EL MOVIMIENTO OBRERO ANARQUISTA EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA ROBÓTICA


Por Pedro Peumo.

Nos encontramos ad portas —probablemente antes del fin de esta década— de la creación de una Inteligencia Artificial General (AGI, por sus siglas en inglés): un tipo de Inteligencia Artificial (IA) capaz de realizar cualquier tarea intelectual que un ser humano pueda ejecutar.

A diferencia de las IA generativas actuales, que funcionan más como asistentes virtuales de los humanos, la AGI dispondrá de razonamiento general propio, aprendizaje flexible y autonomía cognitiva. Además, se estima que en versiones futuras (según los expertos, entre 10 a 50 años más) la AGI podrá razonar y tomar decisiones con la suma de todas las inteligencias humanas y más, transformándose en una “Superinteligencia Artificial” (Artificial SuperInteligence, ASI).

Por otra parte, durante la próxima década, el desarrollo acelerado de la robótica permitirá que todas las tareas manuales hoy desempeñadas por humanos sean realizadas mejor y en menos tiempo por máquinas con IA.

Estos cambios demandarán ingentes cantidades de energía, por lo que no sería extraño que Estados y corporaciones transnacionales impulsen un regreso masivo a la energía nuclear a corto plazo.

A la par de la demanda energética, han surgido otros desafíos ecológicos inéditos producto de este nuevo fenómeno, como: la afectación a las comunidades vecinas a los centros de datos y megafactorías tecnoindustriales, la gestión de residuos tecnológicos altamente contaminantes, y el reciclaje de componentes de materiales complejos muy difíciles de reutilizar, lo que acrecienta el cambio climático y las distintas problemática medioambientales que nos afectan a nivel global.

El siglo XXI nos plantea desafíos de una singularidad jamás vista antes en la historia de la humanidad. Lo que hasta hace unos años parecía ciencia ficción, hoy la mayoría de los expertos coincide en que será una realidad a corto plazo, y apenas empezamos a comprender sus consecuencias para la sociedad y el planeta.

Según datos oficiales de organismos internacionales, la IA y la automatización por robots ya muestran impactos mensurables en el empleo y la desigualdad, y esto sin considerar aún el advenimiento de las AGI, para lo cual no se tendrán datos estadísticos hasta un par de años más.

Un estudio de la OCDE (1) estima que, de media en sus países miembros, el 27 % de los empleos actuales se hallan en el “grupo de mayor riesgo” de ser automatizados por tecnologías de IA generativa y robótica avanzada.

La OIT (2) informa que la participación de los trabajadores en el ingreso global (la proporción del total de la renta mundial que recibe la mano de obra) cayó en 0,6 puntos porcentuales entre 2019 y 2022, lo que equivale a un menor ingreso anual de 2,4 billones de dólares para los trabajadores. Esta caída agrava la brecha de ingresos al concentrar mayor parte de la riqueza en capital y tecnología.

Un análisis global de la OIT (3) muestra que el 3,7 % de los empleos femeninos presentan alta probabilidad de automatización con IA generativa, frente al 1,4 % de los empleos masculinos. Esto indica que, si no se gestiona adecuadamente, la transición tecnológica podría profundizar las desigualdades de género.

En 2023 Fran Dresher, la presidenta nacional del Sindicato de Profesionales de Cine, de Radio y de Televisión (SAG-AFTRA) de EE.UU., con ocasión de la huelga de guionistas y actores advertía en un discurso: “El modelo de negocio ha cambiado por el streaming, lo digital, la IA. Este es un momento histórico que es un momento de verdad. Si no nos mantenemos firmes ahora, todos vamos a estar en problemas.

Todos estamos en peligro de ser reemplazados por máquinas y las grandes empresas se preocupan más por Wall Street que por ti y tu familia.” (4)

Desde el punto de vista de los gerentes y directores de las principales empresas detrás del desarrollo de la IA, existe un cierto consenso en que la irrupción de la AGI provocará grandes cambios en el mercado laboral, aunque discrepan en que si estos impactos serán más positivos o negativos.

Dario Amodei, CEO de la IA generativa Anthropic, alerta que la IA destruirá un 50% del empleo de oficina de los jóvenes en cinco años. (5)

Emad Mostaque, CEO de Stability AI, predijo en una reciente entrevista que producto de la irrupción de las AGI se avecina un shock económico mucho más profundo que el de la crisis financiera de 2008 o la provocada por la pandemia de COVID. (6)

Sam Altman, Director Ejecutivo de OpenAI, Demis Hassabis, CEO de Google DeepMind, Sundar Pichai, Director ejecutivo de Google y Elon Musk, los principales cerebros tras esta nueva tecnología, en distintas entrevistas por los medios se han mostrado relativamente cautos respecto de sus opiniones sobre las IA, destacando solo sus beneficios y minimizando su impacto en la economía o el mercado laboral. Sin embargo, hay fuentes que han señalado que esos mismos CEO en privado realizan comentarios inquietantes, calificados como con “falta de empatía y la obsesión con el poder..." y que “lo que ocurrirá con la IA es bastante horroroso”. (7)

En conjunto, los datos aportados por los organismos internacionales, y por las mismas empresas desarrolladoras de IA, sugieren que la adopción acelerada de la IA y la robótica no solo transformarán los perfiles laborales —con una gran parte de puestos en riesgo de desaparición— sino que también tenderá a concentrar los ingresos en manos de quienes poseen capital y habilidades tecnológicas, aumentando la desigualdad tanto salarial como de género.

Muchos autores modernos (8), estudiosos del fenómeno de la automatización por la IA, proponen la implementación de una "Renta Básica Universal" (RBU), como superación a la problemática del desempleo y aumento de la desigualdad social.

Sin embargo, desde una perspectiva comunista anárquica, la adopción de una Renta Básica Universal, lejos de significar un avance o la superación a esta problemática, implicará mayores desafíos para el proletariado y una profundización en la lucha de clases a favor de la burguesía.

Considerando un futuro donde se mantenga el escenario actual de Estados-nación capitalistas, esta Renta Básica Universal será controlada por los Estados directamente o bien por corporaciones financieras trasnacionales, y será asignada probablemente mediante algún tipo de "Sistema de Crédito Social", como el implementado y promovido por el gobierno chino a partir de 2014.

El Sistema de Crédito Social, basado en la tecnología de vigilancia de los smartphones por posicionamiento satelital, controles biométricos y cámaras de vigilancia, establece premios y recompensas en beneficios sociales, o castigos en descuentos salariales, multas o prisión, de acuerdo al comportamiento social y subordinación al régimen de los individuos. Esta distopía, que ya funciona en China, está totalmente naturalizada (y es hasta “deseada”) por sus habitantes.

La Inteligencia Artificial permitirá a los Estados y corporaciones trasnacionales un mayor control social, lo que probablemente evolucionará hacia nuevas formas de totalitarismo, por medio de la fuerza, la represión, y sofisticados sistemas de coerción que hoy apenas logramos vislumbrar.

Por otra parte, el escenario de una economía automatizada —donde IA y robots realicen la mayoría del trabajo productivo— introduce un punto de inflexión radical para cualquier movimiento sindical, y en particular para el anarquista.

La fuerza histórica del movimiento obrero anarquista radica en la organización de la clase trabajadora y la acción directa contra la explotación salarial, lo que, en un escenario de masiva automatización, podría cambiar completamente como se ha desarrollado la lucha capital-trabajo hasta ahora.

Para las organizaciones obreras anarquistas esto implicará profundizar en una visión menos “económica” o “sindicalista” y avanzar hacia una óptica más “social” y “anarquista”: una lucha antijerárquica y antiautoritaria más integral, hacia la revalorización de los oficios y la construcción de una sociedad comunista anárquica postindustrial, asentada en comunas libres que resistan la automatización masiva.

En este sentido, la propuesta desarrollada en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA-AIT) entre los 1900 y 1930, recogida en los textos de Diego Abad de Santillán de esa época, y especialmente de Emilio López Arango (9), resulta de máxima actualidad. Para ellos, la lucha debía trascender la lucha sindical hacia un movimiento obrero anarquista integral, con presencia en lo laboral y en la comunidad, crítico del capitalismo industrial, centrado en el desarrollo de oficios frente a la alienación fabril, y con una clara finalidad comunista anárquica orientada a la Revolución Social y al establecimiento de comunas libres al estilo kropotkiano.

Una AGI, sea controlada por Estados, bloques supranacionales o corporaciones transnacionales, probablemente mantendrá las mismas características oligárquicas de los poderes actuales: nada hace presumir que la burguesía renunciará a sus privilegios en un escenario automatizado, sino que por el contrario, el afán monopólico del capital provocará mayores inequidades y concentración de la riqueza.

¿Qué ocurrirá en los países del sur, al margen del desarrollo de la AGI y la robótica? La intuición nos dice que seguramente la brecha entre países ricos y pobres se ampliará. Los países empobrecidos del sur serán incapaces de competir con la automatización masiva, salvo en las áreas que convenga a los países desarrollados, como en la extracción de materias primas. Es muy difícil poder avizorar qué ocurrirá con los obreros de estos países, impedidos de acceder a todos los bienes y servicios automatizados e impedidos de competir con productos importados, tecnológicamente más avanzados y baratos. Esto podría derivar en una vuelta a las dictaduras militares, como las que se dieron en Latinoamérica y áfrica en el siglo XX; podría implicar la adopción del modelo chino en más países, por su aparentemente “exitoso” Sistema de Crédito Social; o por otro lado, podría ser un terreno fértil para la Revolución Social y el la implantación del comunismo anárquico.

Sin embargo, esto es solo un tema de tiempo y escalas. Inevitablemente, ante el escenario de una sociedad cada vez más controlada por las AGI, en manos de unos pocos Estados o corporaciones trasnacionales, quienes en definitiva serán los que determinen el acceso a los bienes y servicios producidos por la automatización, las federaciones obreras anarquistas en cada región, e internacionalmente agrupadas en la Asociación Internacional de las y los Trabajadores (AIT), se verán en la necesidad de enfrentarse a esta nueva escalada en la guerra de clases propugnada por la burguesía tecnológica trasnacional y avanzar hacia la Revolución Social,  asumiendo una estructura similar a los “Comités de Defensa Confederal” que se formaron en el pasado, o a las “Federaciones Barriales” (una propuesta que apareció en los años 1970 en la recién reaparecida CNT-AIT, como redes de organizaciones comunitarias).

Los Comités de Defensa en la Revolución Española de 1936 fueron estructuras revolucionarias de base formadas por obreros ligados principalmente a la CNT-AIT, que asumieron funciones organizativas, milicianas, logísticas y sociales durante los primeros meses de la Revolución. Su papel fue crucial, especialmente en Catalunya, Aragón y otras regiones con fuerte presencia anarquista, y rivalizaron tanto con el enemigo fascista como con las fuerzas que pugnaban por mantener el Estado y abandonar la Revolución Social.

En un escenario de Revolución Social solo podrían perdurar los talleres y factorías obreras integrados en sus comunidades, y conducidos por las organizaciones obreras de oficios, porque solo así se pueden desarrollar sociedades autogestionadas. En este sentido, las Sociedades de Resistencia y las organizaciones sociales y comunitarias que dieron forma a la FORA-AIT son un claro ejemplo de organización para la lucha económica pero también el lugar donde la comunidad se puede encontrar en el barrio para la lucha social.

Aunque la IA y la automatización avancen, en una sociedad libertaria siempre quedarán oficios que el ser humano quiera seguir realizando, ya sea porque permiten que las organizaciones obreras se surtan de bienes y servicios directamente, en un entorno autogestionado, o porque se trata de trabajos donde la empatía, la creatividad radical o los cuidados humanos sean lo más deseable. Las organizaciones obreras tendrán la labor de revalorizar y organizar esos sectores bajo principios autogestionarios (talleres y factorías obreras, salud comunitaria, agroecología, educación libertaria, colectivos de ciencia y artes comunitarios, etc.)

Cuales sean el tipo de organizaciones de base que se agrupen en torno a la AIT en este futuro cercano, deberán prepararse para un escenario revolucionario, que se ve inminente frente al totalitarismo que implicará el desarrollo de la AGI, lo que significa retomar y extender las labores que cumplían los Comités de Defensa y las Sociedades de Resistencia.

Frente a la implantación universal del Sistema de Crédito Social y a la tentación de dejar la Renta Básica Universal en manos del Estado o de grandes trasnacionales financieras, el movimiento obrero anarquista podría crear redes descentralizadas de reparto directo, administradas en asambleas barriales de comunas libres. Esto evitaría la burocratización y el control centralizado, manteniendo vivos los principios comunista anárquicos.

Desde el punto de vista tecnológico se podrían organizar “comités de código abierto” que diseñen y mantengan el software y firmware de las máquinas. Así, el conocimiento técnico seguiría siendo un bien común, no un activo patentado, controlado solo por las trasnacionales tecnológicas.

En este mismo sentido, estos comités deberán promover el desarrollo de modelos de IA libres (licencias abiertas para redes neuronales, hardware de esquemas abiertos, etc.) para impedir que la Inteligencia Artificial sea solo un arma de opresión.

El riesgo de que la Inteligencia Artificial sirva para vigilar y disciplinar a la población es máximo. El movimiento obrero anarquista, a través de estos comités tecnológicos, tendrá un rol crítico como auditor social de algoritmos, desmantelando las redes de control encubierto que los Estados buscarán presentar como un beneficio social.

La automatización sin fronteras requiere solidaridad sin fronteras. Las estructuras federativas del movimiento obrero anarquista, ya asentadas en la Asociación Internacional del Trabajo, serán la columna vertebral de una solidaridad planetaria: organizar el reparto de alimentos, la asistencia médica o proveer de energía limpia en cualquier punto del globo, sin mediación estatal ni corporativa.

Aunque se produzca una automatización total producto del desarrollo de la Inteligencia Artificial y la robótica, el movimiento obrero, comunista y anárquico deberá jugar un papel clave en la construcción de una sociedad post-salarial basada en la gestión directa de los recursos, la protección de los recursos digitales y la garantía de que la automación sirva a la emancipación humana y no a nuevas formas de dominación. En un mundo de abundancia tecnológica, su tradición de autogestión y solidaridad podría convertirse en el marco organizativo que asegure libertad real y participación efectiva de todas las personas.

 

NOTAS:

(1) https://www.oecd.org/en/publications/oecd-employment-outlook-2023_08785bba-en/full-report/artificial-intelligence-and-jobs-no-signs-of-slowing-labour-demand-yet_5aebe670.html?utm

(2) https://news.un.org/en/story/2024/09/1153906?utm

(3) https://webapps.ilo.org/static/english/intserv/working-papers/wp096/index.html?utm.

(4) https://www.entrepreneur.com/es/noticias/todos-estamos-en-peligro-de-ser-reemplazados-por/455872

(5) https://www.20minutos.es/tecnologia/inteligencia-artificial/ia-amodei-anthropic-destruye-trabajos-oficina-jovenes-5718318/

(6) https://www.entrepreneur.com/es/noticias/emad-mostaque-ceo-de-stability-ai-predice-que-mas/456087

(7) https://www.youtube.com/watch?v=V2pHbrVavUM

(8) Varios autores reconocidos internacionalmente han propuesto, investigado o defendido la Renta Básica Universal (RBU) desde distintas perspectivas (económica, ética, política). Entre los más influyentes se encuentran: Philippe Van Parijs (Bélgica): “Real Freedom for All: What (If Anything) Can Justify Capitalism?” (1995). Guy Standing (Reino Unido): “The Precariat: The New Dangerous Class” (2011) y “Basic Income: And How We Can Make It Happen” (2017). Thomas Piketty (Francia): “Capital and Ideology” (2019). Erik Olin Wright (Estados Unidos): “Envisioning Real Utopias” (2010). Eduardo Suplicy (Brasil): “Renda de Cidadania: A Saída é Pela Porta” (2002). Rutger Bregman (Países Bajos) – “Utopia for Realists” (2016).

(9) Emilio López Arango, redactor del periódico La Protesta de Buenos Aires, militante de la FORA-AIT y uno de los fundadores de la Asociación Continental Americana de Trabajadores (ACAT-AIT), nos propone como finalidad revolucionaria una sociedad organizada a través del comunismo anárquico.

El comunismo anárquico no es una forma de dictadura ni de imposición de un sistema económico único, sino la expresión libre y espontánea de la solidaridad humana. Propugna la abolición del Estado, de la propiedad privada y de toda jerarquía, para reemplazarlos por federaciones de productores, organizados en comunas libres, donde cada cual contribuirá según sus capacidades y recibirá según sus necesidades, sin necesidad de leyes coercitivas ni organismos de poder que perpetúen privilegios. Además plantea toda una forma de organización del movimiento obrero anarquista, que vaya más allá del sindicalismo, donde las sociedades de resistencia y las federaciones obreras regionales no solo son organismos de lucha económica frente a la patronal, sino que también organizaciones sociales donde los obreros y sus familias solventen todas sus necesidades. En palabras de López Arango:

"Nosotros no forzamos a los obreros de un oficio o de una industria, por el hecho de tener idénticos intereses como asalariados, a plegarse a nuestras organizaciones. Preferimos prescindir del vínculo de clase para unir a los trabajadores de acuerdo con sus ideas."

"El sindicato es un medio, no un fin. No basta con agrupar a los trabajadores en torno a sus reivindicaciones económicas, sino que es necesario imprimir a la lucha obrera un carácter revolucionario, que no se limite a la mejora de las condiciones de vida bajo el capitalismo, sino que apunte a la supresión de este y de toda forma de opresión."

“La base de la organización sindicalista está en el principio de centralización industrial —y no en la descentralización de esas monstruosas empresas y trusts financieros que destruyen las características del comunalismo—, con lo que se llegaría, después de la revolución, a crear un Estado sindicalista cuyas células estarían representadas por cada una de las ramas industriales injertadas en el tronco capitalista."

"El sindicalismo puro es incapaz de destruir el Estado porque, al organizarse sobre bases exclusivamente económicas, no combate todas las formas de autoridad. Los anarquistas, por el contrario, luchamos contra todas las instituciones que perpetúan la esclavitud moderna, sean políticas, económicas o morales."

"No es posible olvidar este principio elemental de nuestra ideología: la organización comunista de una sociedad de hombres libres, debe tener por base a la comuna. El sindicalismo no tiene en cuenta la existencia de esos grupos autónomos de individuos, verdaderas células del organismo social, porque para los 'materialistas históricos' las diferenciaciones éticas y étnicas están subordinadas al entrelazamiento creado entre los pueblos de una región o de varias regiones por una industria cualquiera.

(Textos extraídos de "Ideario", recopilación de artículos de López Arango aparecidos en el periódico "La Protesta", y de "El anarquismo en el movimiento obrero" escrito por López Arango y Diego Abad de Santillán).


PEDRO PEUMO. 2025
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