EL NACIMIENTO DEL MOVIMIENTO OBRERO ANARQUISTA. VADIM DAMIER


CAPÍTULO II. TORMENTAS EN EL RÍO DE PLATA: LA HISTORIA DEL ANARQUISMO ARGENTINA. VADIM DAMIER.


EL NACIMIENTO DEL MOVIMIENTO OBRERO ANARQUISTA.


A principios del siglo XX, Argentina bullía entre el humo de las fábricas y el sudor de los muelles. Miles de inmigrantes europeos, escapando de la miseria, llegaban a Buenos Aires con sueños de prosperidad, solo para encontrarse con jornadas interminables, salarios de hambre y un Estado que protegía a patrones y terratenientes. En ese crisol de injusticia nació un huracán de lucha: el Movimiento Obrero Anarquista (MOA), un fenómeno que transformó la historia social argentina y cuyas batallas resuenan como un grito de libertad en las páginas de Tormentas en el Río de la Plata, del historiador Vadim Damier. 

Este movimiento no fue solo un sindicato; fue una revolución cultural. Sus protagonistas —panaderos, estibadores, albañiles— rechazaron la política tradicional, los partidos y el reformismo. Creían en la acción directa: huelgas, boicots y sabotajes como herramientas para arrancar conquistas sin intermediarios. Su consigna era clara: "Ni dios, ni patrón, ni Estado". Bajo el paraguas de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), creada en 1904, tejieron una red de sociedades de resistencia donde la toma de decisiones era horizontal, federal y combativa. 

El MOA enfrentó una represión feroz. La oligarquía respondió con la “Ley de Residencia” (1902), que deportaba a "agitadores extranjeros", y la “Ley de Defensa Social” (1910), que criminalizaba la protesta. Pero cada golpe fortaleció su resistencia. La Semana Roja de 1909, con 250 mil huelguistas paralizando el país tras una masacre policial, o el sacrificio de mártires como Simón Radowitzky —el joven que ajustició al jefe policial Falcón—, revelaron el temple de un movimiento que prefirió la cárcel o el exilio antes que claudicar. 

Con un pie en los sindicatos y otro en la lucha callejera, los anarquistas argentinos no se limitaron a reivindicaciones laborales. Impulsaron la primera huelga de inquilinos (1907), donde mujeres y niños defendieron sus conventillos con agua hirviente; apoyaron a campesinos arrendatarios y estudiantes reformistas, y desafiaron el militarismo en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Su prensa clandestina —La Protesta Humana, decenas de periódicos gremiales— fue un arsenal de ideas que cuestionó el capitalismo, el patriarcado y la opresión colonial. 

El Movimiento Obrero Anarquista fue tan coherente y útil como modlo organizativo que se extendió rápidamente como mecha corta por toda América del Sur:  en Uruguay, con la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU) en 1905; en Brasil, en la Confederação Operária Brasileira (COB) de 1906; en Federación Obrera Regional Paraguaya (FORP) también en 1906; en la Unión Obrera colombiana de 1913; en la Federación Obrera Regional Peruana (FORP) de 1919; en la Federación Regional de Trabajadores del Ecuador (FRTE) de 1922; en la Federación Obrera Local (FOL) boliviana de 1926, y luego la Confederación Obrera Regional Boliviana (CORB) en 1930. En Chile, pese a la pronta influencia marxista del Partido Demócrata de Luis Emilio Recabarren (devenido después en "Partido Comunista"), y de la "International Workers of the World", una central industrialista que logró captar a muchos anarquistas de su época, la Federación Obrera Regional de Chile (FORCH) de 1913, refundada en 1926, y luego la Confederación General del Trabajo (CGT) de 1931, llevaron las ideas del Movimiento Obrero Anarquista en Chile por lo menos hasta mediados de los años 30.

Este capítulo del libro de Damier no solo narra conflictos; rescata un espíritu irrepetible: el de obreros que imaginaron un mundo sin amos, donde la solidaridad era la única ley. Una epopeya de barricadas y asambleas que, entre 1901 y 1918, puso en jaque a todo un sistema y sembró la semilla de derechos que hoy damos por sentados. Bienvenidos a la tormenta.

 

 

EL MOVIMIENTO OBRERO ANARQUISTA (1901-1918)

 

El Congreso de Sociedades de Resistencia se reunió en Buenos Aires los días 25 y 26 de mayo de 1901. Asistieron unos 50 delegados de 30-35 sociedades obreros de la capital y de las ciudades del interior del país,[1] que representaban a: sociedades de resistencia de albañiles, gráficos, constuctores de carruajes, ebanistas, hojalateros, mecánicos, mimbreros, marmoleros, panaderos, picapedreros, panaderos, zapateros, talabarteros, alfombreros, veleros y ferroviarios de la capital; albañiles de La Plata, Quilmes, Rosario, Pergamino y Banfield; panaderos de San Nicolás, Chivilcoy y La Plata; estibadores de San Nicolás y La Plata; madereros y ferroviarios de Rosario. Las 5 sociedades de la capital no pudieron participar directamente en el congreso, pero expresaron su acuerdo con el mismo: pintores, sastres, cortadores de calzado, curtidores y toneleros. El congreso estuvo dominado por los anarquistas, que obtuvieron siete de los doce escaños del comité; los socialistas se hicieron con cinco. Entre los destacados anarquistas presentes en el congreso estaba Pietro Gori. En la clausura del foro, el anarquista Inglan Lafarga expresó sus saludos al proletariado mundial que lucha por su liberación y su solidaridad con todos aquellos que luchan por la liberación de la raza humana a través de la revolución social.[2]

El Congreso proclamó la creación de la Federación Obrera Argentina (FOA) y aprobó sus bases organizativas. Los participantes proclamaron su intención de buscar la responsabilidad de los empresarios por los "accidentes" laborales, la prohibición del trabajo femenino e infantil. Se comprometieron a promover entre los trabajadores la idea de una huelga general y a negarse a ayudar a las autoridades a conseguir mejoras en las condiciones de trabajo y los salarios.[3] Esto último significaba que los trabajadores rechazaban la intervención del Estado en la lucha económica que los asalariados libraban directamente con el capital. En otras palabras, proclamaba el principio de la acción directa, es decir, la defensa directa y sin intermediarios de los intereses populares.

Una de las decisiones más importantes de la Federación fue el rechazo del arbitraje estatal para resolver los conflictos industriales: los delegados decidieron permitir únicamente la mediación individual.[4]

El 1 de agosto de 1901 comenzó a publicarse el órgano oficial de la Federación, el periódico Organización Obrera.

La creación de la FOA dio un nuevo impulso al movimiento obrero. En 1901 había 43 sociedades de resistencia activas: 21 en la capital, 10 en la provincia de Buenos Aires, 8 en la provincia de Santa Fe y 2 en las provincias de Córdoba y Tucumán. Todas ellas formaban parte de la FOA. Entre mayo de 1901 y agosto de 1902 hubo 29 huelgas parciales: 50% en la capital, 30% en la provincia de Buenos Aires, 20% en la provincia de Santa Fe. Nueve de ellas fueron organizadas por trabajadores portuarios y marineros (cargadores, marineros, fogoneros, etc.). En cuanto a las reivindicaciones (55 en total), 13 se referían al salario, 16 a la jornada laboral, cinco a la organización, seis a la legalización de los sindicatos y nueve a cuestiones de organización del trabajo.[5]

Ya en agosto de 1901, los obreros aplican los métodos de lucha preconizados por los anarquistas. Los obreros de la panadería organizan una gran huelga, declaran el primer boicot y recurren al sabotaje contra una de las empresas. En octubre estalla una huelga en una refinería de azúcar en Rosario en demanda de una jornada laboral de 8 horas y mayores salarios; los trabajadores eligen delegados anarquistas para negociar con los propietarios. Cuando uno de ellos, R. Ovidi, fue detenido por la policía, estallaron enfrentamientos y la policía abrió fuego contra los trabajadores, matando a uno de ellos. La respuesta de los trabajadores fue una manifestación de seis mil personas contra la violencia policial y una huelga general de protesta de 24 horas que se extendió a otras ciudades.[6]

Gracias a las continuas huelgas, los trabajadores consiguieron a menudo salirse con la suya. En diciembre de 1901, los pintores de Mar del Plata consiguieron una jornada laboral de 8 horas y un aumento salarial. En febrero de 1902, los estibadores de Buenos Aires consiguieron un aumento salarial y la introducción de una jornada laboral de 9 horas.[7]

Sobre esta ola de ofensiva obrera, el Segundo Congreso de la FOA se reunió en abril de 1902. Las filas de la federación crecieron rápidamente. Cuarenta y siete sociedades obreras de Buenos Aires y de las provincias estaban representados en el congreso. Se celebró bajo la total hegemonía de los anarquistas. Fue aquí donde se produjo la escisión decisiva entre ellos y la minoría socialista. Insatisfechas con la decisión sobre la representación, las sociedades obreras socialistas de la capital, con 1.780 miembros, abandonaron el congreso. Las organizaciones de Buenos Aires, con 7.630 miembros, así como la mayoría de los sociedades provinciales, permanecieron para participar en el foro. Además, a los anarquistas les siguió una importante y combativa asociación de choferes y carreteros de la capital, así como la Sociedad de Resistencia de Carpinteros y oficios anexos, que pronto surgió dentro de la federación.[8] Los socialistas que se marcharon pronto formaron su propia federación sindical, la Unión General del Trabajo (UGT), pero era claramente inferior a la FOA en fuerza e influencia.

El congreso de la FOA aprobó resoluciones para luchar por la abolición del trabajo nocturno y la supresión de las agencias de colocación, que se proponían sustituir por bolsas de trabajo gestionadas por los propios trabajadores. Se aprobó el uso de métodos radicales como el boicot y el sabotaje en las protestas obreras. Pero los anarquistas de la FOA no iban a limitarse a cuestiones puramente laborales. El Congreso pidió el lanzamiento de una campaña por la reducción de los alquileres y rentas hasta su total abolición, y también aprobó una resolución especial contra el militarismo.[9] Este último era de especial importancia porque en 1901-1902 las disputas fronterizas entre Argentina y Chile se habían recrudecido y los dos estados se tambaleaban al borde de la guerra. Las protestas obreras contra la guerra en ambos países contribuyeron en gran medida a que los gobiernos se comprometieran y se evitara un enfrentamiento militar.

El 1 de mayo de 1902, la FOA organiza su propia manifestación en Buenos Aires, rechazando la oferta de unirse a los socialistas. En las columnas de las sociedades de resistencia anarquistas marcharon 15 mil obreros, los socialistas consiguieron reunir sólo 5 mil. En verano estalló un importante conflicto laboral en la industria panadera. La FOA llevaba desde enero una campaña nacional de boicot contra las panaderías de "La Princesa", que prohibían los sindicatos de trabajadores. En respuesta a la detención de dos miembros de la FOA por la policía, la federación convocó una huelga general de trabajadores de la panadería a finales de julio; 7.000 personas se sumaron a la huelga. Las tiendas y comercios de Buenos Aires se quedaron sin pan el 26 de julio, mientras que los trabajadores y sus familias se abastecían de pan a través de cooperativas. El 30 de julio la huelga se convirtió en paros selectivos en aquellas panaderías en las que los propietarios se negaban a satisfacer las demandas de los trabajadores. Los empresarios y las autoridades hicieron todo lo posible para reprimir la lucha; a los rompehuelgas contratados se les permitió utilizar armas, aparentemente para "autodefensa". El 17 de agosto se convocó una concentración obrera que reunió a 20.000 participantes. El 19 de agosto, la policía irrumpió en la sede de la FOA y la destrozó con el pretexto de investigar la muerte de varios rompehuelgas. Los activistas de la federación fueron detenidos y torturados. Finalmente, la huelga tuvo que desconvocarse al carecer los huelguistas de medios económicos para continuar la lucha.[10]

En noviembre de 1902, los estibadores del puerto de la capital se negaron a transportar cargas de más de 100 kg. La Federación de Estibadores recomendó que no se aceptaran cargas de más de 70 kg; a través de sus sociedades miembros, el movimiento se extendió a los puertos de Bahía Blanca y Zárate. El 4 de noviembre, los estibadores de Zárate organizaron una marcha al frigorífico "Las Palmas" para pedir solidaridad, pero la marcha fue disuelta por la policía y el comité de huelga detenido. En solidaridad, estalló una huelga de papeleros en la ciudad. El 10 de noviembre, reivindicando mejores salariales, los cargadores de Rosario se declaran en huelga. El día 11, en Zárate, los panaderos se declaran en huelga, manifestando su apoyo a los cargadores. Sólo en Bahía Blanca los estibadores aceptaron la mediación del socialista D. Rondini. Los conflictos en los puertos de Buenos Aires y Rosario continuaron. El 15 de noviembre, 5.000 trabajadores del Mercado Central de Frutos de la capital se sumaron a la huelga: exigían el fin de las horas extraordinarias, una jornada laboral de 9 horas, un aumento de los salarios y el reconocimiento de su sociedad obrera por parte de los empresarios. El día 21, los conductores de transportes se declararon en huelga. La huelga afectó a 40.000 trabajadores. Las huelgas desembocaron en enfrentamientos callejeros con la policía.

El 22 de noviembre, la FOA inició una huelga general a la que se sumaron 100.000 trabajadores. El puerto de la capital quedó paralizado, los tranvías y otros medios de transporte parados, las fábricas y los comercios cerrados en pleno día. El centro de la ciudad quedó desierto y las calles fueron patrulladas por la policía.

En un intento desesperado por sofocar la huelga, el gobierno del Presidente Julio Roca aprobó dos leyes en el Parlamento: una para imponer el estado de sitio y otra para autorizar a las autoridades a expulsar de Argentina a los "agitadores" extranjeros ("Ley 4144 de Residencia"). Se prohibió la entrada en el país a los extranjeros "cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público". Comenzó una frenética histeria chovinista y antiobrera.[11] Se acusó a activistas inmigrantes de organizar los disturbios.

El 24 de noviembre, las autoridades impusieron el estado de sitio y se produjeron detenciones masivas. Según la policía, fueron detenidas 500 personas, pero los huelguistas elevaron la cifra a dos mil.[12] Las oficinas de la FOA y la UGT fueron cerradas, los periodicos anarquistas y socialistas, La Protesta Humana y La Vanguardia, fueron vandalizados por las turbas chovinistas y dejaron de publicarse. El director de La Protesta Humana, Gregorio Inglán Lafarga, pasó a la clandestinidad. Los anarquistas que iban a ser expulsados fueron encarcelados y luego deportados del país.[13]

En esta situación, los socialistas desempeñaron el papel de rompehuelgistas. Su "Comité de Propaganda Sindical" llamó a impedir la huelga, acusó a los anarquistas de ser poco realistas y de "propagar la violencia". Esto asestó un duro golpe a la influencia de los socialistas entre los trabajadores. Por el contrario, los anarquistas lograron un triunfo moral.[14]

La brutal represión de la huelga de 1902 y la adopción de leyes represivas significaron que las autoridades declararon una auténtica guerra al movimiento obrero y a los anarquistas. A partir de entonces, el enfrentamiento entre ambos lados se convirtió en un enfrentamiento continuo, con sus altibajos, pero siempre acompañado de una lucha encarnizada. A pesar de los nuevos golpes, la resistencia de las clases trabajadoras se renovó cada vez con más vigor, planteando un desafío constante a todo el sistema estatal argentino.

Con la imposición del estado de sitio, la mayoría de los periódico anarquistas pasaron a la clandestinidad. Algunos, como Ciencia Social, L'Avvenire, Nuova Civiltà o Solidaridad, dejaron de existir porque sus directores fueron detenidos o expulsados del país. Sólo la revista El Sol siguió publicándose, ya que su director, el dramaturgo Alberto Ghiraldo, era un argentino nativo.[15]

El terror parecía aplastar toda resistencia. Pero en cuanto se levantó el estado de sitio, en enero de 1903, los trabajadores de los mercados reanudaron la huelga y esta vez tuvieron un éxito total. Y el 31 de enero volvió a publicarse La Protesta Humana.[16] A su reactivación contribuyó el Dr. Juan Creaghe, que recaudó fondos para la publicación y se convirtió en director del periódico.[17]

Como observaron López Arango y Abad de Santillán, "la publicación de La Protesta Humana después de la entrada en vigor de la ley de residencia era un continuo gesto de heroísmo. Se perseguía ese periódico con una saña feroz; los números eran arrebatados por la policía de las manos de los distribuidores y vendedores; pero eso no hizo más que favorecer su difusión".[18]

La FOA recuperaba rápidamente su fuerza. De mediados de abril a mediados de julio de 1903, las 42 sociedades obreras de la federación contaban con 15.212 afiliados. La manifestación del Primero de Mayo se celebró bajo el lema de la abolición de la Ley de Residencia, seguida de una nueva represión policial.[19] Sin embargo, ya en junio la FOA convocó su siguiente congreso, el tercero, con la participación de 80 delegados de organizaciones obreras de la capital y del interior del país.[20] El foro reafirmó su orientación antipolítica y antiautoritaria, condenando también la actuación de los socialistas durante la huelga general de diciembre. Los delegados rechazaron cualquier implicación en la labor de reforma parlamentaria y legislativa, proclamando la organización económica del proletariado como paso decisivo hacia su liberación. En una resolución redactada por Ghiraldo, el congreso subraya la necesidad de desarrollar plenamente el espíritu de solidaridad y de acción que debía contribuir a la preparación de una huelga general exitosa, convocando huelgas. En caso de que un empresario se negara a pagar a un trabajador los salarios que le correspondían, la sociedad obrera debía presentar una demanda al propietario de la empresa y, en caso de negativa de éste, lanzar una amplia campaña de boicot y sabotaje. Se reafirmó la plena responsabilidad de los empresarios en los accidentes e incidentes laborales y la necesidad de obligarles a pagar indemnizaciones. Los participantes condenaron la Ley de Residencia y exigieron su derogación inmediata. Por último, varias resoluciones abordaron también temas sociales más amplios, como la reivindicación de la "independencia económica" de la mujer y la recomendación de que las sociedades obreras emprendan amplias actividades educativas y editoriales, creen bibliotecas, etc.[21] En otra decisión, los delegados se oponen a la creación de cooperativas, por considerar que socavan el "espíritu rebelde".

Tras un bache temporal, el movimiento obrero vuelve a crecer. Entre 1903 y 1904 hubo 113 huelgas en el país (la mitad de ellas en la capital).[22] Se trata de huelgas largas en las que participan miles de trabajadores, algunas de las cuales duran entre tres y ocho semanas. Pararon zapateros, albañiles, carpinteros, obreros del puerto, marineros y foguistas, conductores de carros, pintores, mecánicos, cocheros, sombrereros, fideeros, panaderos, escultores de madera, biseladores,  obreros textiles y trabajadores de otros oficios. En la provincia se celebraron discursos en Rosario, Junín, Zárate....[23]

Se reactivó la prensa de los sociedades obreras pro-anarquistas. Además de la Organización Obrera, aparecieron periódicos como La Unión Doméstica (1902), El Obrero Calderero (1902), El Barbero (1903), El Reporter del Puerto (1903), La Voz del Cochero de Plaza (1903), El Ferrocarril (1903), El Obrero albañil, El Obrero Panadero, El Obrero en Calzado (1904), El Compañero (1904), El Obrero Intelectual (1904), El Gráfico (1904), El Obrero Sastre (1904), El Latigo del Carrero (1904), El Sombrerero, El Sindicato, La Aurora del marinero (1904)...[24] Entre los nuevos periódicos anarquistas destacan Vida Nueva en Buenos Aires (1903), Nuevas Brisas en Rosario (1905) y otras.  

El 16 de diciembre de 1903 estalló la mayor huelga de marineros y trabajadores portuarios de Buenos Aires. Después de 4 días, los empresarios pidieron ayuda a las autoridades y comenzaron a enviar 1.200 rompehuelgistas. En respuesta, la FOA amenazó con una huelga general de estibadores. Cuando el 24 de diciembre llegaron los primeros esquiroles bajo protección policial, estallaron violentos enfrentamientos. La huelga general declarada se extendió por el Río de la Plata hasta Montevideo, la capital uruguaya. El 4 de enero de 1904, los acontecimientos se convirtieron en un auténtico levantamiento: los huelguistas intentaron impedir que los esquiroles descargaran uno de los barcos, la policía protegió a los que no querían sumarse a la huelga y se produjo un tiroteo entre los huelguistas armados y la policía. En el transcurso del mismo resultó muerto el anarquista Sapoletti, que antes de morir exclamó: "¡Viva la Anarquía!".  Uno de los policías resultó gravemente herido.[25]

Mientras tanto, las filas de la FOA siguieron creciendo. De mediados de abril a mediados de julio de 1904 contaba con 32.893 afiliados y el número de sociedades obreras ascendía a 66.[26] El movimiento se extiende a nuevas provincias. En 1904, por ejemplo, se celebró en Córdoba el primer congreso obrero local, en el que estaban representadas 17 sociedades obreras. Se creó una federación sindical local, que organizó una serie de huelgas persistentes, buscando mejorar la situación de los trabajadores.[27]

El 1 de mayo de 1904, los anarquistas y la FOA volvieron a manifestarse en la capital por separado de los socialistas y la UGT. La suya fue la mayor manifestación de todos los años anteriores, atrayendo a 50.000 participantes. La marcha fue desde la plaza frente al Congreso hasta la Piazza Mazzini, donde se organizó un mitin. De nuevo, se produjo un ataque policial y una resistencia armada. Como resultado, murieron un manifestante y dos policías, y también hubo heridos.[28] Como protesta, la FOA organizó una gran concentración en la céntrica Plaza de Mayo de la capital.

Los enfrentamientos violentos entre trabajadores y policía eran casi cotidianos en aquella época. "En los conflictos se producen con frecuencia choques armados..."[29] La policía disparó a huelguistas y manifestantes, las autoridades encarcelaron y expulsaron a activistas, los trabajadores respondieron con batallas callejeras y barricadas...

El IV Congreso de la Federación, reunido del 30 de julio al 2 de agosto de 1904 a raíz del auge del movimiento, rebautizó la FOA como Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Los anarquistas utilizaron deliberadamente el término "región" para subrayar su compromiso con el internacionalismo. No reconocían ningún estado o país, por considerarlos engendros artificiales de las clases dominantes.

Delegados de 56 sociedades de resistencia asistieron al congreso.[30] Confirmaron la orientación anarquista de la organización adoptando un documento fundamental, el "Pacto de Solidaridad". En él se afirmaba, en particular, que la FORA "debe dirigir todos sus esfuerzos a conseguir la completa emancipación del proletariado, creando sociedades de resistencia, federaciones de oficios afines, federaciones locales" y, además, entrar en una alianza confederativa de "todos los productores de la tierra".[31] La decisión relativa al sistema organizativo de la asociación, que debía basarse en la autonomía de las sociedades, el federalismo y la autogestion, afirmaba: "Nuestra organización puramente económica, es distinta y opuesta a la de todos los partidos burgueses y políticos, puesto que así como ellos se organizan para la conquista del poder político, nosotros nos organizamos para que los estados políticos y jurídicos, actualmente existentes, queden reducidos a funciones puramente económicas”, establiciéndose en su lugar una “federación libre de asociaciones de productores libres".[32]

Estas mismas ideas de una sociedad sin Estado se reflejan también en la Declaración de Principios de la FORA: "... Queremos establecer sobre las ruinas del régimen burgués la obligación de participar en la producción, estrechamente vinculada al derecho al consumo, que dará a todos el apoyo necesario de una sociedad cuyos miembros son iguales en la apropiación de los bienes. Todos iguales en el orden político. Comunismo en el sistema económico. Fraternidad real entre los hombres de la única clase de los trabajadores de la tierra libre".[33]

La FORA acogió con satisfacción el desarrollo de la tecnología y la maquinaria de producción como factor de progreso, pero afirmó que en el capitalismo sólo servía a la explotación y creaba pobreza. Por ello, la federación reclamó la pronta expropiación de los medios de producción por parte del trabajo.[34]

La actitud negativa hacia la participación en la lucha por el poder también fue reafirmada por el congreso en una resolución especial sobre la actitud ante el conflicto político. La razón de su adopción fue la aguda crisis política y la intención del opositor Partido Radical de derrocar por la fuerza al gobierno conservador. La Federación se negó a "tomar parte en conflictos políticos armados hasta que pueda organizar por sí misma un movimiento de defensa de nuestros intereses, que devuelva a los trabajadores el pleno disfrute de su libertad económica, base de toda libertad".[35] Vale la pena subrayar que por libertad económica los anarquistas no entienden la libertad de propiedad privada o de empresa, ¡sino la posibilidad de disfrutar por igual de todos los bienes producidos por la sociedad!

En una resolución sobre los medios de lucha, el congreso proclamó un compromiso con lo que en el anarquismo se entiende como "gimnasia revolucionaria". El texto aprobado subrayaba que las huelgas económicas son importantes no sólo en sí mismas, sino también como medio de "educación revolucionaria" y como prólogo a una futura huelga general, por lo que deben llevarse a cabo de la forma más "revolucionaria" posible. Por lo tanto, el congreso llamó la atención sobre la necesidad de una acción lo más amplia posible, incluyendo la extensión de la lucha al sector del transporte.[36] En consecuencia, se rechazó la intervención de las autoridades en los conflictos entre el trabajo y el capital. Si se aprobaba la "Ley Nacional del Trabajo", la federación prometió declarar una huelga general. La FORA también llamó a luchar contra el trabajo a destajo en los salarios.[37]

La cuestión de la represión por parte de las autoridades fue, por supuesto, una parte importante de los trabajos del congreso. Los delegados reafirmaron su intención de continuar la lucha contra la Ley de Residencia y llamaron a boicotear a la policía. Se adoptó una resolución especial contra el militarismo y el ejército. Varias resoluciones abordan temas como la emancipación de la mujer, la organización de bibliotecas sociales, etc.[38]

Ya en otoño de 1904 estalló el mayor conflicto laboral de Rosario. El 20 de noviembre, los trabajadores de los comercios se declararon en huelga en la ciudad, exigiendo la reducción de la jornada laboral a 8 horas y un aumento de los salarios. Durante la huelga, se dañaron escaparates y los propietarios se negaron a hacer concesiones. Cuando la federación local, perteneciente a la FORA, se negó a compensarles por las pérdidas, la policía detuvo a 4 activistas sindicales. La respuesta fue una huelga general, durante la cual la policía disparó y mató a un joven panadero, Jesús Pereira. Temiendo nuevos enfrentamientos con los trabajadores, las autoridades robaron en secreto el cuerpo del fallecido y lo enterraron. Una multitud de unos trescientos indignados que se había congregado ante la sede local de la FORA fue atacada por la policía. Ésta abrió fuego y mató a dos trabajadores y a un niño de 10 años, y más de 100 personas resultaron heridas. Al enterarse de la masacre, la FORA y la UGT, con una unanimidad poco común, convocaron una huelga general en Buenos Aires los días 1 y 2 de diciembre. Temiendo una sublevación, las autoridades movilizaron a 5.000 soldados y los buques de guerra del puerto mantuvieron sus cañones preparados. La huelga paralizó completamente Córdoba, Mendoza y toda la zona de Santa Fe... Las autoridades se vieron obligadas a hacer concesiones a los trabajadores...[39]

El periódico La Protesta realizó una intensa campaña de cobertura y difusión de las huelgas y los conflictos sociales. Bajo la dirección de Ghiraldo, que se hizo cargo del periódico en septiembre de 1904, su tirada alcanzó los 8.000 ejemplares.[40]

A principios de 1905, sin embargo, la reacción pasó de nuevo a la ofensiva. Aprovechando un intento de golpe de estado armado de los partidarios del Partido Radical en febrero, las autoridades impusieron de nuevo el estado de sitio. Tanto la FORA como la UGT fueron prohibidas temporalmente y sus locales clausurados. Entre los detenidos se encontraban numerosas personalidades de la FORA, incluido el secretario de la federación, Francisco Jaquet. Las detenciones, encarcelamientos y deportaciones se convirtieron en algo cotidiano.[41]

Varios activistas de la FORA fueron enviados al exilio a Ushuaia, en Tierra del Fuego. Nuevamente el periódico La Protesta tuvo que ser suspendido.[42]

Pero también esta vez el movimiento obrero se recuperó rápidamente. El 21 de mayo de 1905, los sociedades de resistencia de la FORA y los sindicatos de la UGT convocaron un mitin contra la represión en Plaza Lavalle de la capital. De nuevo se produjo un ataque de la policía que abrió fuego contra los manifestantes. De nuevo hubo muertos y heridos.[43]

La persecución de los anarquistas en Argentina alcanzó tal magnitud que la FORA se vio obligada a crear un comité especial de propaganda internacional contra la Ley de Residencia en Montevideo, Uruguay.[44]

El nivel de enfrentamiento llegó al punto de que el 11 de agosto, en respuesta a la masacre del 21 de mayo, el anarquista Salvador Planas, de 24 años, intentó disparar al presidente argentino Manuel Quintana, que se dirigía en coche al Parlamento. El revólver falló dos veces y los guardias redujeron al agresor. Posteriormente fue condenado a 13 años de cárcel, pero al cabo de 5 años Planas consiguió escapar.[45]

La represión pareció acercar un poco más a las organizaciones obreras anarquistas y socialistas. Los intentos de los socialistas de ampliar su influencia en la clase obrera fracasaron. Entonces, el congreso de la UGT se dirigió a la Federación con la propuesta de firmar un "pacto de solidaridad". Este debía ser considerado por el V Congreso de la FORA, que se reunió el 26 de agosto de 1905 en Buenos Aires.[46]

Al congreso asistieron delegados de 53 sociedades de resistencia organizadas en cinco federaciones locales y una federación de oficio, que incluía cuatro sociedades obreras y 41 sindicatos.[47] El foro dio la bienvenida a Planas con una gran ovación. La propuesta de pacto de la central sindical socialista, la UGT, fue rechazada.

La principal decisión del congreso de 1905 fue sin duda la proclamación abierta por parte de los sindicatos obreros del objetivo de la lucha por una sociedad anarquista ("finalismo"). Por primera vez en la historia del movimiento obrero mundial, el V Congreso de la FORA aprobó y recomendó a todos sus miembros que “consecuente con los principios filosóficos que han dado razón de ser a la organización de las federaciones obreras (…) aprueba y recomienda a todos sus adherentes la propaganda e ilustración más amplia, en el sentido de inculcar en los obreros los principios económicos y filosóficos del COMUNISMO ANÁRQUICO. Esta educación, impidiendo que se detengan en la conquista de las ocho horas, les llevará a su completa emancipación y por consiguiente a la evolución social que se persigue."[48] Así, el comunismo anárquico fue declarado doctrina ideológica oficial de la FORA como movimiento obrero anarquista.

El congreso reafirmó la determinación de continuar la lucha contra la Ley de Residencia. Además, recomendaron que los trabajadores resistieran a la policía por la fuerza si era necesario. La resolución adoptada decía: "El quinto congreso recomienda a sus adherentes no dejarse conducir presos sin causa justficada, llegando hasta la violencia práctica para poner coto a esos abusos policiales, debiendo las sociedades a que pertenecen prestarles ayuda moral y material."[49] En otras palabras, À la guerre comme à la guerre (¡A la guerra como en la guerra!)

Entre otras decisiones del congreso estaban: declarar la intención de luchar contra la adopción de la "Ley Nacional del Trabajo" hasta el punto de organizar una huelga revolucionaria, promover el movimiento de huelga del transporte y el método del boicot, y difundir el método del "label". Por este último se entendía la práctica de que una organizacion obrera colocara una pegatina llamando al boicot en los productos de un fabricante concreto. La FORA pidió la creación de escuelas libertarias, bibliotecas y la publicación de literatura educativa e instructiva, así como la participación de las mujeres en la lucha obrera. Otras resoluciones abordaban la educación sobre los perjuicios del abuso del alcohol y el tabaco, la lucha contra la práctica de las "propinas", etc.[50] 

En los meses siguientes, la lucha de clases se intensificó. En noviembre de 1905, las autoridades recurrieron de nuevo a la imposición del estado de sitio para reprimir una huelga en el puerto de Buenos Aires.[51] Durante este periodo, El Obrero Albañil, de la Sociedad de Obreros Albañiles se publicó ilegalmente.

En 1906, según el Ministerio del Interior argentino, se registraron 39 huelgas, en las que participaron 137.000 trabajadores.[52] Sin embargo, otras estadísticas dan un número diferente de huelgas, 323 en 1906 y 254 en 1907. De estas últimas, 161 terminaron con la derrota de los trabajadores. Según datos citados por López Arango y Abad de Santillán, 112 huelgas fueron organizadas por la FORA, 44 por la UGT y 107 por sociedades obreras autónomas, la mayoría influidas por la FORA.[53]

En el VI Congreso de la FORA, celebrado del 19 al 23 de septiembre de 1906, se reunieron en Rosario delegados de las sociedades de resistencia de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Chacabuco, La Plata, Bahía Blanca, Córdoba, Puerto Borghi, Zárate, Veinticinco de Mayo y Puerto General San Martín. Para entonces, la Federación contaba con 105 sociedades miembros. Los congresistas ovacionaron la revolución en la lejana Rusia. Se aprobaron resoluciones sobre la huelga general y el boicot como método de lucha, sobre medidas para oponerse a los cierres patronales y los despidos, a los accidentes y siniestros laborales, sobre la oposición al trabajo a destajo y a la utilización de procesos de producción nocivos, sobre la resistencia contra la Ley de Residencia, sobre la educación y la ilustración, sobre las tareas de organización de los trabajadores rurales, y otras. Los delegados prestaron especial atención al apoyo a la lucha de los inquilinos contra el comportamiento arbitrario de los propietarios. Los participantes adoptaron una serie de decisiones contra el militarismo y el patriotismo.

Se proclamó la intención de las organizaciones obreras de conseguir una jornada laboral de 6 horas. Los anarquistas obreros creían que en ningún caso debía mejorarse la situación de unos trabajadores a costa de otros, por lo que el congreso decidió que las huelgas de debían exigir salarios más altos y jornadas laborales más cortas, no precios más altos para los productos y servicios. Los participantes volvieron a denunciar a las cooperativas como instituciones legalistas, reformistas y burguesas. En materia organizativa, el congreso defendió la necesidad de formalizar las federaciones de oficio. [54]

Aunque el congreso de la FORA rechazó la idea de un pacto con la UGT, el deseo de un acercamiento entre las dos centrales sindicales seguía siendo expresado por miembros del sindicato socialista y algunos anarquistas. También se vio alimentado por el apoyo conjunto a una huelga general en solidaridad con los transportistas de Rosario en huelga. 150.000 trabajadores participaron en la huelga, 80.000 de ellos en la capital. El movimiento se extendió también a Santa Fe, Bahía Blanca, Mendoza y otras ciudades. Tras dos días de lucha, los trabajadores salieron victoriosos, se aceptaron sus reivindicaciones y los detenidos fueron liberados .[55]

En esta ola, un congreso se reunió en Buenos Aires del 28 de marzo al 1 de abril de 1907 para discutir la posible unificación de la FORA y la UGT. Asistieron representantes de 69 sociedades de la FORA, 30 de la UGT y 36 sociedades y sindicatos autónomos. Las partes intentaron acordar los términos de la fusión, pero los anarquistas insistieron en la renuncia a la actividad política y parlamentaria y en el reconocimiento del comunismo anárquico como objetivo de la central sindical que se crearía. Para sus oponentes esto era inaceptable. En la votación, 62 sociedades obreras se pronunciaron a favor del reconocimiento del comunismo  anárquico, 9 votaron en contra y 38 se abstuvieron. Los delegados de la UGT y de varios sindicatos autónomos abandonaron el congreso y la unificación fracasó . [56]

En 1907 un total de 104 sociedades obreras eran miembros de la FORA. Sólo la federación local de Buenos Aires contaba con al menos 5.000 afiliados cotizantes. Sin embargo, tanto entonces como después, las cuotas se pagaban de forma irregular, de modo que el número de los que las pagaban rara vez hablaba de la fuerza real de los sindicatos obreros y los grupos anarquistas en América Latina .[57]

El movimiento anarquista no se desarrolló en estos años sólo en los sindicatos obreros. La actividad editorial volvió a florecer. Se publicaron libros y folletos, aparecieron nuevos periódicos y revistas: Fulgor (1906), La Antorcha (1906), Hermen (1907), Labor (1907), Letras (1907), Clarín (1907), L'Agitatore (1907), Nuevos caminos (1907), El Proletario (1907, Rosario), La Batalla (1908), Pensamiento nuevo (1908, Mendoza)...

Las organizaciones obreras de la FORA comenzaron a producir en 1905: El Hoyero; en 1906: El Obrero en madera, El Obrero albañil federado, La Luz, El Hierro, El Panadero, El Despertar, La Moderna, El Empleado de tranvia, El Obrero acerrador, El Obrero galponista, Tribuna ferroviaria y El Trabajo; en 1907: El Obrero fideero, El Astillero, El Obrero carpintero, El Obrero constructor de rodados, El Dependiente, El Emancipado; en 1908: El Obrero panadero, El Panadero, y otros. En las ciudades de provincia en 1906-1908: El Obrero carbonero y Aurora aparecieron en La Plata, La Lucha y El Dependiente de comercio en Tucumán, El Obrero albañil en Córdoba, La Lucha en Rosario, Organización Obrera en Azul, etc.[58] 

Los días 2 y 3 de agosto de 1907, la FORA organizó otra huelga general para protestar contra la masacre de trabajadores en huelga en Bahía Blanca. En esa ciudad, el 23 de julio, los remachadores portuarios se declararon en huelga exigiendo un aumento salarial y la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Recurrieron a actos de sabotaje en taller y se enfrentaron a los rompehuelgas, con el resultado de un trabajador muerto. Después, un destacamento de marineros militares atacó la asamblea de la Casa del Pueblo, matando a tiros a otro de los huelguistas. En su funeral, la policía abrió fuego, matando a una persona e hiriendo a nueve. La huelga general anunciada por la FORA abarcaba la capital, Rosario, Mar del Plata, La Plata, Mendoza, Chacabuco, Santa Fe y otras ciudades.[59] Sólo en la capital, 50.000 trabajadores fueron a la huelga . [60]

Sin embargo, la acción social más importante de 1907 fue sin duda la huelga general de los inquilinos de Buenos Aires, que contó con el apoyo de la FORA. Ya en 1906, la federación había lanzado una campaña de agitación en favor de la reducción de los alquileres y las rentas y había recomendado a los inquilinos de cada edificio que eligieran a sus representantes. Delegados y activistas formaron la Liga de Lucha contra los Altos Alquileres e Impuestos e inició una activa labor de propaganda, distribuyendo folletos y celebrando conferencias. La inmensa mayoría de los trabajadores no tenían vivienda propia y el alquiler era cada vez más inasequible. Cuando las autoridades subieron sustancialmente los impuestos a principios de 1907, los propietarios hicieron recaer inmediatamente la carga sobre los hombros de los inquilinos. La Liga instó a los inquilinos a no pagar el alquiler hasta que se anularan las subidas. A finales de agosto, los inquilinos de una de las casas se declararon en huelga, se negaron a pagar a los caseros y plantearon demandas que incluían una reducción del alquiler del 30%, mejores condiciones sanitarias, la cancelación de la fianza de tres meses y la ausencia de represalias contra su movimiento. Otras viviendas se sumaron a estas reivindicaciones. El 13 de septiembre la Liga convocó una huelga general de inquilinos, que se extendió rápidamente a los barrios obreros y suburbios de la capital, Avellaneda, Lomas de Zamora, Rosario, y en parte a Bahía Blanca y Córdoba. La intervención contó con el apoyo oficial de la Federación Obrera de la Capital, que formaba parte de la FORA. Las publicaciones impresas de la federación se convirtieron esencialmente en el altavoz de la huelga.

La lucha adquirió una dimensión sin precedentes. A finales de septiembre, unas 2.000 casas (el 80% de los inquilinos de la capital) habían dejado de pagar el alquiler. El movimiento abarcaba a unas 100.000 personas. Se organizó sobre la base del autogestion: los inquilinos de cada casa elegían delegados para el comité de barrio, y los comités de barrio elegían delegados para el comité central. En los barrios había subcomités de propaganda y asistencia a los detenidos. Algunos propietarios optaron por hacer concesiones rápidas, otros acudieron a los tribunales y comenzaron los desalojos forzosos de inquilinos por impago. Éstos se resistieron obstinadamente, atrincherándose en sus casas. Los vecinos ayudaron activamente a los desahuciados, bloqueando puertas y pasillos, impidiendo que se llevara a cabo el desalojo y, a menudo, ayudándoles a volver a entrar cuando se marchaban los agentes judiciales, la policía y los bomberos. La Protesta llegó a pedir que las autoridades y los propietarios que llevaran a cabo los desahucios fueran recibidos con agua hirviendo. Las mujeres desempeñaron un papel importante en la resistencia.

Los anarquistas propusieron que los desahuciados instalaran campamentos de protesta en lugares públicos, y la Sociedad de Resistencia de Conductores de Vehículos, integrada en la FORA, puso carros y carretas a disposición de los huelguistas. Esta acción se encontró con una fuerte condena por parte de los socialistas. La prensa burguesa pide la masacre de los alborotadores. Las autoridades pasaron a la represión directa del movimiento, y algunos activistas fueron expulsados del país en virtud de la "Ley de Residencia". Sólo en diciembre se rindieron los huelguistas, consiguiendo sólo mejoras marginales. No obstante, esta huelga reflejó la profundidad del conflicto de clases en el país. Más tarde, en 1915, el Parlamento se vio obligado a aprobar una ley para construir casas para los trabajadores .[61]

Los resultados del combativo año 1907 fueron resumidos del 15 al 19 de diciembre por el VII Congreso de la FORA en La Plata, con delegados de las sociedades y federaciones de resistencia obrera de la capital, Tucumán, Santa Fe, Mendoza, La Plata, Bahía Blanca, San Fernando y Mar del Plata. Se pronunció a favor de una huelga general contra la "Ley de Residencia", rechazó la idea de un nuevo congreso unificador con la UGT y reafirmó la orientación antimilitarista del movimiento obrero. Otras decisiones se refirieron al fortalecimiento de la organización interna, la lucha contra las industrias nocivas, así como la creación de una organización de mujeres trabajadoras y el apoyo a la publicación de La Protesta. Los participantes apoyaron la táctica de la toma la posesión de los medios de producción, que veían como precursora de los "acontecimientos determinantes de la revolución social": en opinión de los anarquistas, los trabajadores debían tomar la posesión y el control de la economía y de todas las demás esferas de la vida .[62]

Los días 13 y 14 de enero de 1908. La FORA organizó una huelga general contra la "Ley de Residencia" y las expulsiones del país. Sin embargo, no fue generalizada y acabó en fracaso, debido también al sabotaje de facto del discurso por parte de la UGT[63] . Mientras tanto, las autoridades recurrieron a una nueva táctica en la lucha contra el anarquismo: desacreditarlo. La policía allanó la sede de la Sociedad de Resistencia de los Zapateros, anunció el hallazgo de "materiales explosivos" en el lugar y detuvo a tres trabajadores. Más tarde estalló una bomba en un tren que transportaba a los trabajadores. Se culpó de ello a los anarquistas, aunque no estaba nada claro por qué los obreros anarquistas matarían a sus propios compañeros. Y el 28 de febrero, un joven obrero, Solano Reljis, intentó asesinar al presidente del país, José Figueroa Alcorta. La bomba no funcionó. En el juicio, el asesino declaró: "...ante la Ley de Residencia, que discrimina a los anarquistas nacidos en el extranjero, yo, como anarquista nacido en el país, protesto contra la deportación de mis compañeros..."[64] .

Represiones, deportaciones, provocaciones, fracasos, todo ello obligó al movimiento obrero a ponerse a la defensiva ya en 1908. Sin embargo, los anarquistas y los activistas de las sociedades de resistencia siguieron celebrando reuniones y manifestaciones, solidarizándose con las "víctimas de la guerra social", recaudando fondos para ayudarlas y, en ocasiones, organizando huelgas. Un indicio del renacimiento de la actividad militante fue la huelga general declarada por la FORA en febrero de 1909 en apoyo de un importante movimiento huelguístico en Rosario, que fue acompañada de ataques policiales, palizas y detenciones de activistas[65] . También aparecieron nuevas publicaciones anarquistas: las revistas Ideas y Vibraciones en La Plata, el boletín antimilitarista El Cuartel y otras.

En mayo de 1909 se produjo un nuevo gran enfrentamiento entre los trabajadores y las autoridades. El 1 de mayo, la FORA celebró un mitin en la Plaza Lorea, frente al edificio del parlamento en Buenos Aires, separada de los socialistas. Treinta mil personas se reunieron para ello. El mitin fue violentamente dispersado por la policía al mando del coronel Ramón Falcón. Doce trabajadores resultaron muertos y ochenta heridos. En respuesta, la FORA, la UGT y el Partido Socialista convocaron una huelga general para protestar contra la masacre, exigiendo la derogación de las leyes penales que se habían utilizado para reprimir las huelgas, la apertura de los sociedades  obreras y los locales del partido cerrados por las autoridades, y la liberación de los presos sociales. Durante esa semana, la capital y muchas ciudades quedaron paralizadas. Estos actos se denominaron "Semana Roja". Sólo en Buenos Aires 220 mil personas hicieron huelga, la ciudad se paralizó casi por completo, sólo funcionaron algunos restaurantes y cafés, los funcionarios, las aduanas y los tranvías. Esto último provocó enfrentamientos con los trabajadores que consideraban a los conductores de tranvías como rompehuelgas. El movimiento tomó Rosario, La Plata, Junín, Lomas de Zamora, Bahía Blanca, San Fernando, Tigre, Pergamino, Bragado, Córdoba, Tres Arroyos, Paso de los Libres y otras ciudades y distritos. En total, al menos 250.000 trabajadores participaron en la huelga. A pesar de que las autoridades cerraron los locales sindicales, la resistencia no cesó. Las tropas patrullaban las calles, los piquetes de huelguistas bloqueaban el paso a las fábricas. Los enfrentamientos entre los trabajadores y la policía se hicieron cada vez más violentos. El 4 de mayo tuvo lugar el funeral de los muertos, a la ceremonia asistieron 300.000 personas. Entre los oradores se encontraban miembros del comité de huelga, el anarquista Alfredo Palacios y el sindicalista Luis Loitito. La policía abrió fuego de nuevo, matando a varias personas. Los días 5 y 6 de mayo se produjeron tiroteos en varios puntos de la capital, y los trabajadores respondieron al fuego. Se celebra una gran concentración en la céntrica Plaza de la Constitución. El número de detenidos superó las 2.000 personas. Finalmente, el 8 de mayo, el gobierno se vio obligado a admitir su derrota. Dio instrucciones al presidente del Senado, Benito Villanueva, para que se reuniera con los miembros del comité de huelga y les diera el acuerdo de derogar la controvertida ley penal, liberar a todos los huelguistas detenidos y abrir todos los locales cerrados de las organizaciones obreras . [66]

El precio de la victoria fue alto: 25 muertos y más de 250 heridos graves.  No obstante, como señala el historiador Edgar Bilsky, "la Semana Roja de 1909, es incorporada en la conciencia obrera como una acción ejemplar y exitosa", suscitando nuevas esperanzas .[67]

El éxito de la acción conjunta dio un nuevo impulso a los intentos de lograr la fusión sindical. En septiembre de 1909, un grupo de sociedades obreras autónomas convocó un nuevo congreso de unificación, pero la FORA volvió a negarse a secundar la fusión en detrimento de sus principios anarcocomunistas, tras lo cual varios sindicatos autónomos se unieron a la UGT. Así se formó la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA)[68] .  La mayoría de la CORA ya no eran socialistas, sino sindicalistas. También contaban con la ayuda de algunos anarquistas de tendencia sindicalista, como Luigi Fabbri, socio de Pietro Gori .[69]

Ya en octubre de 1909 se produjo una nueva huelga general. La ejecución en España del destacado educador anarquista Francisco Ferrer provocó indignación y protestas en todo el mundo. Argentina no se quedó atrás. El 13 de octubre, la FORA convocó una concentración de duelo en la capital, y del 14 al 17 de octubre, una huelga general, que fue acompañada de mítines en todo el país .[70]

La sangre derramada el 1 de mayo no se ha olvidado. Los trabajadores argentinos responsabilizaron personalmente de la atrocidad al jefe de la policía, el coronel Falcón. Como asesor del Ministro del Interior, siguió preparando leyes contra los sindicatos de trabajadores y la prensa laboral. El papel de vengador fue asumido por el joven anarquista Simón Radowitzky (1891 —1956). Ninguna organización se lo encargó; fue una decisión total y exclusivamente personal. Nacido en la aldea de Stepanovka, cerca de Ekaterinoslav, en el Imperio Ruso, Radowitzky participó activamente en la Primera Revolución Rusa de 1905, emigró a Argentina en 1908, vivió en Campana y trabajó en talleres ferroviarios. Allí comenzó a leer literatura anarquista y se unió a un grupo de anarquistas procedentes de Rusia. Simón se trasladó después a Buenos Aires y trabajó como herrero y mecánico. El 1 de mayo de 1909, él mismo participó en un mitin que fue tiroteado por la policía. Enfurecido por la impunidad de Falcón, Radowitzky fabricó una bomba, consiguió una pistola y empezó a seguir al enemigo. El 14 de noviembre consiguió arrojar la bomba al coche en el que viajaba el coronel desde el funeral de su colega. El jefe de policía y su ayudante murieron, y Radowitzky intentó dispararse a sí mismo, pero su herida no fue mortal. El joven fue detenido . [71]

Explicando sus acciones en el juicio, dijo: "Maté, porque en la manifestación del 1 de mayo, el coronel Falcón, a la cabeza de los cosacos argentinos, dirigió la masacre contra los trabajadores. Soy hijo del pueblo trabajador hermano de los caídos en la lucha contra la burguesía, y, como la de todos los demás, mi alma sufría por el suplicio de los que murieron aquella tarde. Realicé dicho  acto solamente por creer en el advenimiento de un porvenir más libre,  más bueno, para la humanidad".[72] .

 Como Simón sólo tenía 18 años, el tribunal no podía condenarlo a muerte. El joven fue condenado a cadena perpetua, que cumplió en el extremo sur, en Ushuaia. A los ojos de los trabajadores argentinos, Radowitzky se convirtió en una figura heroica, un símbolo de lucha y resistencia. A partir de ese momento, su liberación se convirtió en una de las principales reivindicaciones del movimiento obrero del país. La FORA publicó un documento a favor de Radowitzky e hizo campaña para que el "mártir de la clase obrera" fuera liberado.

La respuesta de las autoridades fue brutal. La magnitud de la represión no tenía precedentes ni siquiera para las realidades argentinas de la época y fue recordada durante años. La Protesta fue clausurada, sus imprentas destruidas y los miembros de la redacción internados en una prisión flotante en el buque Guardia Nacional. Los locales de los organizaciones obreras fueron precintados o destrozados. Los detenidos se cuentan por miles; los que no son argentinos son expulsados del país, entre ellos el secretario de la FORA, Juan Bianchi. Muchos se exiliaron a Tierra del Fuego. Las autoridades impusieron un "estado de sitio" que duró hasta el 13 de enero de 1910.[73] Pero incluso durante este periodo, los trabajadores no se rindieron. En lugar de La Protesta, se publicó y distribuyó un boletín clandestino llamado Nuestra Defensa .[74]

Tras el levantamiento del asedio, los miembros liberados del consejo de redacción reanudaron la publicación de La Protesta el 16 de enero, a pesar de los riesgos. Su tirada alcanzó la cifra récord de 16.000 ejemplares. Una semana más tarde, se celebró un mitin en uno de los teatros de la capital con el fin de recaudar fondos para la compra de nuevas máquinas de imprimir. Acudieron más de mil personas. Estaba dirigido contra la tortura en las cárceles. La Protesta lanzó una campaña contra las autoridades penitenciarias. Tras una nueva concentración el 27 de marzo, las autoridades se vieron obligadas a cambiar la administración de la prisión. Las manifestaciones populares crecieron. En marzo, otro diario anarquista, La Batalla, fue publicado por el destacado dramaturgo Rodolfo González Pacheco (1883-1949) y el periodista Teodoro Antilli (1885-1923) . [75]

Y del 23 al 25 de abril de 1910 La FORA pudo celebrar su siguiente VIII Congreso con delegados de los organizaciones obreras de Buenos Aires, Rosario, Chacabuco, Villa María, San Fernando, Mendoza, Tucumán, La Plata, Santa Fe, Rosario, Avellaneda, Quilmes, Enter Ríos, Carlos Casares, La Plata, Mar del Plata y Chascomús. El Congreso llamó a las organizaciones de trabajadores autónomos y a los sindicatos de la CORA a unirse a la FORA para garantizar la acción solidaria y apoyó el congreso de los sindicatos de trabajadores de Sudamérica. Hubo apoyo unánime a Simón Radowitzky, a quien la FORA prometió asistencia "moral y material" . [76]

Aún no recuperada de la derrota de noviembre de 1909, la FORA tuvo que librar otra dura batalla. El 25 de mayo de 1910, el Estado argentino celebraba el centenario de su independencia, las autoridades planearon festejos sin precedentes y una ola de frenesí nacionalista inundó el país. Los internacionalistas anarquistas no pudieron evitar desafiarla. Anticipándose a los festejos, la FORA organizó una manifestación de 80.000 personas el 8 de mayo para exigir la abolición de la "Ley de Residencia", la liberación de los presos sociales y una amnistía para los que habían eludido el servicio militar obligatorio. Incluso la prensa burguesa calificó la manifestación de "sin precedentes". Se dio un ultimátum a las autoridades: si no se cumplían estas exigencias, la FORA y el CORA convocarían una huelga general el 18 de mayo. El gobierno decidió atacar preventivamente. El 13 de mayo impuso el estado de sitio; los directores de ambos periódicos anarquistas fueron detenidos inmediatamente junto con cientos de activistas. Al día siguiente, bandas armadas nacionalistas empezaron a destrozar los locales de las organizaciones obreras, se enzarzaron en tiroteos con sindicalistas y anarquistas y mataron e hirieron a algunos. Se incendian las imprentas de los periódicos anarquistas y socialistas. Buenos Aires es patrullada por 30.000 soldados.

A pesar de todo, la huelga general comenzó como estaba previsto. Vuelven a producirse sangrientos enfrentamientos. Turbas armadas de nacionalistas atacan los barrios obreros, matan a extranjeros (principalmente nativos del Imperio Ruso, como Radowitzky) e incluso atacan los consulados de Brasil y Uruguay. Miles de obreros y anarquistas fueron encarcelados o enviados en buques de guerra . [77]

En plena crisis, estalló una bomba en el teatro Colón de la capital: en ese momento estaba casi vacío, por lo que no hubo víctimas humanas. Aunque los anarquistas afirmaron que había sido obra de agentes de policía, las autoridades detuvieron a un anarquista del Imperio Ruso y lo juzgaron, a pesar de la falta de pruebas convincentes. En junio de 1910 se aprobó una nueva y draconiana "Ley de Defensa Social". En ella se prohibía la entrada en el país a los miembros de grupos anarquistas y se responsabilizaba a las compañías navieras de traer de vuelta a quienes se les denegaba la entrada. Se exige autorización oficial para celebrar reuniones al aire libre o en locales cerrados. Se ilegaliza la bandera roja: quien la posea puede ser condenado a 10 años de prisión. Una explosión que causara daños materiales se castigaba con hasta 15 años de prisión, o con la pena de muerte si causaba la muerte. Quienes alentaran a otros a la huelga mediante amenazas o intimidación eran castigados con penas de prisión. Todos los condenados en virtud de esta ley fueron privados de sus derechos, y los que obtuvieron la ciudadanía argentina fueron despojados de ella[78] . El estado de sitio no se levantó oficialmente hasta finales de julio de 1910.

Los sucesos de mayo de 1910 provocaron el exilio de 23 activistas a Ushuaia, entre ellos González Pacheco y Antilla. Treinta personas fueron expulsadas del país. Algunos de los exiliados al sur pudieron regresar, pero más tarde nuevos nombres se sumaron a las filas de los reprimidos .[79]

El terror de las autoridades era tan fuerte que la FORA tuvo que trabajar ilegalmente durante los 3 años siguientes. La persecución coincidió con una crisis económica y el aumento del desempleo, lo que debilitó al movimiento obrero durante los años siguientes. En la provincia de Córdoba, por ejemplo, la crisis provocó el colapso de la federación local de trabajadores, y sólo sobrevivieron unas pocas secciones sindicales . [80]

Pero incluso en estos años difíciles, la agitación anarquista no cesó. En 1911, La Protesta se publicó clandestinamente semanalmente con una tirada de 7.000-10.000 ejemplares. A mediados de 1912 comenzó a publicarse legalmente, y a partir del 20 de julio de 1913 volvió a publicarse diariamente. En noviembre de ese mismo año volvió a ser objeto de actos vandálicos por parte de la policía tras la publicación de un artículo sobre Radowitzky, en el que se describían las torturas y malos tratos que había sufrido durante su detención. El ejemplar fue confiscado y el autor del artículo, Antilla, y el redactor jefe, Apolinario Barrera, fueron condenados a prisión. Sin embargo, el periódico reanudó pronto su publicación . [81]

Ghiraldo desempeñó un papel importante en la difusión de las ideas anarquistas durante este periodo, publicando la revista Ideas y Figuras y editando varios libros. En 1911 apareció en Buenos Aires el mensual El Trabajo, las revistas La Cultura y Francisco Ferrer; en 1912, La Libre palabra, El Manifiesto y La Anarquía. En 1913 comenzaron a aparecer El Obrero en Buenos Aires, La Rebelión en Rosario, El Combate en Chacabuco y Prometeo en Diamante. 

En 1912 los anarquistas hicieron incluso un nuevo intento de crear una federación de sus grupos.

Ya en septiembre de 1911 se organizó una huelga general de solidaridad y protesta contra la masacre de obreros en Mar del Plata. La FORA no desapareció a pesar de la persecución e incluso pudo amenazar al gobierno con ultimátums en defensa de los reprimidos. Desde principios de 1912, el movimiento huelguístico comenzó a reanudarse poco a poco entre los trabajadores portuarios, panaderos, ferroviarios...[82] 

En el segundo semestre de 1913, una ola de movimiento huelguístico se levantó de nuevo en el país, abarcando Berazategui, Punta Alta, Tandil, Los Pinos y otras ciudades. Durante la huelga de los trabajadores del vidrio de Berazategui, que se caracterizó por la particular persistencia de los manifestantes y estuvo acompañada de represión, detenciones y enfrentamientos, fue asesinado el secretario de la FORA y director de La Protesta, Constanzo Panizza. Sin embargo, terminó con una victoria completa de los trabajadores, que consiguieron un aumento de los salarios, la readmisión de los despedidos, etc. En solidaridad con esta acción, la FORA organizó una huelga general en la capital y varias otras ciudades los días 24 y 25 de octubre[83] . Los sociedades de la federación recuperaron gradualmente su fuerza.

Sin embargo, la grave situación en la que se encontraba el movimiento tras la derrota de 1910 reavivó de nuevo las voces que reclamaban la unidad sindical. En noviembre de 1912 La CORA propuso a la FORA de unirse y el Consejo Federal de la FORA apoyó la idea, recomendando que se abandonara la resolución del V Congreso de reconocer el comunismo anárquico como objetivo del movimiento. La CORA convocó un congreso de unificación en diciembre, y la mayoría de los delegados se mostraron a favor de la fusión en una nueva estructura sobre la base del rechazo del comunismo anárquico y la apertura de los sindicatos a todos los trabajadores, independientemente de sus opiniones ideológicas. Sin embargo, los delegados de la FORA reunidos en la capital rechazaron esta decisión . [84]

Los dirigentes de la CORA decidieron entonces tomar un camino diferente. En junio de 1914, el congreso de la CORA favoreció la entrada de sus sindicatos y afiliados en la FORA. Aunque el Consejo Federal de la FORA recordó que la condición para ingresar era estar de acuerdo con el objetivo del comunismo anárquico, el congreso de la CORA votó en septiembre disolverse y unirse sobre la base de la autonomía a todos los sindicatos obreros de la federación, y eligió delegados al Consejo Federal de la FORA . [85]

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, la gran mayoría de los anarquistas argentinos y de la FORA se opusieron firmemente a ella, expresando su solidaridad con el proletariado de todo el mundo y llamando a la revolución contra el capitalismo y la guerra. En las reuniones antimilitaristas, los oradores denunciaban el patriotismo, el nacionalismo y la idea de la defensa del estado capitalista. Sólo J.E. Carulla intentó agitar a favor de la Entente, pero sus llamamientos no fueron escuchados . [86]

Mientras tanto, el Consejo Federal de la FORA aprobó el ingreso masivo de la CORA y los sindicatos autónomos en la federación y convocó el IX Congreso de la organización. Se reunió en la capital argentina el 1 de abril de 1915, con delegados de federaciones y sindicatos de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, La Plata, Balcarce, Tandil, Deán Funes, Tafí Viejo, Cruz del Eje, Trenque Lauquen, Olavarría, Punta Alta, Maldonado, Bragado, Las Flores, Chacabuco, Santiago del Estero, Tucumán y Mechita. Con la incorporación de organizaciones obreras no anarquistas a la FORA, la relación de fuerzas en su seno había cambiado y los sindicalistas podían ahora imponer sus decisiones. 46 delegaciones votaron a favor de rescindir la resolución del V Congreso de que el objetivo de la federación era el comunismo  anárquico, 14 delegaciones estuvieron en contra y una se abstuvo. La resolución sobre el objetivo de la federación establecía ahora que podía estar compuesta por partidarios de diferentes tendencias ideológicas y doctrinas, con plena autonomía para los afiliados y los sindicatos. También se aprobaron resoluciones contra los trusts, el proteccionismo económico y las leyes represivas, sobre la huelga general, el boicot, el antimilitarismo, el paro, las "cajas de resistencia" para huelgas, el problema agrario, la educación, etc.[87]  

Muchos sociedades obreras anarquistas no estaban de acuerdo con la decisión de abandonar el objetivo anarquista-comunista del movimiento. El 2 de mayo de 1915 se reunió en la sede de la Asociación de Conductores de Carros de Buenos Aires una asamblea de representantes de 21 organizaciones de conductores, carpinteros, electricistas, tabaqueros, panaderos, fundidores, portuarios, alpargateros, grafiteros y del Centro Obrero del Este. Estuvieron presentes como observadores miembros de la Federación Artes Gráficas, la Cámara Sindical de Cocineros y Pasteleros, oficios varios de Berazategui y Santa Fe, los zapateros de Rosario, los ferroviarios de San Cristóbal y representantes de la Federación Obrera Enterriana. Decidieron no reconocer la decisión del IX Congreso, reafirmar la decisión del V Congreso y crear un nuevo Consejo Federal . [88]

A partir de entonces hubo dos organizaciones sindicales en Argentina llamadas FORA: la FORA anarquista del V Congreso y la FORA sindicalista del IX Congreso.

Y tras la federación obrera, el propio movimiento anarquista se escindió. La causa fue la acusación contra el director de La Protesta, Barrera, de que supuestamente había aceptado dinero de los propietarios de una fábrica de cerveza para organizar disturbios entre los trabajadores de una empresa rival. González Pacheco, Antilla y F. González abandonaron La Protesta en febrero de 1916 y empezaron a publicar un periódico rival con el antiguo nombre de La Protesta Humana[89] . Más tarde, en 1917, fue sustituido por el semanario La Obra.

En 1916, un partido radical (la Unión Cívica Radical) ganó las elecciones argentinas, prometiendo derogar las represivas leyes de "Defensa Social" y "Residencia". Aunque los radicales nunca lo hicieron tras llegar al poder, las leyes se aplicaron con menos rigor y cientos de obreros y anarquistas encarcelados fueron puestos en libertad. Los años de la Primera Guerra Mundial, durante los cuales Argentina permaneció neutral pero aislada de las importaciones europeas y tuvo que desarrollar activamente su propia industria, estuvieron marcados por un rápido crecimiento económico. En esta oleada, el movimiento obrero también revivió y se intensificó. En muchas ciudades aparecieron nuevos sindicatos obreros. El número de huelgas aumentó de sesenta y cinco en 1915 a ochenta en 1916 y a ciento noventa y seis en 1918, y el número de huelguistas de 12.077 en 1915 y 23.321 en 1916 a 151.047 en 1918.[90] Como resultado, los trabajadores pudieron obtener importantes concesiones de los empresarios.

Comienzan a aparecer nuevos periódicos y revistas anarquistas: en 1915, Estudios en Rosario, Ideas en Paraná, Voces proletarias en Campana; en 1916, La Verdad en Santa Fe, El Grito del pueblo en Mar del Plata, Brazo y cerebro en Bahía Blanca; en 1917, La Rivolta en Buenos Aires, Humanidad en San Juan, Nubes Rojas en Junín, Alba Roja en Bahía Blanca; en 1918, El Burro en Buenos Aires, Intento en La Plata, Ideas y otros.

Aunque el principal énfasis de los anarquistas argentinos estuvo puesto en el movimiento obrero, no descuidaron otros movimientos y temas sociales.

El anarquismo, más que ningún otro movimiento, contribuyó a la organización de los campesinos argentinos. El 25 de junio de 1912, más de 2.000 campesinos arrendatarios del distrito de Alcorta, en su mayoría italianos y españoles, liderados por Francisco Bulgani, José y Francisco Mena, declararon una huelga general con el apoyo de socialistas, anarquistas, radicales de izquierda e incluso parte del clero. Los jornaleros del distrito, que estaban bajo la influencia de la FORA, expresaron su solidaridad con los huelguistas, al igual que otros trabajadores de Rosario. La huelga se extendió rápidamente a Máximo Paz, San José de la Esquina, Cañada de Gómez, Alvear, La Salada, Chabas, Villa Constitución, Maciel, Totoras, Roldán y a las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Tras un mes y medio de huelga, el 8 de agosto de 1912 los terratenientes aceptaron la mayoría de las reivindicaciones de los arrendatarios. Fue el primer movimiento sindicalista agrario de la historia del país. Con el tiempo desembocó en la creación de la Federación Agraria Argentina.[91]

Los estudiantes anarquistas de principios del siglo XX participaron activamente en el movimiento de reforma universitaria. La juventud estudiantil del país exigía el reconocimiento de la autonomía universitaria, la participación de los estudiantes en la administración de la enseñanza superior y en la formación de los planes de estudio, y una educación libre, gratuita y laica. Como resultado, en junio de 1918, las protestas culminaron con la toma de la universidad por los estudiantes en Córdoba y la declaración de una huelga general. El resultado fue la reforma universitaria en Argentina. La acción de los estudiantes argentinos se convirtió en un ejemplo para los estudiantes de otros países latinoamericanos.[92]

También se estaba gestando un movimiento anarquista de mujeres. En 1907, Juana Rouco Buela, Virginia Bolten, Teresa Caporaletti, María Collazo, Elisa Leotar, María Reyes, Violeta García y María Newelstein organizaron en Buenos Aires el Centro Femenino Anarquista, cuyas militantes desempeñaron un papel destacado en la huelga de inquilinos. Un centro similar, con el nombre de la anarquista francesa Louise Michel, surgió en Rosario. 

 


 

 



[1] Abad de Santillán D. La FORA... P. 77.

[2] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 188-190. Para un resumen de las actas de las reuniones, véase: Abad de Santillán D. La FORA… P. 77-84.

[3] Véase: López A. La FORA en el movimiento obrero. T.1. Buenos Aires, 1987. P. 83, 96.

[4] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 190.

[5] Ibid. P. 193-195.

[6] Yerril P., Rosser L. P.16-17.

[7] Abad de Santillán D. La FORA... P. 87-88.

[8] Sobre el desarrollo del congreso, ver: Abad de Santillán D. La FORA... P. 88-98.

[9] Véase: López A. Op.cit. T.1. P. 96-97.

[10] Yerril P., Rosser L. Op.cit.  P.17-18.

[11] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 195-197.

[12] López Arango E., Abad de Santillan D. Op.cit. P. 15.

[13] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.

[14] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 198.

[15] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.

[16] Abad de Santillán D. La FORA... P. 106.

[17] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.

[18] López Arango E., Abad de Santillan D. Op.cit. P. 17.

[19] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.

[20] Para más detalles sobre el desarrollo del Congreso, véase: Abad de Santillán D. La FORA... P. 108-112.

[21] Véanse los textos de las resoluciones: López A. Op.cit. T.1. P. 97-99.

[22] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 199.

[23] Abad de Santillán D. La FORA... P. 117.

[24] Ibid. P. 208-209.

[25] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 19.

[26] Ibid. P. 18.

[27] RGASPI (Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política). Fondo 534. Inventario 7. Fold. 72. P. 184.

[28] López Arango E., Abad de Santillan D. Op.cit. P. 17-18.

[29] Ibid. P. 18.

[30] Sobre el desarrollo del congreso, véase: Abad de Santillán D. La FORA... P. 119-128.

[31] Citado en: López A. Op.cit. T.1. P. 87.

[32] Ibid. P. 90.

[33] Ibid. P. 91– 92.

[34] Ibid. P. 100.

[35] Ibíd. P. 99.

[36] Ibid. С. 100.

[37] Ibid. P. 100–101.

[38] Ibíd. P. 99–102.

[39] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 20. En total, se calcula que en 1904 se registraron 188 huelgas.

[40] Bilsky E.J. La F.O.R.A. y el movimiento obrero (1900-1910). T.2. Buenos Aires, 1985. P. 123.

[41] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 201; Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 21.

[42] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 19.

[43] Abad de Santillán D. La FORA... P. 139.

[44] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 19.

[45] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 21.

[46] Para el texto de la propuesta, véase: Abad de Santillán D. La FORA... P. 140-142.

[47] Sobre el desarrollo del congreso, ver: Ibid. P. 142-151.

[48] Citado en: López A. Op. cit. T.1. P. 84-85.

[49] Citado en: López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 20.

[50] Véase: López A. Op. cit. T.1. P. 102-104.

[51] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. С. 19.

[52] Abad de Santillán D. La FORA... P. 153.

[53] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 22.

[54] Véase: Abad de Santillan D. La FORA... P. 153; López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 22; Abad de Santillán D. La FORA... P. 155-160; López A. Op. cit. T.1. P. 104–109.

[55] Abad de Santillán D. La FORA... P. 160–164.

[56] Ibid. С. 164–171; Die Internationale. Berlin, 1925. Juni. № 5. S. 101–102.

[57] Alejandro R.J. A History of Organized Labour in Argentina. Westport; Londres, 2003. P. 24.

[58] Abad de Santillán D. La FORA... P. 208210.

[59] Ibid. P. 172–173.

[60] Bilsky E.J. Op. cit. P. 144.

[61] Suriano J. La huelga de inquilinos. Buenos Aires, 1983.

[62] Véase: Abad de Santillán D. La FORA... P. 179182; López A. Op. cit. T.1. P. 109111.

[63] Abad de Santillan D. La FORA... P. 182184; López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 22.

[64] Yerril P., Rosser L. Op. Cit. P. 22.

[65] Abad de Santillán D. La FORA... P. 185.

[66] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 202–203; Bilsky E.J. Op. cit. С. 151–152.

[67] Bilsky E.J. Op. cit. С. 152, 153.

[68] Die Internationale. Berlín, 1925. Juni. No. 5. S.101–102. En el congreso participaron 42 sociedades obreras, diez de las cuales eran miembros de la FORA (en aquel momento la federación contaba con un total de 85 sociedades).

[69] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 205.

[70] Abad de Santillán D. La FORA... P. 195–196.

[71] Souchy A. Una vida por un ideal. México, 1956. P. 22.

[72] Ibid. P. 22–23.

[73] López Arango E., Abad de Santillán D. Op. cit. P. 23.

[74] Bilsky E.J. Op. cit. P. 155.

[75] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 2324; Bilsky E.J. Op. cit. P. 156157.

[76] Abad de Santillán D. La FORA... P. 202205; López A. Op. cit. T.1. P. 109111.

[77] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 2526.

[78] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 24.

[79] Abad de Santillán D. La FORA... P. 207208.

[80] RGASPI (Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política). Fondo 534. Inventario 7. Fold. 72. P. 184.

[81] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 24.

[82] López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 2628.

[83] Abad de Santillán D. Op. cit. С.219220.

[84] Ibid. P. 211218.

[85] Ibid. P. 221229.

[86] Ibíd. P. 229232.

[87] Ibíd. P. 233244. Para los textos de las resoluciones, véase: López A. Op. cit. T.1. P. 111121.

[88] Abad de Santillán D. Op. cit. P. 244245.

[89] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 26.

[90] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 217218; Vitale L. Historia Social Comparada de los Pueblos de América Latina. Vol. 3. P. 52 [Versión electrónica]. URL: https://www.academia.edu/37157550/Historia_Social_Comparada_de_los_Pueblos_de_Am%C3%A9rica_Latina_Tomo_III_Luis_Vitale_pdf (Fecha de consulta: 31.01.2023); Alexander R.J. Op. cit. P. 43.

[91] Torres Giraldo I. Los inconformes. T.3. Bogotá, 1973. P. 81-82 [Versión electrónica]. URL: https://dokumen.pub/lis-inconformes-historia-de-la-rebeldia-de-las-masas-3.html (Fecha de consulta: 31.01.2023).

[92] Vitale L. Op. cit. P. 62.