ANTÁRTIDA LIBRE: UN TERRITORIO PARA TODA LA HUMANIDAD




 

Comunicado de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA-AIT)
Buenos Aires, 17 de mayo de 2025.

Antártida libre: un territorio para toda la humanidad.

La Antártida es el último continente libre del que ningún Estado es dueño. Su condición excepcional fue reconocida en el Tratado Antártico de 1959, que establece que el continente “se utilizará exclusivamente para fines pacíficos” y prohíbe toda actividad militar, restringiendo la presencia de los ejércitos solo para el apoyo a la investigación científica. Este Tratado también congela los reclamos territoriales existentes y veta nuevos intentos de apropiación.

Este marco legal internacional, sin embargo, no es una garantía definitiva porque se apoya en el compromiso voluntario de los Estados parte. La defensa de la Antártida no puede limitarse a mantener el estatus jurídico actual. Debe ser una afirmación radical: contra la soberanía, contra el militarismo, contra la apropiación de los Estados y de las corporaciones trasnacionales. La Antártida debe permanecer libre de Estados, de fronteras, de mercados y de ejércitos. No como una excepción, sino como un ejemplo de lo posible: un territorio que no pertenece a nadie porque nos pertenece a todos.

Militarización disfrazada: la guerra llega por la puerta trasera.

Aunque el Tratado prohíbe bases o maniobras militares, permite el uso de tecnología y personal militar para fines "públicos" o "científicos". Esta ambigüedad ha sido explotada para legitimar presencias militares encubiertas.

Así, por ejemplo, el acuerdo de cooperación militar que han firmado en 2024 el gobierno de Javier Milei con el Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM) profundiza la militarización del Atlántico Sur y forma parte de una estrategia geopolítica de proyección sobre la Antártida que prepara las condiciones para un control logístico de la región polar y viola el espíritu del Tratado Antártico. La instalación de infraestructura militar estadounidense en Ushuaia (Tierra del Fuego) no es más que un caballo de Troya para afianzar la injerencia norteamericana en el Cono Sur, en detrimento de la cooperación científica y la protección ambiental que debieran primar en la zona.

En abril de 2025, la Royal Navy y la Armada de Chile firmaron un convenio para “potenciar la industria naval”, cuyo verdadero propósito es reforzar la dependencia militar chilena de Reino Unido y consolidar el respaldo de la Armada chilena al sostenimiento de la colonia británica en las Islas Malvinas, base estratégica para la proyección británica hacia la Antártida y sustento de su reclamo territorial en la región.

La creciente presencia militar de EE.UU., China, Rusia, Reino Unido y otros países de la Unión Europea en el continente antártico, bajo el pretexto de la investigación científica, constituye una nueva forma de competencia interestatal encubierta, que utiliza la ciencia como coartada para establecer enclaves estratégicos y avanzar en una silenciosa carrera por los recursos naturales y el control geopolítico de una región.

Reclamaciones territoriales y codicia corporativa trasnacional: el fantasma del capitalismo extractivista.

Siete países mantienen reclamos territoriales sobre la Antártida. Aunque congelados por el Tratado, estos reclamos no han sido retirados. Algunos se solapan (como los de Argentina, Chile y Reino Unido), mientras otros países como EE.UU. y Rusia se reservan el "derecho" de hacerlos en el futuro. Esta lógica posesiva resulta insostenible: no se puede reclamar propiedad sobre una tierra sin habitantes originarios ni vida humana permanente, y menos a nombre de Estados cuya historia se construye sobre la apropiación, la guerra y la exclusión.

En total, alrededor de 30 países mantienen algún tipo de presencia en el continente. En los 66 años de vigencia del Tratado, el impacto ambiental de las bases y el turismo en la Antártida ha ido cada vez más en aumento, abarcando desde la contaminación del agua y el suelo hasta la alteración del comportamiento de la fauna y el derretimiento del hielo en algunas zonas con presencia humana. El turismo, en particular, contribuye a la huella de carbono del continente y puede introducir especies invasoras, además de generar residuos difíciles de contener en un ecosistema tan delicado. 

La Antártida contiene reservas potenciales de petróleo, gas y minerales que despiertan la codicia de los Estados y corporaciones trasnacionales. Aunque el Protocolo de Madrid de 1991, complementario al Tratado Antártico, prohíbe toda actividad minera comercial, esta cláusula podría ser revisada a partir de 2048. Mientras tanto, se intensifican actividades extractivas como la pesca industrial de kril, clave en la cadena alimentaria polar, y cada año se conoce de nuevas prospecciones “científicas” que dan con nuevos depósitos de hidrocarburos o minerales. Este avance amenaza los ecosistemas y revela el fracaso del enfoque estatal y capitalista para gestionar un bien común.

Hacia una Antártida autogestionada y libre de Estados.

Desde la Federación Obrera Regional Argentina (FORA-AIT) proponemos que, en lugar de ser administrada como un condominio de Estados, la Antártida sea organizada desde abajo, a través de una red global de cooperación científica, ambiental y comunitaria.

Para tales efectos proponemos la creación de un Consejo Mundial de Ciencia Antártica, con mandato revocable y funciones deliberativas. Este órgano no representaría Estados, sino saberes y acuerdos: una forma de administración sin soberanía, sin jerarquías y sin armas.

De este modo, las estaciones de investigación científica serían gestionadas por colectivos internacionales, universidades autónomas y comunidades científicas, sin tutela gubernamental ni fines de lucro. Así, la ciencia antártica, en vez de servir a intereses geopolíticos, se orientaría al conocimiento compartido, abierto y transparente.

La presencia estatal en la Antártida a significado una avanzada capitalista extractivista encubierta, disfrazada de ciencia o soberanía. El hielo y la vida que contiene no pueden ser convertidos en mercancía ni propiedad. Los reclamos estatales sobre la Antártida solo han servido para perpetuar la idea de fronteras, de soberanía, de exclusividad nacional, todas ellas ficciones que han alimentado guerras y el capitalismo extractivista a lo largo de la historia. Lo que está en juego no es sólo un mapa, sino la posibilidad de imaginar un territorio sin dueños, sin ejércitos y sin banderas.

Desde la FORA-AIT llamamos a iniciar una campaña internacional por la creación de un Consejo Mundial de Ciencia Antártica que represente a la humanidad toda, libre de fronteras, Estados e intereses militares y comerciales.

Por una Antártida libre: un territorio para toda la humanidad.


Federación Obrera Regional Argentina (FORA-AIT)

fora.acat.ait@gmail.com



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