CAPÍTULO II. TORMENTAS EN EL RÍO DE PLATA: LA HISTORIA DEL ANARQUISMO ARGENTINA. VADIM DAMIER.
EL NACIMIENTO DEL MOVIMIENTO OBRERO ANARQUISTA.
A principios del siglo XX, Argentina bullía entre el humo de las fábricas y el sudor de los muelles. Miles de inmigrantes europeos, escapando de la miseria, llegaban a Buenos Aires con sueños de prosperidad, solo para encontrarse con jornadas interminables, salarios de hambre y un Estado que protegía a patrones y terratenientes. En ese crisol de injusticia nació un huracán de lucha: el Movimiento Obrero Anarquista (MOA), un fenómeno que transformó la historia social argentina y cuyas batallas resuenan como un grito de libertad en las páginas de Tormentas en el Río de la Plata, del historiador Vadim Damier.
Este movimiento no fue solo un sindicato; fue una revolución cultural. Sus protagonistas —panaderos, estibadores, albañiles— rechazaron la política tradicional, los partidos y el reformismo. Creían en la acción directa: huelgas, boicots y sabotajes como herramientas para arrancar conquistas sin intermediarios. Su consigna era clara: "Ni dios, ni patrón, ni Estado". Bajo el paraguas de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), creada en 1904, tejieron una red de sociedades de resistencia donde la toma de decisiones era horizontal, federal y combativa.
El MOA enfrentó una represión feroz. La oligarquía respondió con la “Ley de Residencia” (1902), que deportaba a "agitadores extranjeros", y la “Ley de Defensa Social” (1910), que criminalizaba la protesta. Pero cada golpe fortaleció su resistencia. La Semana Roja de 1909, con 250 mil huelguistas paralizando el país tras una masacre policial, o el sacrificio de mártires como Simón Radowitzky —el joven que ajustició al jefe policial Falcón—, revelaron el temple de un movimiento que prefirió la cárcel o el exilio antes que claudicar.
Con un pie en los sindicatos y otro en la lucha callejera, los anarquistas argentinos no se limitaron a reivindicaciones laborales. Impulsaron la primera huelga de inquilinos (1907), donde mujeres y niños defendieron sus conventillos con agua hirviente; apoyaron a campesinos arrendatarios y estudiantes reformistas, y desafiaron el militarismo en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Su prensa clandestina —La Protesta Humana, decenas de periódicos gremiales— fue un arsenal de ideas que cuestionó el capitalismo, el patriarcado y la opresión colonial.
El Movimiento Obrero Anarquista fue tan coherente y útil como modlo organizativo que se extendió rápidamente como mecha corta por toda América del Sur: en Uruguay, con la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU) en 1905; en Brasil, en la Confederação Operária Brasileira (COB) de 1906; en Federación Obrera Regional Paraguaya (FORP) también en 1906; en la Unión Obrera colombiana de 1913; en la Federación Obrera Regional Peruana (FORP) de 1919; en la Federación Regional de Trabajadores del Ecuador (FRTE) de 1922; en la Federación Obrera Local (FOL) boliviana de 1926, y luego la Confederación Obrera Regional Boliviana (CORB) en 1930. En Chile, pese a la pronta influencia marxista del Partido Demócrata de Luis Emilio Recabarren (devenido después en "Partido Comunista"), y de la "International Workers of the World", una central industrialista que logró captar a muchos anarquistas de su época, la Federación Obrera Regional de Chile (FORCH) de 1913, refundada en 1926, y luego la Confederación General del Trabajo (CGT) de 1931, llevaron las ideas del Movimiento Obrero Anarquista en Chile por lo menos hasta mediados de los años 30.
Este capítulo del libro de
Damier no solo narra conflictos; rescata un espíritu irrepetible: el de obreros
que imaginaron un mundo sin amos, donde la solidaridad era la única ley. Una
epopeya de barricadas y asambleas que, entre 1901 y 1918, puso en jaque a todo
un sistema y sembró la semilla de derechos que hoy damos por sentados.
Bienvenidos a la tormenta.
EL
MOVIMIENTO OBRERO ANARQUISTA (1901-1918)
El Congreso de Sociedades de
Resistencia se reunió en Buenos Aires los días 25 y 26 de mayo de 1901.
Asistieron unos 50 delegados de 30-35 sociedades obreros de la capital y de las
ciudades del interior del país,[1]
que representaban a: sociedades de resistencia de
albañiles, gráficos, constuctores de carruajes, ebanistas, hojalateros,
mecánicos, mimbreros, marmoleros, panaderos, picapedreros, panaderos,
zapateros, talabarteros, alfombreros, veleros y ferroviarios de la capital; albañiles
de La Plata, Quilmes, Rosario, Pergamino y Banfield; panaderos de San Nicolás,
Chivilcoy y La Plata; estibadores de San Nicolás y La Plata; madereros y
ferroviarios de Rosario. Las 5 sociedades de la capital no pudieron participar
directamente en el congreso, pero expresaron su acuerdo con el mismo: pintores,
sastres, cortadores de calzado, curtidores y toneleros. El congreso estuvo
dominado por los anarquistas, que obtuvieron siete de los doce escaños del
comité; los socialistas se hicieron con cinco. Entre los destacados anarquistas
presentes en el congreso estaba Pietro Gori. En la clausura del foro, el
anarquista Inglan Lafarga expresó sus saludos al proletariado mundial que lucha
por su liberación y su solidaridad con todos aquellos que luchan por la
liberación de la raza humana a través de la revolución social.[2]
El Congreso proclamó la
creación de la Federación Obrera Argentina (FOA) y aprobó sus bases
organizativas. Los participantes proclamaron su intención de buscar la
responsabilidad de los empresarios por los "accidentes" laborales, la
prohibición del trabajo femenino e infantil. Se comprometieron a promover entre
los trabajadores la idea de una huelga general y a negarse a ayudar a las
autoridades a conseguir mejoras en las condiciones de trabajo y los salarios.[3]
Esto último significaba que los trabajadores rechazaban la intervención del
Estado en la lucha económica que los asalariados libraban directamente con el
capital. En otras palabras, proclamaba el principio de la acción directa, es
decir, la defensa directa y sin intermediarios de los intereses populares.
Una de las decisiones más
importantes de la Federación fue el rechazo del arbitraje estatal para resolver
los conflictos industriales: los delegados decidieron permitir únicamente la
mediación individual.[4]
El 1 de agosto de 1901 comenzó
a publicarse el órgano oficial de la Federación, el periódico Organización
Obrera.
La creación de la FOA dio un
nuevo impulso al movimiento obrero. En 1901 había 43 sociedades de resistencia
activas: 21 en la capital, 10 en la provincia de Buenos Aires, 8 en la
provincia de Santa Fe y 2 en las provincias de Córdoba y Tucumán. Todas ellas
formaban parte de la FOA. Entre mayo de 1901 y agosto de 1902 hubo 29 huelgas
parciales: 50% en la capital, 30% en la provincia de Buenos Aires, 20% en la
provincia de Santa Fe. Nueve de ellas fueron organizadas por trabajadores
portuarios y marineros (cargadores, marineros, fogoneros, etc.). En cuanto a las
reivindicaciones (55 en total), 13 se referían al salario, 16 a la jornada
laboral, cinco a la organización, seis a la legalización de los sindicatos y
nueve a cuestiones de organización del trabajo.[5]
Ya en agosto de 1901, los
obreros aplican los métodos de lucha preconizados por los anarquistas. Los obreros
de la panadería organizan una gran huelga, declaran el primer boicot y recurren
al sabotaje contra una de las empresas. En octubre estalla una huelga en una
refinería de azúcar en Rosario en demanda de una jornada laboral de 8 horas y
mayores salarios; los trabajadores eligen delegados anarquistas para negociar
con los propietarios. Cuando uno de ellos, R. Ovidi, fue detenido por la
policía, estallaron enfrentamientos y la policía abrió fuego contra los
trabajadores, matando a uno de ellos. La respuesta de los trabajadores fue una
manifestación de seis mil personas contra la violencia policial y una huelga
general de protesta de 24 horas que se extendió a otras ciudades.[6]
Gracias a las continuas
huelgas, los trabajadores consiguieron a menudo salirse con la suya. En
diciembre de 1901, los pintores de Mar del Plata consiguieron una jornada
laboral de 8 horas y un aumento salarial. En febrero de 1902, los estibadores
de Buenos Aires consiguieron un aumento salarial y la introducción de una
jornada laboral de 9 horas.[7]
Sobre esta ola de ofensiva
obrera, el Segundo Congreso de la FOA se reunió en abril de 1902. Las filas de
la federación crecieron rápidamente. Cuarenta y siete sociedades obreras de
Buenos Aires y de las provincias estaban representados en el congreso. Se
celebró bajo la total hegemonía de los anarquistas. Fue aquí donde se produjo
la escisión decisiva entre ellos y la minoría socialista. Insatisfechas con la
decisión sobre la representación, las sociedades obreras socialistas de la
capital, con 1.780 miembros, abandonaron el congreso. Las organizaciones de
Buenos Aires, con 7.630 miembros, así como la mayoría de los sociedades
provinciales, permanecieron para participar en el foro. Además, a los
anarquistas les siguió una importante y combativa asociación de choferes y
carreteros de la capital, así como la Sociedad de Resistencia de Carpinteros y
oficios anexos, que pronto surgió dentro de la federación.[8] Los
socialistas que se marcharon pronto formaron su propia federación sindical, la
Unión General del Trabajo (UGT), pero era claramente inferior a la FOA en
fuerza e influencia.
El congreso de la FOA aprobó
resoluciones para luchar por la abolición del trabajo nocturno y la supresión
de las agencias de colocación, que se proponían sustituir por bolsas de trabajo
gestionadas por los propios trabajadores. Se aprobó el uso de métodos radicales
como el boicot y el sabotaje en las protestas obreras. Pero los anarquistas de
la FOA no iban a limitarse a cuestiones puramente laborales. El Congreso pidió
el lanzamiento de una campaña por la reducción de los alquileres y rentas hasta
su total abolición, y también aprobó una resolución especial contra el
militarismo.[9]
Este último era de especial importancia porque en 1901-1902 las disputas
fronterizas entre Argentina y Chile se habían recrudecido y los dos estados se
tambaleaban al borde de la guerra. Las protestas obreras contra la guerra en
ambos países contribuyeron en gran medida a que los gobiernos se comprometieran
y se evitara un enfrentamiento militar.
El 1 de mayo de 1902, la FOA
organiza su propia manifestación en Buenos Aires, rechazando la oferta de
unirse a los socialistas. En las columnas de las sociedades de resistencia
anarquistas marcharon 15 mil obreros, los socialistas consiguieron reunir sólo
5 mil. En verano estalló un importante conflicto laboral en la industria
panadera. La FOA llevaba desde enero una campaña nacional de boicot contra las
panaderías de "La Princesa", que prohibían los sindicatos de
trabajadores. En respuesta a la detención de dos miembros de la FOA por la
policía, la federación convocó una huelga general de trabajadores de la
panadería a finales de julio; 7.000 personas se sumaron a la huelga. Las
tiendas y comercios de Buenos Aires se quedaron sin pan el 26 de julio, mientras
que los trabajadores y sus familias se abastecían de pan a través de
cooperativas. El 30 de julio la huelga se convirtió en paros selectivos en
aquellas panaderías en las que los propietarios se negaban a satisfacer las
demandas de los trabajadores. Los empresarios y las autoridades hicieron todo
lo posible para reprimir la lucha; a los rompehuelgas contratados se les
permitió utilizar armas, aparentemente para "autodefensa". El 17 de
agosto se convocó una concentración obrera que reunió a 20.000 participantes.
El 19 de agosto, la policía irrumpió en la sede de la FOA y la destrozó con el
pretexto de investigar la muerte de varios rompehuelgas. Los activistas de la
federación fueron detenidos y torturados. Finalmente, la huelga tuvo que
desconvocarse al carecer los huelguistas de medios económicos para continuar la
lucha.[10]
En noviembre de 1902, los
estibadores del puerto de la capital se negaron a transportar cargas de más de
100 kg. La Federación de Estibadores recomendó que no se aceptaran cargas de
más de 70 kg; a través de sus sociedades miembros, el movimiento se extendió a
los puertos de Bahía Blanca y Zárate. El 4 de noviembre, los estibadores de
Zárate organizaron una marcha al frigorífico "Las Palmas" para pedir
solidaridad, pero la marcha fue disuelta por la policía y el comité de huelga
detenido. En solidaridad, estalló una huelga de papeleros en la ciudad. El 10
de noviembre, reivindicando mejores salariales, los cargadores de Rosario se
declaran en huelga. El día 11, en Zárate, los panaderos se declaran en huelga,
manifestando su apoyo a los cargadores. Sólo en Bahía Blanca los estibadores
aceptaron la mediación del socialista D. Rondini. Los conflictos en los puertos
de Buenos Aires y Rosario continuaron. El 15 de noviembre, 5.000 trabajadores
del Mercado Central de Frutos de la capital se sumaron a la huelga: exigían el
fin de las horas extraordinarias, una jornada laboral de 9 horas, un aumento de
los salarios y el reconocimiento de su sociedad obrera por parte de los
empresarios. El día 21, los conductores de transportes se declararon en huelga.
La huelga afectó a 40.000 trabajadores. Las huelgas desembocaron en
enfrentamientos callejeros con la policía.
El 22 de noviembre, la FOA
inició una huelga general a la que se sumaron 100.000 trabajadores. El puerto
de la capital quedó paralizado, los tranvías y otros medios de transporte
parados, las fábricas y los comercios cerrados en pleno día. El centro de la
ciudad quedó desierto y las calles fueron patrulladas por la policía.
En un intento desesperado por
sofocar la huelga, el gobierno del Presidente Julio Roca aprobó dos leyes en el
Parlamento: una para imponer el estado de sitio y otra para autorizar a las
autoridades a expulsar de Argentina a los "agitadores" extranjeros ("Ley
4144 de Residencia"). Se prohibió la entrada en el país a los extranjeros
"cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden
público". Comenzó una frenética histeria chovinista y antiobrera.[11]
Se acusó a activistas inmigrantes de organizar los disturbios.
El 24 de noviembre, las
autoridades impusieron el estado de sitio y se produjeron detenciones masivas.
Según la policía, fueron detenidas 500 personas, pero los huelguistas elevaron
la cifra a dos mil.[12]
Las oficinas de la FOA y la UGT fueron cerradas, los periodicos anarquistas y
socialistas, La Protesta Humana y La Vanguardia, fueron
vandalizados por las turbas chovinistas y dejaron de publicarse. El director de
La Protesta Humana, Gregorio Inglán Lafarga, pasó a la clandestinidad.
Los anarquistas que iban a ser expulsados fueron encarcelados y luego
deportados del país.[13]
En esta situación, los
socialistas desempeñaron el papel de rompehuelgistas. Su "Comité de
Propaganda Sindical" llamó a impedir la huelga, acusó a los anarquistas de
ser poco realistas y de "propagar la violencia". Esto asestó un duro
golpe a la influencia de los socialistas entre los trabajadores. Por el
contrario, los anarquistas lograron un triunfo moral.[14]
La brutal represión de la
huelga de 1902 y la adopción de leyes represivas significaron que las
autoridades declararon una auténtica guerra al movimiento obrero y a los
anarquistas. A partir de entonces, el enfrentamiento entre ambos lados se
convirtió en un enfrentamiento continuo, con sus altibajos, pero siempre
acompañado de una lucha encarnizada. A pesar de los nuevos golpes, la
resistencia de las clases trabajadoras se renovó cada vez con más vigor,
planteando un desafío constante a todo el sistema estatal argentino.
Con la imposición del estado
de sitio, la mayoría de los periódico anarquistas pasaron a la clandestinidad.
Algunos, como Ciencia Social, L'Avvenire, Nuova Civiltà o Solidaridad,
dejaron de existir porque sus directores fueron detenidos o expulsados del
país. Sólo la revista El Sol siguió publicándose, ya que su director, el
dramaturgo Alberto Ghiraldo, era un argentino nativo.[15]
El terror parecía aplastar
toda resistencia. Pero en cuanto se levantó el estado de sitio, en enero de
1903, los trabajadores de los mercados reanudaron la huelga y esta vez tuvieron
un éxito total. Y el 31 de enero volvió a publicarse La Protesta Humana.[16]
A su reactivación contribuyó el Dr. Juan Creaghe, que recaudó fondos para la
publicación y se convirtió en director del periódico.[17]
Como observaron López Arango y
Abad de Santillán, "la publicación de La Protesta Humana después de
la entrada en vigor de la ley de residencia era un continuo gesto de heroísmo.
Se perseguía ese periódico con una saña feroz; los números eran arrebatados por
la policía de las manos de los distribuidores y vendedores; pero eso no hizo
más que favorecer su difusión".[18]
La FOA recuperaba rápidamente
su fuerza. De mediados de abril a mediados de julio de 1903, las 42 sociedades
obreras de la federación contaban con 15.212 afiliados. La manifestación del
Primero de Mayo se celebró bajo el lema de la abolición de la Ley de
Residencia, seguida de una nueva represión policial.[19] Sin embargo,
ya en junio la FOA convocó su siguiente congreso, el tercero, con la participación
de 80 delegados de organizaciones obreras de la capital y del interior del
país.[20]
El foro reafirmó su orientación antipolítica y antiautoritaria, condenando
también la actuación de los socialistas durante la huelga general de diciembre.
Los delegados rechazaron cualquier implicación en la labor de reforma
parlamentaria y legislativa, proclamando la organización económica del
proletariado como paso decisivo hacia su liberación. En una resolución
redactada por Ghiraldo, el congreso subraya la necesidad de desarrollar
plenamente el espíritu de solidaridad y de acción que debía contribuir a la
preparación de una huelga general exitosa, convocando huelgas. En caso de que
un empresario se negara a pagar a un trabajador los salarios que le
correspondían, la sociedad obrera debía presentar una demanda al propietario de
la empresa y, en caso de negativa de éste, lanzar una amplia campaña de boicot
y sabotaje. Se reafirmó la plena responsabilidad de los empresarios en los
accidentes e incidentes laborales y la necesidad de obligarles a pagar
indemnizaciones. Los participantes condenaron la Ley de Residencia y exigieron
su derogación inmediata. Por último, varias resoluciones abordaron también
temas sociales más amplios, como la reivindicación de la "independencia económica"
de la mujer y la recomendación de que las sociedades obreras emprendan amplias
actividades educativas y editoriales, creen bibliotecas, etc.[21]
En otra decisión, los delegados se oponen a la creación de cooperativas, por
considerar que socavan el "espíritu rebelde".
Tras un bache temporal, el
movimiento obrero vuelve a crecer. Entre 1903 y 1904 hubo 113 huelgas en el
país (la mitad de ellas en la capital).[22] Se trata de
huelgas largas en las que participan miles de trabajadores, algunas de las
cuales duran entre tres y ocho semanas. Pararon zapateros, albañiles,
carpinteros, obreros del puerto, marineros y foguistas, conductores de carros,
pintores, mecánicos, cocheros, sombrereros, fideeros, panaderos, escultores de
madera, biseladores, obreros textiles y
trabajadores de otros oficios. En la provincia se celebraron discursos en
Rosario, Junín, Zárate....[23]
Se reactivó la prensa de los
sociedades obreras pro-anarquistas. Además de la Organización Obrera,
aparecieron periódicos como La Unión Doméstica (1902), El Obrero
Calderero (1902), El Barbero (1903), El Reporter del Puerto
(1903), La Voz del Cochero de Plaza (1903), El Ferrocarril
(1903), El Obrero albañil, El Obrero Panadero, El Obrero en
Calzado (1904), El Compañero (1904), El Obrero Intelectual (1904),
El Gráfico (1904), El Obrero Sastre (1904), El Latigo del
Carrero (1904), El Sombrerero, El Sindicato, La Aurora del
marinero (1904)...[24]
Entre los nuevos periódicos anarquistas destacan Vida Nueva en Buenos
Aires (1903), Nuevas Brisas en Rosario (1905) y otras.
El 16 de diciembre de 1903
estalló la mayor huelga de marineros y trabajadores portuarios de Buenos Aires.
Después de 4 días, los empresarios pidieron ayuda a las autoridades y
comenzaron a enviar 1.200 rompehuelgistas. En respuesta, la FOA amenazó con una
huelga general de estibadores. Cuando el 24 de diciembre llegaron los primeros
esquiroles bajo protección policial, estallaron violentos enfrentamientos. La
huelga general declarada se extendió por el Río de la Plata hasta Montevideo,
la capital uruguaya. El 4 de enero de 1904, los acontecimientos se convirtieron
en un auténtico levantamiento: los huelguistas intentaron impedir que los
esquiroles descargaran uno de los barcos, la policía protegió a los que no
querían sumarse a la huelga y se produjo un tiroteo entre los huelguistas
armados y la policía. En el transcurso del mismo resultó muerto el anarquista
Sapoletti, que antes de morir exclamó: "¡Viva la Anarquía!". Uno de los policías resultó gravemente
herido.[25]
Mientras tanto, las filas de
la FOA siguieron creciendo. De mediados de abril a mediados de julio de 1904
contaba con 32.893 afiliados y el número de sociedades obreras ascendía a 66.[26]
El movimiento se extiende a nuevas provincias. En 1904, por ejemplo, se celebró
en Córdoba el primer congreso obrero local, en el que estaban representadas 17
sociedades obreras. Se creó una federación sindical local, que organizó una
serie de huelgas persistentes, buscando mejorar la situación de los
trabajadores.[27]
El 1 de mayo de 1904, los
anarquistas y la FOA volvieron a manifestarse en la capital por separado de los
socialistas y la UGT. La suya fue la mayor manifestación de todos los años
anteriores, atrayendo a 50.000 participantes. La marcha fue desde la plaza
frente al Congreso hasta la Piazza Mazzini, donde se organizó un mitin. De
nuevo, se produjo un ataque policial y una resistencia armada. Como resultado,
murieron un manifestante y dos policías, y también hubo heridos.[28]
Como protesta, la FOA organizó una gran concentración en la céntrica Plaza de
Mayo de la capital.
Los enfrentamientos violentos
entre trabajadores y policía eran casi cotidianos en aquella época. "En
los conflictos se producen con frecuencia choques armados..."[29]
La policía disparó a huelguistas y manifestantes, las autoridades encarcelaron
y expulsaron a activistas, los trabajadores respondieron con batallas
callejeras y barricadas...
El IV Congreso de la
Federación, reunido del 30 de julio al 2 de agosto de 1904 a raíz del auge del
movimiento, rebautizó la FOA como Federación Obrera Regional Argentina (FORA).
Los anarquistas utilizaron deliberadamente el término "región" para
subrayar su compromiso con el internacionalismo. No reconocían ningún estado o
país, por considerarlos engendros artificiales de las clases dominantes.
Delegados de 56 sociedades de
resistencia asistieron al congreso.[30] Confirmaron
la orientación anarquista de la organización adoptando un documento
fundamental, el "Pacto de Solidaridad". En él se afirmaba, en
particular, que la FORA "debe dirigir todos sus esfuerzos a conseguir la
completa emancipación del proletariado, creando sociedades de resistencia,
federaciones de oficios afines, federaciones locales" y, además, entrar en
una alianza confederativa de "todos los productores de la tierra".[31]
La decisión relativa al sistema organizativo de la asociación, que debía
basarse en la autonomía de las sociedades, el federalismo y la autogestion,
afirmaba: "Nuestra organización puramente económica, es distinta y opuesta
a la de todos los partidos burgueses y políticos, puesto que así como ellos se
organizan para la conquista del poder político, nosotros nos organizamos para
que los estados políticos y jurídicos, actualmente existentes, queden reducidos
a funciones puramente económicas”, establiciéndose en su lugar una “federación
libre de asociaciones de productores libres".[32]
Estas mismas ideas de una
sociedad sin Estado se reflejan también en la Declaración de Principios de la
FORA: "... Queremos establecer sobre las ruinas del régimen burgués la obligación
de participar en la producción, estrechamente vinculada al derecho al consumo,
que dará a todos el apoyo necesario de una sociedad cuyos miembros son iguales
en la apropiación de los bienes. Todos iguales en el orden político. Comunismo
en el sistema económico. Fraternidad real entre los hombres de la única clase
de los trabajadores de la tierra libre".[33]
La FORA acogió con
satisfacción el desarrollo de la tecnología y la maquinaria de producción como
factor de progreso, pero afirmó que en el capitalismo sólo servía a la
explotación y creaba pobreza. Por ello, la federación reclamó la pronta
expropiación de los medios de producción por parte del trabajo.[34]
La actitud negativa hacia la
participación en la lucha por el poder también fue reafirmada por el congreso
en una resolución especial sobre la actitud ante el conflicto político. La
razón de su adopción fue la aguda crisis política y la intención del opositor
Partido Radical de derrocar por la fuerza al gobierno conservador. La
Federación se negó a "tomar parte en conflictos políticos armados hasta
que pueda organizar por sí misma un movimiento de defensa de nuestros
intereses, que devuelva a los trabajadores el pleno disfrute de su libertad
económica, base de toda libertad".[35] Vale la pena
subrayar que por libertad económica los anarquistas no entienden la libertad de
propiedad privada o de empresa, ¡sino la posibilidad de disfrutar por igual de
todos los bienes producidos por la sociedad!
En una resolución sobre los
medios de lucha, el congreso proclamó un compromiso con lo que en el anarquismo
se entiende como "gimnasia revolucionaria". El texto aprobado
subrayaba que las huelgas económicas son importantes no sólo en sí mismas, sino
también como medio de "educación revolucionaria" y como prólogo a una
futura huelga general, por lo que deben llevarse a cabo de la forma más
"revolucionaria" posible. Por lo tanto, el congreso llamó la atención
sobre la necesidad de una acción lo más amplia posible, incluyendo la extensión
de la lucha al sector del transporte.[36] En
consecuencia, se rechazó la intervención de las autoridades en los conflictos
entre el trabajo y el capital. Si se aprobaba la "Ley Nacional del
Trabajo", la federación prometió declarar una huelga general. La FORA
también llamó a luchar contra el trabajo a destajo en los salarios.[37]
La cuestión de la represión
por parte de las autoridades fue, por supuesto, una parte importante de los
trabajos del congreso. Los delegados reafirmaron su intención de continuar la
lucha contra la Ley de Residencia y llamaron a boicotear a la policía. Se
adoptó una resolución especial contra el militarismo y el ejército. Varias
resoluciones abordan temas como la emancipación de la mujer, la organización de
bibliotecas sociales, etc.[38]
Ya en otoño de 1904 estalló el
mayor conflicto laboral de Rosario. El 20 de noviembre, los trabajadores de los
comercios se declararon en huelga en la ciudad, exigiendo la reducción de la
jornada laboral a 8 horas y un aumento de los salarios. Durante la huelga, se
dañaron escaparates y los propietarios se negaron a hacer concesiones. Cuando
la federación local, perteneciente a la FORA, se negó a compensarles por las
pérdidas, la policía detuvo a 4 activistas sindicales. La respuesta fue una
huelga general, durante la cual la policía disparó y mató a un joven panadero,
Jesús Pereira. Temiendo nuevos enfrentamientos con los trabajadores, las
autoridades robaron en secreto el cuerpo del fallecido y lo enterraron. Una
multitud de unos trescientos indignados que se había congregado ante la sede local
de la FORA fue atacada por la policía. Ésta abrió fuego y mató a dos
trabajadores y a un niño de 10 años, y más de 100 personas resultaron heridas.
Al enterarse de la masacre, la FORA y la UGT, con una unanimidad poco común,
convocaron una huelga general en Buenos Aires los días 1 y 2 de diciembre.
Temiendo una sublevación, las autoridades movilizaron a 5.000 soldados y los
buques de guerra del puerto mantuvieron sus cañones preparados. La huelga
paralizó completamente Córdoba, Mendoza y toda la zona de Santa Fe... Las
autoridades se vieron obligadas a hacer concesiones a los trabajadores...[39]
El periódico La Protesta
realizó una intensa campaña de cobertura y difusión de las huelgas y los
conflictos sociales. Bajo la dirección de Ghiraldo, que se hizo cargo del
periódico en septiembre de 1904, su tirada alcanzó los 8.000 ejemplares.[40]
A principios de 1905, sin
embargo, la reacción pasó de nuevo a la ofensiva. Aprovechando un intento de
golpe de estado armado de los partidarios del Partido Radical en febrero, las
autoridades impusieron de nuevo el estado de sitio. Tanto la FORA como la UGT
fueron prohibidas temporalmente y sus locales clausurados. Entre los detenidos
se encontraban numerosas personalidades de la FORA, incluido el secretario de
la federación, Francisco Jaquet. Las detenciones, encarcelamientos y
deportaciones se convirtieron en algo cotidiano.[41]
Varios activistas de la FORA
fueron enviados al exilio a Ushuaia, en Tierra del Fuego. Nuevamente el
periódico La Protesta tuvo que ser suspendido.[42]
Pero también esta vez el
movimiento obrero se recuperó rápidamente. El 21 de mayo de 1905, los
sociedades de resistencia de la FORA y los sindicatos de la UGT convocaron un
mitin contra la represión en Plaza Lavalle de la capital. De nuevo se produjo
un ataque de la policía que abrió fuego contra los manifestantes. De nuevo hubo
muertos y heridos.[43]
La persecución de los
anarquistas en Argentina alcanzó tal magnitud que la FORA se vio obligada a
crear un comité especial de propaganda internacional contra la Ley de
Residencia en Montevideo, Uruguay.[44]
El nivel de enfrentamiento
llegó al punto de que el 11 de agosto, en respuesta a la masacre del 21 de
mayo, el anarquista Salvador Planas, de 24 años, intentó disparar al presidente
argentino Manuel Quintana, que se dirigía en coche al Parlamento. El revólver
falló dos veces y los guardias redujeron al agresor. Posteriormente fue
condenado a 13 años de cárcel, pero al cabo de 5 años Planas consiguió escapar.[45]
La represión pareció acercar
un poco más a las organizaciones obreras anarquistas y socialistas. Los
intentos de los socialistas de ampliar su influencia en la clase obrera
fracasaron. Entonces, el congreso de la UGT se dirigió a la Federación con la
propuesta de firmar un "pacto de solidaridad". Este debía ser
considerado por el V Congreso de la FORA, que se reunió el 26 de agosto de 1905
en Buenos Aires.[46]
Al congreso asistieron
delegados de 53 sociedades de resistencia organizadas en cinco federaciones
locales y una federación de oficio, que incluía cuatro sociedades obreras y 41
sindicatos.[47]
El foro dio la bienvenida a Planas con una gran ovación. La propuesta de pacto
de la central sindical socialista, la UGT, fue rechazada.
La principal decisión del
congreso de 1905 fue sin duda la proclamación abierta por parte de los
sindicatos obreros del objetivo de la lucha por una sociedad anarquista
("finalismo"). Por primera vez en la historia del movimiento obrero
mundial, el V Congreso de la FORA aprobó y recomendó a todos sus miembros que
“consecuente con los principios filosóficos que han dado razón de ser a la
organización de las federaciones obreras (…) aprueba y recomienda a todos sus
adherentes la propaganda e ilustración más amplia, en el sentido de inculcar en
los obreros los principios económicos y filosóficos del COMUNISMO ANÁRQUICO.
Esta educación, impidiendo que se detengan en la conquista de las ocho horas,
les llevará a su completa emancipación y por consiguiente a la evolución social
que se persigue."[48]
Así, el comunismo anárquico fue declarado doctrina ideológica oficial de la
FORA como movimiento obrero anarquista.
El congreso reafirmó la
determinación de continuar la lucha contra la Ley de Residencia. Además,
recomendaron que los trabajadores resistieran a la policía por la fuerza si era
necesario. La resolución adoptada decía: "El quinto congreso recomienda a
sus adherentes no dejarse conducir presos sin causa justficada, llegando hasta
la violencia práctica para poner coto a esos abusos policiales, debiendo las
sociedades a que pertenecen prestarles ayuda moral y material."[49]
En otras palabras, À la guerre comme à la
guerre (¡A la guerra como en la guerra!)
Entre otras decisiones del
congreso estaban: declarar la intención de luchar contra la adopción de la
"Ley Nacional del Trabajo" hasta el punto de organizar una huelga
revolucionaria, promover el movimiento de huelga del transporte y el método del
boicot, y difundir el método del "label". Por este último se entendía
la práctica de que una organizacion obrera colocara una pegatina llamando al
boicot en los productos de un fabricante concreto. La FORA pidió la creación de
escuelas libertarias, bibliotecas y la publicación de literatura educativa e
instructiva, así como la participación de las mujeres en la lucha obrera. Otras
resoluciones abordaban la educación sobre los perjuicios del abuso del alcohol
y el tabaco, la lucha contra la práctica de las "propinas", etc.[50]
En los meses siguientes, la
lucha de clases se intensificó. En noviembre de 1905, las autoridades
recurrieron de nuevo a la imposición del estado de sitio para reprimir una
huelga en el puerto de Buenos Aires.[51] Durante este
periodo, El Obrero Albañil, de
la Sociedad de Obreros Albañiles se publicó ilegalmente.
En 1906, según el Ministerio
del Interior argentino, se registraron 39 huelgas, en las que participaron
137.000 trabajadores.[52]
Sin embargo, otras estadísticas dan un número diferente de huelgas, 323 en 1906
y 254 en 1907. De estas últimas, 161 terminaron con la derrota de los
trabajadores. Según datos citados por López Arango y Abad de Santillán, 112
huelgas fueron organizadas por la FORA, 44 por la UGT y 107 por sociedades
obreras autónomas, la mayoría influidas por la FORA.[53]
En el VI Congreso de la FORA,
celebrado del 19 al 23 de septiembre de 1906, se reunieron en Rosario delegados
de las sociedades de resistencia de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Chacabuco,
La Plata, Bahía Blanca, Córdoba, Puerto Borghi, Zárate, Veinticinco de Mayo y
Puerto General San Martín. Para entonces, la Federación contaba con 105
sociedades miembros. Los congresistas ovacionaron la revolución en la lejana
Rusia. Se aprobaron resoluciones sobre la huelga general y el boicot como
método de lucha, sobre medidas para oponerse a los cierres patronales y los
despidos, a los accidentes y siniestros laborales, sobre la oposición al
trabajo a destajo y a la utilización de procesos de producción nocivos, sobre
la resistencia contra la Ley de Residencia, sobre la educación y la
ilustración, sobre las tareas de organización de los trabajadores rurales, y
otras. Los delegados prestaron especial atención al apoyo a la lucha de los
inquilinos contra el comportamiento arbitrario de los propietarios. Los
participantes adoptaron una serie de decisiones contra el militarismo y el
patriotismo.
Se proclamó la intención de
las organizaciones obreras de conseguir una jornada laboral de 6 horas. Los
anarquistas obreros creían que en ningún caso debía mejorarse la situación de
unos trabajadores a costa de otros, por lo que el congreso decidió que las
huelgas de debían exigir salarios más altos y jornadas laborales más cortas, no
precios más altos para los productos y servicios. Los participantes volvieron a
denunciar a las cooperativas como instituciones legalistas, reformistas y
burguesas. En materia organizativa, el congreso defendió la necesidad de
formalizar las federaciones de oficio. [54]
Aunque el congreso de la FORA
rechazó la idea de un pacto con la UGT, el deseo de un acercamiento entre las
dos centrales sindicales seguía siendo expresado por miembros del sindicato
socialista y algunos anarquistas. También se vio alimentado por el apoyo
conjunto a una huelga general en solidaridad con los transportistas de Rosario
en huelga. 150.000 trabajadores participaron en la huelga, 80.000 de ellos en
la capital. El movimiento se extendió también a Santa Fe, Bahía Blanca, Mendoza
y otras ciudades. Tras dos días de lucha, los trabajadores salieron
victoriosos, se aceptaron sus reivindicaciones y los detenidos fueron liberados
.[55]
En esta ola, un congreso se
reunió en Buenos Aires del 28 de marzo al 1 de abril de 1907 para discutir la
posible unificación de la FORA y la UGT. Asistieron representantes de 69
sociedades de la FORA, 30 de la UGT y 36 sociedades y sindicatos autónomos. Las
partes intentaron acordar los términos de la fusión, pero los anarquistas
insistieron en la renuncia a la actividad política y parlamentaria y en el
reconocimiento del comunismo anárquico como objetivo de la central sindical que
se crearía. Para sus oponentes esto era inaceptable. En la votación, 62
sociedades obreras se pronunciaron a favor del reconocimiento del
comunismo anárquico, 9 votaron en contra
y 38 se abstuvieron. Los delegados de la UGT y de varios sindicatos autónomos
abandonaron el congreso y la unificación fracasó . [56]
En 1907 un total de 104
sociedades obreras eran miembros de la FORA. Sólo la federación local de Buenos
Aires contaba con al menos 5.000 afiliados cotizantes. Sin embargo, tanto entonces
como después, las cuotas se pagaban de forma irregular, de modo que el número
de los que las pagaban rara vez hablaba de la fuerza real de los sindicatos
obreros y los grupos anarquistas en América Latina .[57]
El movimiento anarquista no se
desarrolló en estos años sólo en los sindicatos obreros. La actividad editorial
volvió a florecer. Se publicaron libros y folletos, aparecieron nuevos
periódicos y revistas: Fulgor (1906), La Antorcha (1906), Hermen
(1907), Labor (1907), Letras (1907), Clarín (1907), L'Agitatore
(1907), Nuevos caminos (1907), El Proletario (1907, Rosario), La Batalla (1908), Pensamiento nuevo (1908,
Mendoza)...
Las organizaciones obreras de
la FORA comenzaron a producir en 1905: El Hoyero; en 1906: El Obrero
en madera, El Obrero albañil federado, La Luz, El Hierro,
El Panadero, El Despertar, La Moderna, El Empleado de
tranvia, El Obrero acerrador, El Obrero galponista, Tribuna
ferroviaria y El Trabajo; en 1907: El Obrero fideero, El Astillero, El Obrero carpintero, El
Obrero constructor de rodados, El Dependiente, El
Emancipado; en 1908: El Obrero panadero, El Panadero, y
otros. En las ciudades de provincia en 1906-1908: El Obrero carbonero y Aurora
aparecieron en La Plata, La Lucha y El Dependiente de comercio en
Tucumán, El Obrero albañil en Córdoba, La Lucha en Rosario, Organización
Obrera en Azul, etc.[58]
Los días 2 y 3 de agosto de
1907, la FORA organizó otra huelga general para protestar contra la masacre de
trabajadores en huelga en Bahía Blanca. En esa ciudad, el 23 de julio, los
remachadores portuarios se declararon en huelga exigiendo un aumento salarial y
la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Recurrieron a actos de sabotaje
en taller y se enfrentaron a los rompehuelgas, con el resultado de un
trabajador muerto. Después, un destacamento de marineros militares atacó la
asamblea de la Casa del Pueblo, matando a tiros a otro de los huelguistas. En
su funeral, la policía abrió fuego, matando a una persona e hiriendo a nueve.
La huelga general anunciada por la FORA abarcaba la capital, Rosario, Mar del
Plata, La Plata, Mendoza, Chacabuco, Santa Fe y otras ciudades.[59] Sólo
en la capital, 50.000 trabajadores fueron a la huelga . [60]
Sin embargo, la acción social
más importante de 1907 fue sin duda la huelga general de los inquilinos de
Buenos Aires, que contó con el apoyo de la FORA. Ya en 1906, la federación
había lanzado una campaña de agitación en favor de la reducción de los
alquileres y las rentas y había recomendado a los inquilinos de cada edificio
que eligieran a sus representantes. Delegados y activistas formaron la Liga de
Lucha contra los Altos Alquileres e Impuestos e inició una activa labor de
propaganda, distribuyendo folletos y celebrando conferencias. La inmensa
mayoría de los trabajadores no tenían vivienda propia y el alquiler era cada
vez más inasequible. Cuando las autoridades subieron sustancialmente los
impuestos a principios de 1907, los propietarios hicieron recaer inmediatamente
la carga sobre los hombros de los inquilinos. La Liga instó a los inquilinos a
no pagar el alquiler hasta que se anularan las subidas. A finales de agosto,
los inquilinos de una de las casas se declararon en huelga, se negaron a pagar
a los caseros y plantearon demandas que incluían una reducción del alquiler del
30%, mejores condiciones sanitarias, la cancelación de la fianza de tres meses
y la ausencia de represalias contra su movimiento. Otras viviendas se sumaron a
estas reivindicaciones. El 13 de septiembre la Liga convocó una huelga general
de inquilinos, que se extendió rápidamente a los barrios obreros y suburbios de
la capital, Avellaneda, Lomas de Zamora, Rosario, y en parte a Bahía Blanca y
Córdoba. La intervención contó con el apoyo oficial de la Federación Obrera de
la Capital, que formaba parte de la FORA. Las publicaciones impresas de la
federación se convirtieron esencialmente en el altavoz de la huelga.
La lucha adquirió una
dimensión sin precedentes. A finales de septiembre, unas 2.000 casas (el 80% de
los inquilinos de la capital) habían dejado de pagar el alquiler. El movimiento
abarcaba a unas 100.000 personas. Se organizó sobre la base del autogestion:
los inquilinos de cada casa elegían delegados para el comité de barrio, y los
comités de barrio elegían delegados para el comité central. En los barrios
había subcomités de propaganda y asistencia a los detenidos. Algunos
propietarios optaron por hacer concesiones rápidas, otros acudieron a los
tribunales y comenzaron los desalojos forzosos de inquilinos por impago. Éstos
se resistieron obstinadamente, atrincherándose en sus casas. Los vecinos
ayudaron activamente a los desahuciados, bloqueando puertas y pasillos,
impidiendo que se llevara a cabo el desalojo y, a menudo, ayudándoles a volver
a entrar cuando se marchaban los agentes judiciales, la policía y los bomberos.
La Protesta llegó a pedir que las autoridades y los propietarios que
llevaran a cabo los desahucios fueran recibidos con agua hirviendo. Las mujeres
desempeñaron un papel importante en la resistencia.
Los anarquistas propusieron
que los desahuciados instalaran campamentos de protesta en lugares públicos, y
la Sociedad de Resistencia de Conductores de Vehículos, integrada en la FORA,
puso carros y carretas a disposición de los huelguistas. Esta acción se
encontró con una fuerte condena por parte de los socialistas. La prensa
burguesa pide la masacre de los alborotadores. Las autoridades pasaron a la
represión directa del movimiento, y algunos activistas fueron expulsados del
país en virtud de la "Ley de Residencia". Sólo en diciembre se rindieron
los huelguistas, consiguiendo sólo mejoras marginales. No obstante, esta huelga
reflejó la profundidad del conflicto de clases en el país. Más tarde, en 1915,
el Parlamento se vio obligado a aprobar una ley para construir casas para los
trabajadores .[61]
Los resultados del combativo
año 1907 fueron resumidos del 15 al 19 de diciembre por el VII
Congreso de la FORA en La Plata, con delegados de las sociedades y federaciones
de resistencia obrera de la capital, Tucumán, Santa Fe, Mendoza, La Plata,
Bahía Blanca, San Fernando y Mar del Plata. Se pronunció a favor de una huelga
general contra la "Ley de Residencia", rechazó la idea de un nuevo
congreso unificador con la UGT y reafirmó la orientación antimilitarista del
movimiento obrero. Otras decisiones se refirieron al fortalecimiento de la
organización interna, la lucha contra las industrias nocivas, así como la creación de una organización de mujeres trabajadoras y
el apoyo a la publicación de La Protesta. Los participantes
apoyaron la táctica de la toma la posesión de los medios de producción, que
veían como precursora de los "acontecimientos determinantes de la
revolución social": en opinión de los anarquistas, los trabajadores debían
tomar la posesión y el control de la economía y de todas las demás esferas de
la vida .[62]
Los días 13 y 14 de enero de 1908. La FORA
organizó una huelga general contra la "Ley de Residencia" y las
expulsiones del país. Sin embargo, no fue generalizada y acabó en fracaso,
debido también al sabotaje de facto del discurso por parte de la UGT[63] .
Mientras tanto, las autoridades recurrieron a una nueva táctica en la lucha
contra el anarquismo: desacreditarlo. La policía allanó la sede de la
Sociedad de Resistencia de los Zapateros, anunció el hallazgo de
"materiales explosivos" en el lugar y detuvo a tres trabajadores. Más
tarde estalló una bomba en un tren que transportaba a los trabajadores. Se
culpó de ello a los anarquistas, aunque no estaba nada claro por qué los
obreros anarquistas matarían a sus propios compañeros. Y el 28 de febrero, un
joven obrero, Solano Reljis, intentó asesinar al presidente del país, José
Figueroa Alcorta. La bomba no funcionó. En el juicio, el asesino declaró:
"...ante la Ley de Residencia, que discrimina a los anarquistas nacidos en
el extranjero, yo, como anarquista nacido en el país, protesto contra la
deportación de mis compañeros..."[64] .
Represiones, deportaciones,
provocaciones, fracasos, todo ello obligó al movimiento obrero a ponerse a
la defensiva ya en 1908. Sin embargo, los anarquistas y los activistas de las
sociedades de resistencia siguieron celebrando reuniones y manifestaciones,
solidarizándose con las "víctimas de la guerra social", recaudando
fondos para ayudarlas y, en ocasiones, organizando huelgas. Un indicio del
renacimiento de la actividad militante fue la huelga general declarada por la
FORA en febrero de 1909 en apoyo de un importante movimiento huelguístico en
Rosario, que fue acompañada de ataques policiales, palizas y detenciones de
activistas[65] .
También aparecieron nuevas publicaciones anarquistas: las revistas Ideas
y Vibraciones en La Plata, el boletín antimilitarista El Cuartel
y otras.
En mayo de 1909 se produjo un
nuevo gran enfrentamiento entre los trabajadores y las autoridades. El 1 de
mayo, la FORA celebró un mitin en la Plaza Lorea, frente al edificio del
parlamento en Buenos Aires, separada de los socialistas. Treinta mil personas
se reunieron para ello. El mitin fue violentamente dispersado por la policía al
mando del coronel Ramón Falcón. Doce trabajadores resultaron muertos y ochenta
heridos. En respuesta, la FORA, la UGT y el Partido Socialista convocaron una
huelga general para protestar contra la masacre, exigiendo la derogación de las
leyes penales que se habían utilizado para reprimir las huelgas, la apertura de
los sociedades obreras y los locales del
partido cerrados por las autoridades, y la liberación de los presos sociales.
Durante esa semana, la capital y muchas ciudades quedaron paralizadas. Estos
actos se denominaron "Semana Roja". Sólo en Buenos Aires 220 mil
personas hicieron huelga, la ciudad se paralizó casi por completo, sólo
funcionaron algunos restaurantes y cafés, los funcionarios, las aduanas y los
tranvías. Esto último provocó enfrentamientos con los trabajadores que
consideraban a los conductores de tranvías como rompehuelgas. El movimiento
tomó Rosario, La Plata, Junín, Lomas de Zamora, Bahía Blanca, San Fernando,
Tigre, Pergamino, Bragado, Córdoba, Tres Arroyos, Paso de los Libres y otras
ciudades y distritos. En total, al menos 250.000 trabajadores participaron en
la huelga. A pesar de que las autoridades cerraron los locales sindicales, la
resistencia no cesó. Las tropas patrullaban las calles, los piquetes de
huelguistas bloqueaban el paso a las fábricas. Los enfrentamientos entre los
trabajadores y la policía se hicieron cada vez más violentos. El 4 de mayo tuvo
lugar el funeral de los muertos, a la ceremonia asistieron 300.000 personas.
Entre los oradores se encontraban miembros del comité de huelga, el anarquista
Alfredo Palacios y el sindicalista Luis Loitito. La policía abrió fuego de
nuevo, matando a varias personas. Los días 5 y 6 de mayo se produjeron tiroteos
en varios puntos de la capital, y los trabajadores respondieron al fuego. Se
celebra una gran concentración en la céntrica Plaza de la Constitución. El
número de detenidos superó las 2.000 personas. Finalmente, el 8 de mayo, el
gobierno se vio obligado a admitir su derrota. Dio instrucciones al presidente
del Senado, Benito Villanueva, para que se reuniera con los miembros del comité
de huelga y les diera el acuerdo de derogar la controvertida ley penal, liberar
a todos los huelguistas detenidos y abrir todos los locales cerrados de las
organizaciones obreras . [66]
El precio de la victoria fue
alto: 25 muertos y más de 250 heridos graves.
No obstante, como señala el historiador Edgar Bilsky, "la Semana
Roja de 1909, es incorporada en la conciencia obrera como una acción ejemplar y
exitosa", suscitando nuevas esperanzas .[67]
El éxito de la acción conjunta
dio un nuevo impulso a los intentos de lograr la fusión sindical. En septiembre
de 1909, un grupo de sociedades obreras autónomas convocó un nuevo congreso de
unificación, pero la FORA volvió a negarse a secundar la fusión en detrimento
de sus principios anarcocomunistas, tras lo cual varios sindicatos autónomos se
unieron a la UGT. Así se formó la Confederación Obrera Regional Argentina
(CORA)[68]
. La mayoría de la CORA ya no eran
socialistas, sino sindicalistas. También contaban con la ayuda de algunos
anarquistas de tendencia sindicalista, como Luigi Fabbri, socio de Pietro Gori
.[69]
Ya en octubre de 1909 se
produjo una nueva huelga general. La ejecución en España del destacado educador
anarquista Francisco Ferrer provocó indignación y protestas en todo el mundo.
Argentina no se quedó atrás. El 13 de octubre, la FORA convocó una
concentración de duelo en la capital, y del 14 al 17 de octubre, una huelga
general, que fue acompañada de mítines en todo el país .[70]
La sangre derramada el 1 de
mayo no se ha olvidado. Los trabajadores argentinos responsabilizaron
personalmente de la atrocidad al jefe de la policía, el coronel Falcón. Como
asesor del Ministro del Interior, siguió preparando leyes contra los sindicatos
de trabajadores y la prensa laboral. El papel de vengador fue asumido por el
joven anarquista Simón Radowitzky (1891 —1956). Ninguna organización se lo
encargó; fue una decisión total y exclusivamente personal. Nacido en la aldea
de Stepanovka, cerca de Ekaterinoslav, en el Imperio Ruso, Radowitzky participó
activamente en la Primera Revolución Rusa de 1905, emigró a Argentina en 1908,
vivió en Campana y trabajó en talleres ferroviarios. Allí comenzó a leer
literatura anarquista y se unió a un grupo de anarquistas procedentes de Rusia.
Simón se trasladó después a Buenos Aires y trabajó como herrero y mecánico. El
1 de mayo de 1909, él mismo participó en un mitin que fue tiroteado por la
policía. Enfurecido por la impunidad de Falcón, Radowitzky fabricó una bomba,
consiguió una pistola y empezó a seguir al enemigo. El 14 de noviembre
consiguió arrojar la bomba al coche en el que viajaba el coronel desde el
funeral de su colega. El jefe de policía y su ayudante murieron, y Radowitzky
intentó dispararse a sí mismo, pero su herida no fue mortal. El joven fue
detenido . [71]
Explicando sus acciones en el
juicio, dijo: "Maté, porque en la manifestación del 1 de mayo, el coronel
Falcón, a la cabeza de los cosacos argentinos, dirigió la masacre contra los
trabajadores. Soy hijo del pueblo trabajador hermano de los caídos en la lucha
contra la burguesía, y, como la de todos los demás, mi alma sufría por el
suplicio de los que murieron aquella tarde. Realicé dicho acto solamente por creer en el advenimiento de
un porvenir más libre, más bueno, para
la humanidad".[72]
.
Como Simón sólo tenía 18 años, el tribunal no
podía condenarlo a muerte. El joven fue condenado a cadena perpetua, que
cumplió en el extremo sur, en Ushuaia. A los ojos de los trabajadores
argentinos, Radowitzky se convirtió en una figura heroica, un símbolo de lucha
y resistencia. A partir de ese momento, su liberación se convirtió en una de
las principales reivindicaciones del movimiento obrero del país. La FORA
publicó un documento a favor de Radowitzky e hizo campaña para que el
"mártir de la clase obrera" fuera liberado.
La respuesta de las
autoridades fue brutal. La magnitud de la represión no tenía precedentes ni
siquiera para las realidades argentinas de la época y fue recordada durante
años. La Protesta fue clausurada, sus imprentas destruidas y los
miembros de la redacción internados en una prisión flotante en el buque Guardia
Nacional. Los locales de los organizaciones obreras fueron precintados o
destrozados. Los detenidos se cuentan por miles; los que no son argentinos son
expulsados del país, entre ellos el secretario de la FORA, Juan Bianchi. Muchos
se exiliaron a Tierra del Fuego. Las autoridades impusieron un "estado de
sitio" que duró hasta el 13 de enero de 1910.[73] Pero incluso
durante este periodo, los trabajadores no se rindieron. En lugar de La
Protesta, se publicó y distribuyó un boletín clandestino llamado Nuestra
Defensa .[74]
Tras el levantamiento del
asedio, los miembros liberados del consejo de redacción reanudaron la
publicación de La Protesta el 16 de enero, a pesar de los riesgos. Su
tirada alcanzó la cifra récord de 16.000 ejemplares. Una semana más tarde, se
celebró un mitin en uno de los teatros de la capital con el fin de recaudar
fondos para la compra de nuevas máquinas de imprimir. Acudieron más de mil
personas. Estaba dirigido contra la tortura en las cárceles. La Protesta
lanzó una campaña contra las autoridades penitenciarias. Tras una nueva
concentración el 27 de marzo, las autoridades se vieron obligadas a cambiar la
administración de la prisión. Las manifestaciones populares crecieron. En
marzo, otro diario anarquista, La Batalla, fue publicado por el
destacado dramaturgo Rodolfo González Pacheco (1883-1949) y el periodista
Teodoro Antilli (1885-1923) . [75]
Y del 23 al 25 de abril de 1910
La FORA pudo celebrar su siguiente VIII Congreso con delegados de los
organizaciones obreras de Buenos Aires, Rosario, Chacabuco, Villa María, San
Fernando, Mendoza, Tucumán, La Plata, Santa Fe, Rosario, Avellaneda, Quilmes,
Enter Ríos, Carlos Casares, La Plata, Mar del Plata y Chascomús. El Congreso
llamó a las organizaciones de trabajadores autónomos y a los sindicatos de la
CORA a unirse a la FORA para garantizar la acción solidaria y apoyó el congreso
de los sindicatos de trabajadores de Sudamérica. Hubo apoyo unánime a Simón
Radowitzky, a quien la FORA prometió asistencia "moral y material" . [76]
Aún no recuperada de la
derrota de noviembre de 1909, la FORA tuvo que librar otra dura batalla. El 25
de mayo de 1910, el Estado argentino celebraba el centenario de su
independencia, las autoridades planearon festejos sin precedentes y una ola de
frenesí nacionalista inundó el país. Los internacionalistas anarquistas no
pudieron evitar desafiarla. Anticipándose a los festejos, la FORA organizó una
manifestación de 80.000 personas el 8 de mayo para exigir la abolición de la
"Ley de Residencia", la liberación de los presos sociales y una
amnistía para los que habían eludido el servicio militar obligatorio. Incluso
la prensa burguesa calificó la manifestación de "sin precedentes". Se
dio un ultimátum a las autoridades: si no se cumplían estas exigencias, la FORA
y el CORA convocarían una huelga general el 18 de mayo. El gobierno decidió
atacar preventivamente. El 13 de mayo impuso el estado de sitio; los directores
de ambos periódicos anarquistas fueron detenidos inmediatamente junto con
cientos de activistas. Al día siguiente, bandas armadas nacionalistas empezaron
a destrozar los locales de las organizaciones obreras, se enzarzaron en
tiroteos con sindicalistas y anarquistas y mataron e hirieron a algunos. Se
incendian las imprentas de los periódicos anarquistas y socialistas. Buenos
Aires es patrullada por 30.000 soldados.
A pesar de todo, la huelga
general comenzó como estaba previsto. Vuelven a producirse sangrientos
enfrentamientos. Turbas armadas de nacionalistas atacan los barrios obreros,
matan a extranjeros (principalmente nativos del Imperio Ruso, como Radowitzky)
e incluso atacan los consulados de Brasil y Uruguay. Miles de obreros y
anarquistas fueron encarcelados o enviados en buques de guerra . [77]
En plena crisis, estalló una
bomba en el teatro Colón de la capital: en ese momento estaba casi vacío, por
lo que no hubo víctimas humanas. Aunque los anarquistas afirmaron que había
sido obra de agentes de policía, las autoridades detuvieron a un anarquista del
Imperio Ruso y lo juzgaron, a pesar de la falta de pruebas convincentes. En
junio de 1910 se aprobó una nueva y draconiana "Ley de Defensa
Social". En ella se prohibía la entrada en el país a los miembros de
grupos anarquistas y se responsabilizaba a las compañías navieras de traer de
vuelta a quienes se les denegaba la entrada. Se exige autorización oficial para
celebrar reuniones al aire libre o en locales cerrados. Se ilegaliza la bandera
roja: quien la posea puede ser condenado a 10 años de prisión. Una explosión
que causara daños materiales se castigaba con hasta 15 años de prisión, o con
la pena de muerte si causaba la muerte. Quienes alentaran a otros a la huelga
mediante amenazas o intimidación eran castigados con penas de prisión. Todos los condenados en virtud de esta ley fueron privados
de sus derechos, y los que obtuvieron la ciudadanía argentina fueron despojados
de ella[78]
. El estado de sitio no se levantó oficialmente hasta finales de julio de 1910.
Los sucesos de mayo de 1910
provocaron el exilio de 23 activistas a Ushuaia, entre ellos González Pacheco y
Antilla. Treinta personas fueron expulsadas del país. Algunos de los exiliados
al sur pudieron regresar, pero más tarde nuevos nombres se sumaron a las filas
de los reprimidos .[79]
El terror de las autoridades
era tan fuerte que la FORA tuvo que trabajar ilegalmente durante los 3 años
siguientes. La persecución coincidió con una crisis económica y el aumento del
desempleo, lo que debilitó al movimiento obrero durante los años siguientes. En
la provincia de Córdoba, por ejemplo, la crisis provocó el colapso de la
federación local de trabajadores, y sólo sobrevivieron unas pocas secciones
sindicales . [80]
Pero incluso en estos años
difíciles, la agitación anarquista no cesó. En 1911, La Protesta se publicó clandestinamente
semanalmente con una tirada de 7.000-10.000 ejemplares. A mediados de 1912
comenzó a publicarse legalmente, y a partir del 20 de julio de 1913 volvió a
publicarse diariamente. En noviembre de
ese mismo año volvió a ser objeto de actos vandálicos por parte de la policía
tras la publicación de un artículo sobre Radowitzky, en el que se
describían las torturas y malos tratos que había sufrido durante su detención.
El ejemplar fue confiscado y el autor del artículo, Antilla, y el redactor
jefe, Apolinario Barrera, fueron condenados a prisión. Sin embargo, el
periódico reanudó pronto su publicación . [81]
Ghiraldo desempeñó un papel
importante en la difusión de las ideas anarquistas durante este periodo,
publicando la revista Ideas y Figuras y editando varios libros. En 1911
apareció en Buenos Aires el mensual El Trabajo, las revistas La
Cultura y Francisco Ferrer; en 1912, La Libre palabra, El
Manifiesto y La Anarquía. En 1913 comenzaron a aparecer El Obrero
en Buenos Aires, La Rebelión en Rosario, El Combate en
Chacabuco y Prometeo en Diamante.
En 1912 los anarquistas
hicieron incluso un nuevo intento de crear una federación de sus grupos.
Ya en septiembre de 1911 se
organizó una huelga general de solidaridad y protesta contra la masacre de
obreros en Mar del Plata. La FORA no desapareció a pesar de la persecución e
incluso pudo amenazar al gobierno con ultimátums en defensa de los reprimidos.
Desde principios de 1912, el movimiento huelguístico comenzó a reanudarse poco
a poco entre los trabajadores portuarios, panaderos, ferroviarios...[82]
En el segundo semestre de
1913, una ola de movimiento huelguístico se levantó de nuevo en el país,
abarcando Berazategui, Punta Alta, Tandil, Los Pinos y otras ciudades. Durante
la huelga de los trabajadores del vidrio de Berazategui, que se caracterizó por
la particular persistencia de los manifestantes y estuvo acompañada de
represión, detenciones y enfrentamientos, fue asesinado el secretario de la
FORA y director de La Protesta, Constanzo Panizza. Sin embargo, terminó
con una victoria completa de los trabajadores, que consiguieron un aumento de
los salarios, la readmisión de los despedidos, etc. En solidaridad con esta
acción, la FORA organizó una huelga general en la capital y varias otras
ciudades los días 24 y 25 de octubre[83] . Los
sociedades de la federación recuperaron gradualmente su fuerza.
Sin embargo, la grave
situación en la que se encontraba el movimiento tras la derrota de 1910 reavivó
de nuevo las voces que reclamaban la unidad sindical. En noviembre de 1912 La
CORA propuso a la FORA de unirse y el Consejo Federal de la FORA apoyó la idea,
recomendando que se abandonara la resolución del V Congreso de reconocer el comunismo
anárquico como objetivo del movimiento. La CORA convocó un congreso de
unificación en diciembre, y la mayoría de los delegados se mostraron a favor de
la fusión en una nueva estructura sobre la base del rechazo del comunismo
anárquico y la apertura de los sindicatos a todos los trabajadores,
independientemente de sus opiniones ideológicas. Sin embargo, los delegados de
la FORA reunidos en la capital rechazaron esta decisión . [84]
Los dirigentes de la CORA
decidieron entonces tomar un camino diferente. En junio de 1914, el congreso de
la CORA favoreció la entrada de sus sindicatos y afiliados en la FORA. Aunque
el Consejo Federal de la FORA recordó que la condición para ingresar era estar
de acuerdo con el objetivo del comunismo anárquico, el congreso de la CORA votó
en septiembre disolverse y unirse sobre la base de la autonomía a todos los
sindicatos obreros de la federación, y eligió delegados al Consejo Federal de
la FORA . [85]
Con el estallido de la Primera
Guerra Mundial, la gran mayoría de los anarquistas argentinos y de la FORA se
opusieron firmemente a ella, expresando su solidaridad con el proletariado de
todo el mundo y llamando a la revolución contra el capitalismo y la guerra. En
las reuniones antimilitaristas, los oradores denunciaban el patriotismo, el
nacionalismo y la idea de la defensa del estado capitalista. Sólo J.E. Carulla
intentó agitar a favor de la Entente, pero sus llamamientos no fueron
escuchados . [86]
Mientras tanto, el Consejo
Federal de la FORA aprobó el ingreso masivo de la CORA y los sindicatos
autónomos en la federación y convocó el IX Congreso de la organización. Se
reunió en la capital argentina el 1 de abril de 1915, con delegados de
federaciones y sindicatos de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, La Plata,
Balcarce, Tandil, Deán Funes, Tafí Viejo, Cruz del Eje, Trenque Lauquen,
Olavarría, Punta Alta, Maldonado, Bragado, Las Flores, Chacabuco, Santiago del
Estero, Tucumán y Mechita. Con la incorporación de organizaciones obreras no
anarquistas a la FORA, la relación de fuerzas en su seno había cambiado y los
sindicalistas podían ahora imponer sus decisiones. 46 delegaciones votaron a
favor de rescindir la resolución del V Congreso de que el objetivo de la
federación era el comunismo anárquico,
14 delegaciones estuvieron en contra y una se abstuvo. La resolución sobre el
objetivo de la federación establecía ahora que podía estar compuesta por
partidarios de diferentes tendencias ideológicas y doctrinas, con plena
autonomía para los afiliados y los sindicatos. También se aprobaron resoluciones
contra los trusts, el proteccionismo económico y las leyes represivas, sobre la
huelga general, el boicot, el antimilitarismo, el paro, las "cajas de
resistencia" para huelgas, el problema agrario, la educación, etc.[87]
Muchos sociedades obreras
anarquistas no estaban de acuerdo con la decisión de abandonar el objetivo
anarquista-comunista del movimiento. El 2 de mayo de 1915 se reunió en la sede
de la Asociación de Conductores de Carros de Buenos Aires una asamblea de
representantes de 21 organizaciones de conductores, carpinteros, electricistas,
tabaqueros, panaderos, fundidores, portuarios, alpargateros, grafiteros y del
Centro Obrero del Este. Estuvieron presentes como observadores miembros de la
Federación Artes Gráficas, la Cámara Sindical de Cocineros y Pasteleros,
oficios varios de Berazategui y Santa Fe, los zapateros de Rosario, los
ferroviarios de San Cristóbal y representantes de la Federación Obrera
Enterriana. Decidieron no reconocer la decisión del IX Congreso, reafirmar la
decisión del V Congreso y crear un nuevo Consejo Federal . [88]
A partir de entonces hubo dos
organizaciones sindicales en Argentina llamadas FORA: la FORA anarquista del V Congreso y la FORA
sindicalista del IX Congreso.
Y tras la federación obrera,
el propio movimiento anarquista se escindió. La causa fue la acusación contra
el director de La Protesta, Barrera, de que supuestamente había aceptado
dinero de los propietarios de una fábrica de cerveza para organizar disturbios
entre los trabajadores de una empresa rival. González Pacheco, Antilla y F.
González abandonaron La Protesta en febrero de 1916 y empezaron a
publicar un periódico rival con el antiguo nombre de La Protesta Humana[89]
. Más tarde, en 1917, fue sustituido por el semanario La Obra.
En 1916, un partido radical
(la Unión Cívica Radical) ganó las elecciones argentinas, prometiendo derogar
las represivas leyes de "Defensa Social" y "Residencia".
Aunque los radicales nunca lo hicieron tras llegar al poder, las leyes se
aplicaron con menos rigor y cientos de obreros y anarquistas encarcelados
fueron puestos en libertad. Los años de la Primera Guerra Mundial, durante los
cuales Argentina permaneció neutral pero aislada de las importaciones europeas
y tuvo que desarrollar activamente su propia industria, estuvieron marcados por
un rápido crecimiento económico. En esta oleada, el movimiento obrero también
revivió y se intensificó. En muchas ciudades aparecieron nuevos sindicatos
obreros. El número de huelgas aumentó de sesenta y cinco en 1915 a ochenta en
1916 y a ciento noventa y seis en 1918, y el número de huelguistas de 12.077 en
1915 y 23.321 en 1916 a 151.047 en 1918.[90] Como
resultado, los trabajadores pudieron obtener importantes concesiones de los
empresarios.
Comienzan a aparecer nuevos
periódicos y revistas anarquistas: en 1915, Estudios en Rosario, Ideas
en Paraná, Voces proletarias en Campana; en 1916, La Verdad en
Santa Fe, El Grito del pueblo en Mar del Plata, Brazo y cerebro
en Bahía Blanca; en 1917, La Rivolta en Buenos Aires, Humanidad
en San Juan, Nubes Rojas en Junín, Alba Roja en Bahía Blanca; en 1918, El
Burro en Buenos Aires, Intento en La Plata, Ideas y otros.
Aunque el principal énfasis de
los anarquistas argentinos estuvo puesto en el movimiento obrero, no
descuidaron otros movimientos y temas sociales.
El anarquismo, más que ningún
otro movimiento, contribuyó a la organización de los campesinos argentinos. El
25 de junio de 1912, más de 2.000 campesinos arrendatarios del distrito de
Alcorta, en su mayoría italianos y españoles, liderados por Francisco Bulgani,
José y Francisco Mena, declararon una huelga general con el apoyo de
socialistas, anarquistas, radicales de izquierda e incluso parte del clero. Los
jornaleros del distrito, que estaban bajo la influencia de la FORA, expresaron
su solidaridad con los huelguistas, al igual que otros trabajadores de Rosario.
La huelga se extendió rápidamente a Máximo Paz, San José de la Esquina, Cañada
de Gómez, Alvear, La Salada, Chabas, Villa Constitución, Maciel, Totoras,
Roldán y a las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Tras un mes y medio de
huelga, el 8 de agosto de 1912 los terratenientes aceptaron la mayoría de las
reivindicaciones de los arrendatarios. Fue el primer movimiento sindicalista
agrario de la historia del país. Con el tiempo desembocó en la creación de la
Federación Agraria Argentina.[91]
Los estudiantes anarquistas de
principios del siglo XX participaron activamente en el movimiento de reforma
universitaria. La juventud estudiantil del país exigía el reconocimiento de la
autonomía universitaria, la participación de los estudiantes en la
administración de la enseñanza superior y en la formación de los planes de
estudio, y una educación libre, gratuita y laica. Como resultado, en junio de
1918, las protestas culminaron con la toma de la universidad por los
estudiantes en Córdoba y la declaración de una huelga general. El resultado fue
la reforma universitaria en Argentina. La acción de los estudiantes argentinos
se convirtió en un ejemplo para los estudiantes de otros países
latinoamericanos.[92]
También se estaba gestando un
movimiento anarquista de mujeres. En 1907, Juana Rouco Buela, Virginia Bolten,
Teresa Caporaletti, María Collazo, Elisa Leotar, María Reyes, Violeta García y
María Newelstein organizaron en Buenos Aires el Centro Femenino Anarquista,
cuyas militantes desempeñaron un papel destacado en la huelga de inquilinos. Un
centro similar, con el nombre de la anarquista francesa Louise Michel, surgió
en Rosario.
[1] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 77.
[2] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 188-190. Para un resumen de las actas de las
reuniones, véase: Abad de Santillán D. La FORA… P. 77-84.
[3] Véase: López
A. La FORA en el movimiento obrero. T.1. Buenos Aires, 1987. P. 83, 96.
[4] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 190.
[5] Ibid. P. 193-195.
[6] Yerril P., Rosser L. P.16-17.
[7] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 87-88.
[8] Sobre el
desarrollo del congreso, ver: Abad de Santillán D. La FORA... P. 88-98.
[9] Véase: López
A. Op.cit. T.1. P. 96-97.
[10] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P.17-18.
[11] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 195-197.
[12] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op.cit. P. 15.
[13] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.
[14] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 198.
[15] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.
[16] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 106.
[17] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.
[18] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op.cit. P. 17.
[19] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 18.
[20] Para más
detalles sobre el desarrollo del Congreso, véase: Abad de Santillán D. La
FORA... P. 108-112.
[21] Véanse
los textos de las resoluciones: López A. Op.cit. T.1. P. 97-99.
[22] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 199.
[23] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 117.
[24] Ibid. P.
208-209.
[25] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 19.
[26] Ibid.
P. 18.
[27] RGASPI
(Archivo Estatal Ruso de
Historia Social y Política).
Fondo 534. Inventario
7. Fold.
72. P. 184.
[28] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op.cit. P. 17-18.
[29] Ibid. P. 18.
[30] Sobre el
desarrollo del congreso, véase: Abad de Santillán D. La FORA... P.
119-128.
[31] Citado en: López A. Op.cit. T.1. P. 87.
[32] Ibid. P. 90.
[33] Ibid. P. 91– 92.
[34] Ibid. P. 100.
[35] Ibíd. P. 99.
[36] Ibid. С. 100.
[37] Ibid. P. 100–101.
[38] Ibíd. P. 99–102.
[39] Yerril P., Rosser L. Op.cit. P. 20. En total, se
calcula que en 1904 se registraron 188 huelgas.
[40] Bilsky
E.J. La F.O.R.A. y el movimiento obrero (1900-1910). T.2. Buenos Aires, 1985.
P. 123.
[41] Godio J. Historia del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1.
P. 201; Yerril P., Rosser
L. Op.cit. P. 21.
[42] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 19.
[43] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 139.
[44] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 19.
[45] Yerril P., Rosser L. Op. cit.
P. 21.
[46] Para el
texto de la propuesta, véase: Abad de Santillán D. La FORA... P.
140-142.
[47] Sobre el
desarrollo del congreso, ver: Ibid. P. 142-151.
[48] Citado
en: López A. Op. cit. T.1. P. 84-85.
[49] Citado
en: López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 20.
[50] Véase: López
A. Op. cit. T.1. P. 102-104.
[51] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. С. 19.
[52] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 153.
[53] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 22.
[54] Véase: Abad
de Santillan D. La FORA... P. 153; López Arango E., Abad de Santillan D.
Op. cit. P. 22; Abad de Santillán D. La FORA... P. 155-160; López
A. Op. cit. T.1. P. 104–109.
[55] Abad de Santillán D. La FORA... P. 160–164.
[56] Ibid. С.
164–171; Die
Internationale. Berlin,
1925. Juni. № 5. S. 101–102.
[57]
Alejandro R.J. A History of Organized Labour in Argentina. Westport;
Londres, 2003. P. 24.
[58] Abad de Santillán D. La FORA... P. 208–210.
[59] Ibid. P. 172–173.
[60] Bilsky E.J. Op. cit. P. 144.
[61] Suriano J. La huelga de inquilinos. Buenos Aires, 1983.
[62] Véase: Abad de Santillán D. La FORA... P. 179–182; López A. Op. cit. T.1. P. 109–111.
[63] Abad de Santillan D. La FORA... P.
182–184; López Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 22.
[64] Yerril P., Rosser L. Op. Cit.
P. 22.
[65] Abad de Santillán D. La FORA... P. 185.
[66] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 202–203; Bilsky E.J. Op. cit. С. 151–152.
[67] Bilsky
E.J. Op. cit. С. 152, 153.
[68] Die
Internationale. Berlín, 1925. Juni. No. 5. S.101–102. En el
congreso participaron 42 sociedades obreras, diez de las cuales eran miembros
de la FORA (en aquel momento la federación contaba con un total de 85
sociedades).
[69] Godio J. Historia
del movimiento obrero latinoamericano. Vol.1. P. 205.
[70] Abad de Santillán D. La FORA... P. 195–196.
[71] Souchy
A. Una vida por un ideal. México, 1956. P. 22.
[72] Ibid. P. 22–23.
[73] López
Arango E., Abad de Santillán D. Op. cit. P. 23.
[74] Bilsky
E.J. Op. cit. P. 155.
[75] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 23–24; Bilsky E.J. Op. cit. P. 156–157.
[76] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 202–205;
López A. Op. cit. T.1. P. 109–111.
[77] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 25–26.
[78] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 24.
[79] Abad de
Santillán D. La FORA... P. 207–208.
[80] RGASPI
(Archivo Estatal Ruso de
Historia Social y Política).
Fondo 534. Inventario
7. Fold.
72. P. 184.
[81] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 24.
[82] López
Arango E., Abad de Santillan D. Op. cit. P. 26–28.
[83] Abad de
Santillán D. Op. cit. С.219–220.
[84] Ibid. P.
211–218.
[85] Ibid. P.
221–229.
[86] Ibíd. P.
229–232.
[87] Ibíd. P.
233–244. Para los textos de las resoluciones,
véase: López A. Op. cit. T.1. P. 111–121.
[88] Abad de
Santillán D. Op. cit. P. 244–245.
[89] Yerril P., Rosser L. Op. cit. P. 26.
[90] Godio J.
Historia del movimiento obrero
latinoamericano. Vol.1. P. 217–218; Vitale
L. Historia Social Comparada de los Pueblos de América Latina. Vol. 3. P.
52 [Versión electrónica]. URL: https://www.academia.edu/37157550/Historia_Social_Comparada_de_los_Pueblos_de_Am%C3%A9rica_Latina_Tomo_III_Luis_Vitale_pdf
(Fecha de consulta: 31.01.2023); Alexander R.J. Op. cit. P. 43.
[91] Torres Giraldo I. Los inconformes. T.3. Bogotá, 1973. P. 81-82 [Versión electrónica]. URL: https://dokumen.pub/lis-inconformes-historia-de-la-rebeldia-de-las-masas-3.html
(Fecha de consulta:
31.01.2023).
[92] Vitale L. Op. cit. P. 62.