío) y consolida una identidad nacional (el "judío
cosmopolita" sin lealtad, ahora transformado en el "sionista" desleal).
El Caso Francés: Una Tradición Persistente.
En Francia, el antisemitismo de izquierdas tiene raíces profundas en el antijudaísmo cristiano, el laicismo militantemente antirreligioso y el anticapitalismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, el Partido Comunista Francés, de línea estalinista, contribuyó a borrar la especificidad del Holocausto, presentando a las víctimas judías simplemente como víctimas del fascismo o resistentes, nunca como judíos.
La izquierda radical francesa tiene un historial
vergonzoso: desde publicar artículos favorables al escritor fascista Céline
hasta tolerar durante años a negacionistas del Holocausto como Paul Rassinier
en sus filas anarquistas. Más recientemente, las alianzas de parte de la
extrema izquierda con el cómico agitador fascista Dieudonné, en nombre del
"antisionismo", muestran la permeabilidad del virus. Intelectuales y
militantes judíos "antisionistas" han contribuido a este clima
negando la realidad del antisemitismo o culpando a Israel de generarlo, equiparando
falsamente la situación de los musulmanes en Europa con la de los judíos en los
años 30.
El antisemitismo de izquierdas es un virus resistente y
adaptable. Se esconde tras la máscara del anti-racismo y la defensa de los
derechos humanos, lo que lo hace especialmente insidioso y difícil de combatir
desde dentro. Su erradicación requerirá un esfuerzo consciente, mucha
autocrítica y la energía para confrontar las cómodas certezas y los placeres
tóxicos que este odio ancestral proporciona. La expulsión de un representante
judío de una manifestación contra el antisemitismo en Toulouse es solo un
síntoma más de una enfermedad profundamente arraigada que la izquierda debe
afrontar si quiere ser fiel a sus propios ideales.