Los
anarquistas bajo la dictadura de Pinochet en Chile
Rearticulación interna y solidaridad internacional,
señas de identidad del papel del
movimiento libertario tras el Golpe.
Y
en esta historia ¿Dónde estaban los anarquistas? ¿Cómo leyeron esa realidad y
cómo intentaron transformarla? A continuación haremos un esbozo de la actuación
de los libertarios en los tiempos de la Dictadura Militar, crudas décadas que
paradójicamente testimoniaron el resurgir del pensamiento y la acción
libertaria en ese país.
El
11 de septiembre de 1973 comenzó en Chile un Gobierno Militar que se prolongó
hasta 1989. Toda la izquierda quedó proscrita y sus militantes fueron
sistemáticamente perseguidos, expulsados del país, encarcelados, torturados y
vejados, y aún miles fueron asesinados y desaparecidos. El Estado fue
reformulado, restringiéndose radicalmente la libertad de asociación y opinión, al
tiempo en que su estructura se adaptó a la implementación forzada del
neoliberalismo a ultranza.
Dada
la dispersión y el hecho de que no constituían entonces una amenaza real para
el nuevo orden, la represión no cayó directamente sobre los libertarios, como
sí lo hizo frente a la izquierda marxista leninista. Las pocas organizaciones
anarquistas que actuaron en los días del gobierno socialista, como el
Movimiento Sindical Libertario y la Federación Libertaria de Chile,
desaparecieron y algo más de una veintena de sus activistas se exiliaron en
Argentina, Italia, Suiza, Holanda y Francia, principalmente. Antes de eso, sin
embargo, algunos de ellos pasaron por los centros de tortura implementados por
la Dictadura.
Tras
el Golpe, pequeños grupos e individualidades aisladas intentaron aportar a la
resistencia, tanto en el interior de la región chilena como en el extranjero.
Dentro del país los pocos libertarios que quedaban se re-articularon
veladamente participando en organizaciones relacionadas con los derechos
humanos, el sindicalismo, el feminismo, el naturismo y el cooperativismo. La
solidaridad hacia los presos de la Dictadura fue una de las principales
banderas agitadas por los antiautoritarios. Muestra de ello es la que
expondremos a continuación.
La
Norsk Syndikalistisk Forbund (NSF), una central de trabajadores libertarios de
Noruega adherida a la Asociación Internacional de Trabajadores (organización
mundial anarco-sindicalista), colaboró con el Comité de Defensa de los Derechos
Humanos y Sindicales en la tarea de sacar del país a presos de la Vanguardia
Organizada del Pueblo para enviarlos a Noruega. La VOP, recordemos, había sido
perseguida por la Unidad Popular y se encontraba aislada por toda la izquierda
partidista, tras el asesinato que perpetraron en 1971 contra el ex ministro
Edmundo Pérez Zujovic, a quien se responsabilizaba por la muerte en 1969 de
varios pobladores en Puerto Montt. Más de siete presos de esa organización
fueron sacados del país y liberados de su inminente peligro de muerte por los
esfuerzos conjuntos de los defensores de derechos humanos en Chile y los
libertarios europeos. Una breve y simbólica muestra de esa novedosa unión es
una carta, fechada en 1978, de dos presos políticos en Santiago a la NSF:
«Siendo
ésta, la libertad del hombre, una de las preocupaciones fundamentales de los
anarquistas, deben estar presentes en su construcción, junto a combatientes de
otras ideologías, como los marxistas, cristianos revolucionarios, etc., de tal
manera que la Revolución no sea propiedad de un grupo reducido de personas,
sino de verdad de todo el Pueblo».
Paralelo
a todo lo anterior hubo intentos de reagrupación de organizaciones
específicamente libertarias. En 1985, por ejemplo, se fundó en Santiago el
Centro de Estudios Sociales Hombre y Sociedad, una organización (bajo la
fachada de un club deportivo) compuesta principalmente por antiguos
anarco-sindicalistas. Además de esta instancia hubo otros pequeños y fugaces
grupos que apostaron por la lucha armada y el sabotaje.
Junto
con la actividad en el interior del país cabe señalar aquella realizada por los
anarquistas criollos dispersos en el exilio y los grupos extranjeros que
colaboraron, fugaz o permanentemente. Entre estos últimos está la Federación
Obrera Regional Argentina, la Confederación Nacional del Trabajo en España, la
Fédération Anarchiste de Francia, la Freie Arbeiter-Union alemana, el grupo
Workers Emancipation de Estados Unidos, la Norsk Syndikalistisk Forbund
noruega, la Sveriges Arbetares Centralorganisation sueca, y la Asociación
Internacional de Trabajadores. Todas ellas apoyaron de diversas formas a los
anarquistas y sindicalistas de Chile, ya sea generando periódicamente diversas
actividades solidarias para reunir dinero o bien difundiendo la situación de
este particular país sudamericano.
Varios
de los libertarios criollos que marcharon al exilio, unidos a otros refugiados
anarquistas que entonces estaban en Europa, crearon la Coordinadora Libertaria Latinoamericana
en 1978. Con ella se denunció sistemáticamente la represión que se realizaba en
Chile y otros países del continente ocupados por dictaduras militares. Ellos,
además, organizaron el Primer Encuentro de Libertarios Latinoamericanos en el
Exilio que se desarrolló en Paris el 31 de enero de 1981, al que asistió medio
centenar de anarquistas en esa condición.
Ciertamente
los anarquistas constituyeron un grupo muy minoritario dentro de la resistencia
anti-dictatorial, tanto en el país como en Europa. Sin embargo algunas acciones
de solidaridad lograron cierto alcance e impacto más allá de sus reducidos
grupos. Tal fue el caso del apoyo a los presos de la VOP o las campañas de
denuncia del régimen que se realizaron en Europa, por ejemplo. Algo estaba
pasando en el interior del movimiento libertario. Y es que a partir de los
esfuerzos de solidaridad y reorganización que se realizaron en estos años, los
anarquistas chilenos comenzaron su era de rearticulación.
La
caída del muro de Berlín y el desprestigio del llamado “socialismo real”, el
retorno de libertarios exiliados, una nueva ola de interés de la juventud
respecto al pensamiento ácrata, la irrupción de la música punk, y otros
innumerables procesos colaboraron también en ese resurgir. Pero esa ya es otra
historia. Aquí acaba este breve repaso. Sin duda múltiples microhistorias han
quedado fuera, ya sea por la brevedad del espacio con el que contamos, o bien
porque no dejaron huellas. Y es que después de todo, las imágenes del pasado
que recreamos serán siempre aproximaciones.
Ponencia realizada por el historiador chileno Víctor Muñoz Cortés y publicada en el Periódico CNT-AIT, 18-10-2013.