LA ESCUELA DE LAS AMÉRICAS. MUERTE, TORTURA Y DESAPARICIÓN FORZADA MADE IN USA.
Por Pedro Peumo.
El Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (WHINSEC, por sus siglas en inglés), anteriormente conocido como la infame Escuela de las Américas, es un centro de adoctrinamiento militar operado por el Ejército de los Estados Unidos, ubicado en Fort Moore (antes Fort Benning), en Columbus, Georgia.
Desde 1946 hasta 1984, este aparato de control y represión imperialista operó en la Zona del Canal de Panamá. Hoy, en un gesto cínico del capitalismo global, ese mismo espacio lo ocupa el hotel Meliá Panamá Canal, ocultando bajo el lujo la memoria del terror.
Este centro no enseña “cooperación”, como su nombre pretende disfrazar, sino técnicas de contrainsurgencia específicamente diseñadas para aplastar movimientos populares en América Latina y sostener regímenes serviles a los intereses de Washington. Su enseñanza gira en torno a una ideología rabiosamente anticomunista, y su historial está plagado de egresados que luego formaron escuadrones de la muerte, orquestaron golpes de Estado y protagonizaron violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Cada uno de sus alumnos ha sido moldeado como pieza funcional para los intereses de la CIA, funcionando como informante o ejecutor de su agenda de control continental.
Entre los más notorios egresados de esta fábrica de represores se encuentran figuras como Manuel Antonio Noriega, exdictador panameño y agente de la CIA, implicado en narcotráfico y represión brutal; Leopoldo Galtieri, uno de los líderes de la sangrienta dictadura argentina; y Efraín Ríos Montt, dictador guatemalteco condenado por genocidio contra el pueblo maya ixil. También pasaron por sus aulas Vladimiro Montesinos, jefe de inteligencia del régimen de Fujimori en Perú y responsable de crímenes de Estado, y Roberto D'Aubuisson, líder de escuadrones de la muerte en El Salvador. En el caso de Chile, destacan exmilitares como Manuel Contreras, jefe de la DINA y cerebro del terrorismo de Estado durante la dictadura de Pinochet; y Miguel Krassnoff Martchenko, condenado a más de 700 años de cárcel por su participación en torturas y desapariciones en Villa Grimaldi. Todos ellos representan cómo esta institución ha funcionado como incubadora de torturadores, golpistas y verdugos de los pueblos.
Pese a su historial criminal, los gobiernos de América Latina —títeres de los intereses de los gobiernos estadounidenses— siguen financiando la formación de sus militares en este centro del terror, donde se perpetúa la llamada “Doctrina de Seguridad Nacional”. Allí se enseñan las mismas técnicas de tortura, asesinato y desaparición forzada que se aplican en centros de detención como la prisión de Guantánamo.