Por Pedro Peumo.
Emilio López Arango fue una figura central del anarquismo obrero latinoamericano durante las primeras décadas del siglo XX. Nacido en Oviedo (España) el 25 de mayo de 1893, emigró joven a Cuba y posteriormente a Argentina, donde se integró rápidamente en los círculos anarquistas obreros. Panadero de oficio, destacó como organizador, escritor y polemista, convirtiéndose en uno de los principales referentes ideológicos del movimiento.
Desde 1916 colaboró
con La Protesta, el periódico anarquista más influyente de América
Latina, del cual llegaría a ser editor. Bajo su impulso, la publicación se
consolidó como órgano de combate y reflexión del anarquismo obrero, abriendo
espacio a debates sobre sindicalismo, comunismo anárquico y antimilitarismo.
Su activismo lo llevó
a la cárcel durante la gran huelga panadera de 1912-1913 por enfrentarse a los rompehuelgas. Tras ser liberado en 1915, asumió cargos en el Consejo Federal de
la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), donde defendió con firmeza la
finalidad "comunista anárquica" de la organización.
Participó activamente
en la huelga general de 1918, que estuvo al borde de desencadenar una
revolución social en Buenos Aires, pero que, reprimida violentamente, derivó en
la masacre de la "Semana Trágica" (con un saldo estimado de mil
muertos). También colaboró en las campañas de apoyo a los huelguistas de los
talleres metalúrgicos Vasena y de La Forestal (1918), y de las estancias de
Santa Cruz (1921), esta última culminada en la "Patagonia Trágica".
Entre 1925 y 1929 participó en la campaña por la jornada laboral de seis horas,
en la huelga general tras el asesinato de Kurt Wilckens, y en las campañas por
la liberación de Simón Radowitzky y contra la ejecución de Sacco y Vanzetti en
Estados Unidos. Durante este período, la FORA alcanzó los 100.000 afiliados
y La Protesta llegó a publicarse hasta dos veces al día.
En esa misma década,
López Arango fue clave en la creación de la Asociación Continental Americana de
los Trabajadores (ACAT), sección regional de la AIT de la que sería secretario
de relaciones internacionales. La ACAT agrupó a organizaciones obreras
revolucionarias desde Baja California hasta la Patagonia. Su visión
internacionalista y compromiso con la lucha obrera continental le granjearon
respeto más allá de Latinoamérica.
Fue autor de numerosos
artículos en La Protesta y otros periódicos ácratas de América
y Europa, algunos recopilados póstumamente en el libro Ideario.
Además, coescribió con Diego Abad de Santillán El anarquismo en el
movimiento obrero.
Murió prematuramente a
los 36 años, el 25 de octubre de 1929. Fue asesinado a traición con tres
disparos por Severino Di Giovanni mientras se encontraba desarmado en el umbral
de su humilde casa, frente a su hijo menor y cuidando a su esposa enferma y
recién operada. López Arango sostenía un fuerte debate público con el grupo de
"expropiadores" de Di Giovanni a través de la prensa ácrata, a
quienes consideraba simples bandidos que buscaban enriquecimiento personal con
asaltos bancarios y recolectas. Condenaba sus atentados explosivos –que
causaban muertes de inocentes– y el daño que estas acciones infligían al
movimiento obrero anarquista.
El legado de Emilio
López Arango perdura en la historia del anarquismo latinoamericano como símbolo
de coherencia ética, compromiso militante y agudeza intelectual al servicio de
la emancipación social.
Federación Obrera Regional Argentina (FORA-AIT)
fora.acat.ait@gmail.com