CRISIS HABITACIONAL EN CHILE. CIUDADES DE ARRENDATARIOS Y POBLADORES EN LA POBREZA EXTREMA.



Por Pedro Peumo.

Las ciudades de Chile se están convirtiendo en ciudades de arrendatarios, allegados y campamentos. Según datos del Censo de 2024, el porcentaje de hogares que arriendan vivienda en Chile es del 26,2%. Según esta medición, el porcentaje de arrendatarios ha aumentado con el tiempo, ya que, por ejemplo, en 2002 representaba el 17,7%. 

Además, la problemática más preocupante respecto del progresivo aumento del arriendo en Chile es que presenta grandes desigualdades territoriales, con áreas como el Gran Santiago superando el promedio nacional, con un 33,1% de hogares de arrendatarios, es decir, casi 3 millones de personas sin casa, que se ven en la obligación de arrendar o vivir en situación precarizada como allegados, albergados u ocupantes precarios.

Según varios estudios la cifra negra tras los datos oficiales arroja porcentajes de arrendamiento por sobre un tercio del total de las familias chilenas, y se cuestiona también los porcentajes que se han entregado para las grandes ciudades, donde por el carácter transitorio de las vivienda de los ocupantes irregulares, una medición más exacta podría arrojar cifras mucho mayores, aún desconocidas del todo.

Debido a el explosivo aumento del precio de los inmuebles cada vez se aleja más la posibilidad de los chilenos de tener un techo estable donde vivir.

El aumento de hasta un 30% anual de los arriendos deja a muchos sin posibilidades de pagar, y los condena a caer en la categoría de "personas sin techo" o "en situación de calle", los eufemismos con que los políticos llaman a la pobreza extrema.

En Chile, el número de campamentos ha experimentado un aumento significativo en los últimos años. Según el último Catastro Nacional de Campamentos de TECHO-Chile, en 2024-2025 se registraron 1.428 campamentos, lo que representa un incremento del 10.6% en comparación con la medición anterior. Esto implica que más de 120,000 familias viven en estos asentamientos precarios, siendo la cifra más alta desde 1996.

Mientras, el Estado chileno y las empresas constructoras favorecen la especulación inmobiliaria, y recurren a tribunales para desalojar por la fuerza y la represión policial a los inmigrantes y chilenos empobrecidos, quienes, ante los altos precios del canon de arriendo, se ven forzados a realizar "tomas de terreno" en sitios eriazos, y así poder sobrevivir en campamentos improvisados, en la periferia de las ciudades, en lugares donde poder guarecerse junto a sus hijos del frío invernal y la lluvia: sin servicios básicos, de electricidad, agua o alcantarillado.

Mientras el inmigrante que construyó una mediagua para sus hijos en una toma ve como las retroexcavadoras la echan abajo, mientras otro es detenido en la calle solo por ser inmigrante para ser "reconducido", mientras el trabajador que no ha podido pagar el parte o no ha podido sacar la licencia de conducir ve como le incautan su vehículo, mientras el colero de la feria es agarrado a lumazos por los flamantes cuasi "policías municipales", mientras todos ellos son expuestos día a día como delincuentes por los matinales y noticiarios de los medios de comunicación de masas, los empresarios y políticos siguen viviendo cómodamente su vida de privilegios y de lujos, viajando lejos, donde no les llega el "olor a pobre".

Ante la carestía de los alimentos más básicos como el pan, las verduras, el arroz y los fideos, los proletarios chilenos se ven obligados a salir vender en la calle lo poco que tienen, para intentar llevar un poco de dinero y dar de comer a sus hijos. Sin embargo, se exponen a la represión policial, a ser encarcelados y a perder lo poco que tienen.

La venta callejera informal, los campamentos, la sola presencia de inmigrantes durmiendo en la calle, son considerados por los políticos y los medios "incivilidades", una palabra que puso de moda el paco Desbordes, alcalde de la comuna de Santiago; una forma de estigmatizar y criminalizar al pobre que solo intenta sobrevivir, para denigrarlos a formas inferiores a la calidad de ciudadanos. Si para los políticos y la prensa estas personas ya no son "civilizados", ¿Qué son?

La crisis de la vivienda, en un Chile donde la mayor cantidad del gasto habitacional se lo lleva con creces el sector privado, no tendrá una solución real hasta que las constructoras sean socializadas y se construya para el pueblo. Como sociedad necesitamos menos edificios de lujo en las Condes o Vitacura, menos mansiones en Lo Curro y empezar a construir viviendas para los cientos de miles de trabajadores y cesantes, y sus familias, que hoy esperan una vivienda donde poder prosperar, sin miedo a que les corten la luz, el agua o se los lleven los pacos.


PEDRO PEUMO. 2025
Biblioteca Digital Emilio López Arango
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