¿"LIBERTARIOS", "ANARQUISTAS" O "COMUNISTAS"?
Los anarquistas, acostumbrados a conocer muy bien la historia europea, y aún más la del movimiento anarquista europeo, sabemos sin embargo poco del desarrollo de "lo libertario" en otros lugares.
Y es que con "libertario" sucede lo mismo que con "autogestión", son palabras que tienen significados muy distintos en el mundo anglosajón versus el mundo Europeo continental e hispanohablante.
La palabra "libertario" (libertarian) nace en Inglaterra durante el siglo XVIII como "partidario de la libre elección". De ahí pasa a EE.UU., donde comienza a ser usado en el sentido de "partidario de la libertad individual", una postura ideológica que se desarrolla en el seno del Partido Demócrata, hasta que en 1972 se funda el "Libertarian Party", el partido político que ha influido a partir de la década de 2020 en la creación de partidos libertarios por todo el mundo.
Por lo tanto, en el mundo anglosajón, libertario siempre estuvo primero vinculado a una idea liberal y capitalista.
En Europa, el término "libertario" sigue un derrotero totalmente distinto. La palabra pasa de Inglaterra a Francia en el siglo XIX, siendo una de las primeras referencias de su uso la que aparece en una Carta del anarcocomunista Déjacque (1857) a Proudhon criticándolo por ser "liberal" y no un "libertario".
El término francés se popularizó por la Europa continental y Latinoamérica a partir de 1890 como un eufemismo de anarquismo.
Aquí es interesante detenerse un poco y ver como las palabras "sindicato" y "libertario" surgen y se masifican simultáneamente en esos años, porque ambas responden a un mismo propósito.
Por esos años se redacta la Carta de Amiens (1906) de la CGT francesa, que se suele considerar como uno de los puntos de partida del sindicalismo moderno.
Las ideas de "sindicato" y "libertario" se masifican simultáneamente entre 1890 y 1910 con un mismo propósito: el de masificar el sindicalismo revolucionario dentro del movimiento obrero. Este fue un esfuerzo mas o menos concertado de los sindicatos antiautoritarios que habían quedado dispersos tras la represión que siguió a la Primera Internacional. Se intentó recuperar el espacio que había sido llenado por los partidos políticos socialistas, que bregaban por la participación en política de los obreros y por un sindicalismo más moderado de colaboración de clases.
La influencia de la Carta fue tal que a partir de ella, primero en Europa y después en Latinoamérica, se dejó de hablar de "sociedades de resistencia" y puso de moda el término "sindicato".
En la Carta, la CGT pretendía aunar a todos los sectores rebeldes de la clase obrera bajo la idea de un "sindicalismo revolucionario", que permitiera integrar a trabajadores "cualesquiera que sean sus tendencias políticas o filosóficas", "limitándose a exigirle, en reciprocidad, no introducir en el sindicato las opiniones que profesa fuera del mismo". De esta forma queda inaugurado un sindicalismo revolucionario que nacía "neutro", sin una ideología específica.
Durante esa misma época, y en esa misma línea, "libertario" fue adoptado por los anarquistas bajo la premisa de que muchos trabajadores rechazaban el término "anarquista" por haberse asociado demasiado a la "propaganda por el hecho", y por ser como un imán para la represión.
Dentro de la esfera anarquista, lo libertario permitía integrar en los sindicatos a muchos trabajadores reacios a adoptar la ideología ácrata. Aquí "libertario" y "sindicalismo revolucionario" se hermanan con el objetivo de hacer crecer las organizaciones obreras, permitiendo la afiliación de elementos que no quieren dar a conocer su ideología o que son reacios a participar de sindicatos que fueran abiertamente anarquistas. Esto llevó a recibir en las organizaciones obreras a muchos elementos moderados que no estaban dispuestos a llevar a cabo una revolución social "a por el todo", y a muchos elementos marxistas renegados, consejistas, socialcristianos, trotskistas, etc.
Como vemos, lo libertario tiene, por una parte, una fuerte raigambre liberal anglosajona, vinculada a partidos políticos, que no va a desaparecer, y que más que ayudar a concientizar a los compañeros en las organizaciones obreras puede sembrar un elemento disociador. Por otro lado, sus orígenes en el anarquismo tienen más que ver con una estrategia que buscaba evitar la represión y a la vez aumentar la afiliación lo más rápido posible, cuestión que tal vez provocó que las organizaciones obreras crecieran incorporando elementos que hicieron variar sus objetivos o su accionar.
No debemos obviar la influencia de los partidos libertarios, y la fuerte vinculación que hoy tiene la palabra "libertario" con las políticas más extremas del liberalismo capitalista. Hoy libertario, desde la ultraderecha, significa una bolsa de gatos donde caben desde la desregulación impositiva hasta la justificación de los aranceles de Trump.
Por eso pienso que en vez de ocuparnos en intentar explicar a todos "el verdadero alcance del término libertario", tal vez deberíamos volver a masificar el "comunismo anárquico", aprovechando -por una parte- la indigestión que les produce la palabra "comunismo" a las derechas (aunque sea por motivos equivocados), a la vez que rescatamos la profundidad del concepto "anarquismo", que en cierta forma se diluye en "lo libertario".
Por otra parte, el "comunismo" del que escribieron tan poco los marxistas (con una total falta de interés), o el que se supone persiguen los partidos políticos "comunistas", hay que ser claros en mostrarlo como es: un pseudocomunismo que cuando se ha aplicado solo ha sido una expresión más del capitalismo, donde se controla a los obreros a través de un salario en un régimen de opresión y explotación burocrática.
Con la misma claridad me parece que hay que dejar de llamar "comunismo autoritario" al pseudocomunismo marxista porque esta idea es en sí misma un oxímoron. El comunismo solo puede ser anárquico o sino no es comunismo. Hace rato ya que Kropotkin y otros recogieron esa idea de las organizaciones obreras ácratas. Y además se dieron cuenta que el comunismo anárquico, cuando se ha dado, con más o menos éxito, con más o menos profundidad, se ha expresado en "comunas libres", un lugar donde realmente podemos destruir el autoritarismo, para darnos a través del apoyo mutuo "de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad".
Como decían los compañeros foristas de principios del siglo XX, enseñemos sin tapujos el comunismo anárquico en las federaciones obreras, que eso nos previene de creer que conquistando las ocho horas basta.